"Tendremos que partir en varios trozos las hostias que nos quedan en Cuba", afirma un sacerdote

Las monjas carmelitas descalzas de La Habana comunicaron que la falta de harina imposibilita la fabricación de obleas para todo el país

Cada diócesis encarga a las monjas las hostias que necesita, las recoge en La Habana y paga una cuota muy módica para el sustento de las hermanas. (Captura)
Cada diócesis encarga a las monjas las hostias que necesita, las recoge en La Habana y paga una cuota muy módica para el sustento de las hermanas. (Captura)
14ymedio

03 de noviembre 2022 - 17:23

La Habana/En el monasterio de las carmelitas descalzas de Santa Teresa, en La Habana, se fabrica la mayoría de las hostias que consumen los católicos de la Isla. Este miércoles, las monjas anunciaron que no podrían manufacturar ni vender más obleas, lo cual paraliza un sistema de distribución que lleva décadas funcionando.

"Hemos estado trabajando con la poquita harina que quedaba y ya lo que había de reserva ha llegado a su fin", lamentaron las religiosas, para las cuales la venta de hostias era uno de sus sustentos económicos.

El mensaje ha suscitado la solidaridad de muchos católicos de la Isla, y también de exiliados en España y EE UU, que han aprovechado la información del comunicado para enviar materias primas al convento habanero. Las hermanas han abierto, además, una línea telefónica para quien desee ayudar.

"Al pararse la producción habrá que 'estirar' las hostias existentes, que es casi como tener que multiplicar los panes", refiere a 14ymedio José Luis Pueyo, un sacerdote español que trabaja en Caibarién, Villa Clara. "Tendremos que partir en dos o tres cada hostia, hasta que se reinicie el abastecimiento".

Una vez al mes, expone Pueyo, los curas de cada parroquia van al obispado correspondiente y recogen las obleas de la comunidad. "No es un producto que se pueda guardar indefinidamente", detalla, "es conveniente que no transcurra demasiado tiempo para consumirlas, por ello deben ser continuos la producción y el abastecimiento".

"Si la carencia se convierte en algo crónico, que no parece, habría que traer las hostias del exterior, como se hace con el vino de las misas"

En cuanto a las carmelitas de La Habana –que se hicieron conocidas en 2015 por el documental español Un millón de hostias–, considera que "hacen un favor a las diócesis de la Isla", además de que el pago contribuye a la autosuficiencia económica del convento. "Si la carencia se convierte en algo crónico, que no parece, habría que traer las hostias del exterior, como se hace con el vino de las misas. También habría que encontrar diócesis o parroquias que las fabriquen, como ya sucedió en algún momento, o consagrar pan normal", calcula el sacerdote.

Sobre esta última alternativa, Pueyo aclara que solo podría servir un pan de harina de trigo sin mezclas ni manipulaciones, cosa imposible en Cuba.

"Las hostias se distribuyen por mes", asegura Pedro, un laico administrador en Villa Clara. "Cada diócesis encarga a las monjas las que necesita, las recoge en La Habana y paga una cuota muy módica para el sustento de las hermanas".

Pedro supone que la carencia de hostias generará muchos rumores sobre la Iglesia católica en Cuba y su relación con el Gobierno. Afirma que con las monjas había un acuerdo para el suministro de harina, y que el régimen no lo ha cumplido.

"Hay que aclarar que el papa Francisco no manda harina, como piensan algunos, ni tampoco es su obligación. Cada país tiene su sistema de fabricación y obtención de hostias". En la Isla, dice, también se fabrican hostias a nivel local y en pequeñas cantidades, aunque desconoce los detalles de la producción.

Sebastián, otro laico vinculado a la diócesis de Matanzas, asegura que las carmelitas producen "todas las hostias consumidas al menos en la mitad occidental de la Isla". "Hace años, las monjas pudieron modernizar el proceso: no se trata de pan común, sino de una oblea cuya masa debe enfriarse siguiendo un método muy estricto, y luego se coloca en planchas muy calientes, que les dan forma y las cortan".

La carencia de hostias no detendrá la rutina religiosa en Cuba, pero "afectará tremendamente la vida de miles de católicos, que gira en torno a las misas dominicales"

Considera Sebastián que la carencia de hostias no detendrá la rutina religiosa en Cuba, pero "afectará tremendamente la vida de miles de católicos, que gira en torno a las misas dominicales".

Además, precisa, los católicos no serán los únicos afectados. "Evangélicos, anglicanos, ortodoxos y muchas otras denominaciones acuden a los obispados a comprar hostias para sus propias celebraciones".

No es la primera vez que hay una crisis pero siempre se había logrado sortear el obstáculo. Pero esta vez, el anuncio ha hablado más que por mil testimonios de las penurias que estamos afrontando", lamenta. "Es como si se fuera a corroborar literalmente el dicho de que 'aquí no queda ni hostia'".

Las carencias de materias primas han afectado notablemente a las iglesias y proyectos independientes. Recuerda Sebastián que, hace algún tiempo, la sexagenaria publicación jesuita Vida Cristiana –una de las que reprodujo el anuncio de las monjas carmelitas– afrontó una severa crisis de papel. Lo mismo ocurrió con decenas de publicaciones religiosas en la Isla, que detuvieron su producción o desaparecieron completamente.

"Un problema adicional es la falta de electricidad: con apagones de más de doce horas, ¿qué proceso de fabricación puede subsistir?", dice.

Aunque el panorama de las protestas contra las carencias y los apagones parezca haberse mitigado, muchos pueblos del interior del país sufren largos cortes del fluido eléctrico. Las penurias han provocado que, ante el encarcelamiento de manifestantes y el agravamiento de los problemas, los sacerdotes y religiosas de la Isla continúen denunciando la situación.

En Camagüey, el sacerdote Alberto Reyes publicó a través de sus redes sociales un mensaje de apoyo rotundo a los manifestantes: "Teniendo en cuenta la inaceptable falta de electricidad en Esmeralda, si alguien va a convocar una protesta pacífica, avíseme para tocar las campanas de la iglesia".

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