La vuelta de los limones a las cocinas cubanas va a tardar, advierten las autoridades
Productores reorientan sus cultivos a frutales ante plagas conocidas como 'dragón amarillo' que afectó los cultvos de naranjas, toronjas, limones
La Habana/A la sequía, los altos costos de cultivo y plagas como dragón amarillo se atribuye el decrecimiento en la producción de cítricos en el municipio de Jagüey Grande, en Matanzas. "De aquí a unos dos años quizá no haya ninguno, quien diga otra cosa les está mintiendo", dijo a Granma este lunes una residente del poblado Torriente.
En la publicación se hace referencia a plantaciones "empobrecidas y gajos secos" para indicar que de los "campos de cítricos, perfectamente delineados, no queda nada" y nuevamente retomó el sentir de la mujer que junto a su esposo dedicó la mayor parte de su vida al cultivo de los agrios. "Lo que sucede es que el cítrico está enfermo y no hay con qué curarlo, esa es la pura verdad".
La falta de insumos y financiamiento han repercutido en la producción nacional. Al cierre de octubre de 2020, el Ministerio de Agricultura reportó un inventario de plantaciones de 11.907 hectáreas de cítricos, de ellos 3.847 hectáreas eran de naranja, 5.439 de toronja, 2.000 de limas y limones. Una cifra muy alejada de las 100.000 hectáreas de agrios registradas en 1990.
En Jagüey Grande, unos de los territorios que más cítricos aportaba al país, se culpa a la falta de "medicina para combatir" la "maldita plaga" del dragón amarillo
Limones a los que hay que prácticamente apalear antes de cortar y aun así cuando se exprimen apenas sueltan unas gotas, tarimas de mercados donde una vez las naranjas, las toronjas y las mandarinas protagonizaron largos meses del año y que ahora están vacías o con boniato, cebollino y col, son algunas de las señales de la caída en picada del sector.
En Jagüey Grande, unos de los territorios que más cítricos aportaba al país, se culpa a la falta de "medicina para combatir" la "maldita plaga" del dragón amarillo. "Requerimos de capital financiero para adquirir la tecnología y el amplio espectro de químicos que son necesarios para combatir las plagas", reconoció el subdirector adjunto de la Empresa Agroindustrial Victoria de Girón, Michael González Noda.
El Observatorio Cubano de Conflictos advirtió en una publicación en 2020, que la falta de inversión en los planes de cultivo han repercutido en la producción, la situación llevó a la Isla "en 2019 a importar de México naranjas y limas para abastecer los hoteles".
Ante la falta de financiamiento, la Unidad Empresarial de Base Granja número Dos reorientó sus cultivos a la siembra de calabaza, pepino, quimbombó, yuca, plátano y otros productos dentro del cultivo del cítrico.
El modelo también ha sido adoptado por la empresa Victoria de Girón con plantaciones de guayaba, mango, mamey, piña y aguacate. González estima que "en breve tiempo la producción alcance la cifra de unas 50.000 toneladas, en su mayoría destinadas al procesamiento industrial".
Productores como Daniel Oliva prefieren "plantar pequeñas cantidades" para garantizar rendimientos
Degustar un jugo de naranja o de toronja parece que será prácticamente imposible en Jagüey Grande en poco tiempo. Productores como Daniel Oliva prefieren "plantar pequeñas cantidades" para garantizar rendimientos y evitar la pérdida de hectáreas de cítricos por las plagas y enfermedades.
Pero los cítricos no eran poca cosa. En los años 70 y 80 se desarrolló un amplio plan citrícola en la Isla de la Juventud, donde los campos de toronjas, limones y naranjas alternaban con escuelas internas en las que estaban becados muchos estudiantes de América Latina, África y países asiáticos.
Aquel modelo de gestión se difundió como una alternativa de "estudio y trabajo" pero con la caída del bloque socialista de Europa del Este, el proyecto fue declinando hasta convertirse en amplios campos llenos de hierbas y edificaciones abandonadas. Desde entonces, contar con cítricos en el día a día se ha convertido en un lujo en los hogares cubanos.
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