William Agüero, el artista cubano que transforma la basura en arte

Sus obras, confeccionadas a partir de "tarecos" y desechos, pueblan su barrio de El Vedado habanero

Agüero tiene cierto aire rastafari, va vestido con una camiseta azul y le gusta conversar. (14ymedio)
Agüero tiene cierto aire rastafari, va vestido con una camiseta azul y le gusta conversar. (14ymedio)
Nelson García/Juan Izquierdo

26 de octubre 2023 - 15:20

La Habana/William Agüero está sentado en el centro de su taller, que también es su mundo. El reguero es notable. Máscaras, ventiladores, una máquina de escribir, tubos de óleo, pinceles, un viejo refrigerador Philco, esqueletos de radios soviéticos y objetos imposibles de clasificar. Si lo llaman artista es por casualidad; él prefiere otra definición: atrevido.

Tiene cierto aire rastafari, va vestido con una camiseta azul y le gusta conversar. Si hay ron de por medio, mejor. Hace tiempo, Agüero descubrió que la vocación de su trabajo era esquivar cualquier encierro y salir al aire libre. Empezó por casa: la calle 21, entre 8 y 10, en El Vedado habanero.

Aunque no conozcan a Agüero, todo el mundo ha visitado su mundo: grandes ojos abiertos sobre postes y árboles, discos que se transforman en escamas brillantes, caras sobre troncos quemados, inodoros en los que crecen toda clase de plantas. "En la cabeza tengo muchas más cosas", advierte.

La potencia creativa de Agüero no descansa. Si tuviera dinero, más pintura y materiales, ya hubiera expandido su obra por toda La Habana. Una ciudad en ruinas, donde los vertederos parecen tener vida propia, es el terreno ideal para su objetivo: transformar en arte lo que todos consideran inservible.

"Empecé jugando", cuenta a 14ymedio. "Antes me dedicaba a hacer zapatos, pero un amigo pintor que falleció hace poco, de apellido Miruelo, me pidió que le vendiera unas pinturas. Yo conocía a mucha gente y las vendí todas, menos una". Eso bastó para desatar el mundo que, según Agüero, llevaba escondido.

Cuando tuvo esa revelación, su esposa estaba hospitalizada, de manera que el arte también fue un remedio para aliviar la tensión de esos días. Comenzó pintando "a su manera", pero siguió vendiendo el trabajo de otros –discos de vinilo de "unos muchachos, que son muy buenos pintores"– hasta que decidió hacer sus primeras "caretas".

"Me gustó y me inserté en ese mundo", recuerda ahora. Compró lienzos y algunos materiales. También vio unas tazas de baño en la basura y dijo: "Vamos a darles utilidad". Así ha sucedido con toda clase de "tarecos", como él llama a los artefactos que ha rescatado del vertedero. Se ha hecho casi famoso, explica, y su trabajo ha salido en televisión.

Sin embargo, y a pesar de que muchos colegas pintores lo han invitado a exponer su obra en varias galerías, nunca ha recibido ayudas del Estado. "Todo lo he hecho con mis propios medios y esfuerzos", se enorgullece. Si acaso, los amigos y admiradores pasan por su taller y le dejan "una cosita ahí", que luego transforma en arte.

"Elimino la basura", señala Agüero. "Si no fuera por este proyecto, el vertedero que hay en la esquina de mi barrio ya estaría llegando a mi casa. Un día la recogen, y luego se pasan tiempo sin venir". El reciclaje es su contraataque y la manera en que le demuestra a su comunidad que, a pesar de las condiciones inaceptables de Cuba, la vida no tiene por qué ser deprimente.

Por supuesto, hay quien lo ha llamado loco o cosas peores. El proyecto ha tenido sus detractores. "Pero a la gran mayoría", dice satisfecho, "le parece muy bien lo que he hecho en el barrio. Hay a quien le molesta. Qué vamos a hacer: la crítica existe en todas partes", afirma. Lo mejor del trabajo es cuando vienen los niños. Donde otros ven solo trastos, ellos –como el artista– saben ver carros fantásticos o motos imaginarias.

Está dispuesto a hacer más, mucho más, pero todo lleva "su parte económica", calcula. "Todo está caro, en especial las pinturas, y es difícil". No obstante, por el barrio siguen pasando visitantes de todo el mundo. Gente que explora la otra Habana, la que no figura en las guías turísticas, y descubre los tarecos mágicos de Agüero.

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