Fallece en La Habana a los 94 años Zenaida Armenteros, reina de la cultura afrocubana

Obituario

Primera bailarina, cantante y actriz, dio vida y carácter al Conjunto Folklórico Nacional desde su fundación

La musicógrafa cubana Rosa Marquetti la despidió con estas palabras: “Voz y cuerpo danzante bendecidos con la genialidad por los mismos 'orishas' a los que cantó y bailó".
La musicógrafa cubana Rosa Marquetti la despidió con estas palabras: “Voz y cuerpo danzante bendecidos con la genialidad por los mismos 'orishas' a los que cantó y bailó". / Facebook / Pedro Maytín
14ymedio

15 de septiembre 2025 - 12:29

La Habana/Zenaida Armenteros Calvo, reconocida como la Ayagba –“la Reina”, en lengua yoruba– de la cultura afrocubana, falleció este domingo en La Habana a los 94 años. Primera bailarina, cantante, actriz, profesora y fundadora del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba, Armenteros fue una de las figuras más relevantes de la escena artística cubana del siglo XX. Su legado traspasó fronteras y le valió el Premio Nacional de Danza en 2005, así como el aplauso de públicos de más de cincuenta países.

Nació el 10 de enero de 1931 en el barrio de Carraguao, en el Cerro habanero. Desde niña mostró una inclinación natural hacia el canto y la danza, aunque tuvo que compaginarla con las responsabilidades domésticas y la dureza de la vida cotidiana. No logró completar los estudios primarios, pero de esa infancia tomó una rica memoria cultural que se convertiría en la materia prima de su arte, con la vocación por hacer visibles las raíces africanas de la identidad cubana.

Su carrera artística comenzó en 1946, con apenas 15 años. Debutó en la radio y pronto incursionó en la televisión, el teatro, el cabaret y el cine. Fue alumna de grandes maestros como Obdulio Morales, Luisa Barroso, Nieves Fresneda, Ramiro Guerra y Santiago Alfonso, quienes ayudaron a pulir su talento innato y a convertirla en una artista integral.

En 1962, Armenteros fue una de las fundadoras del Conjunto Folklórico Nacional de Cuba, institución que se convertiría en su casa artística durante décadas. Allí asumió los principales papeles como primera bailarina, actriz y cantante, y se ganó el respeto de colegas y espectadores. En escena interpretó a numerosas orishas del panteón yoruba, aunque su caracterización de Oyá –la deidad del viento y las tormentas– es especialmente recordada por su fuerza y veracidad.

Su obra estuvo marcada por la fidelidad a la danza y el respeto profundo por las raíces que representaba

A lo largo de su carrera participó en más de treinta obras del repertorio folklórico nacional y llevó la música y la danza afrocubanas a escenarios de América, Europa y Asia. Su proyección internacional le valió reconocimientos en Francia, Italia, Inglaterra y Perú. Más allá de las tablas, fue una apasionada docente, profesora habitual en los cursos de verano de la Facultad de Arte Danzario del Instituto Superior de Arte (ISA), donde contribuyó a formar a nuevas generaciones de artistas dentro y fuera de Cuba.

Su presencia escénica fue descrita por críticos como majestuosa y profundamente espiritual. La musicógrafa cubana Rosa Marquetti la despidió con estas palabras: “Voz y cuerpo danzante bendecidos con la genialidad por los mismos orishas a los que cantó y bailó con la veracidad, talento y elegancia que la hicieron ser lo que es y será para siempre: mujer trascendente en la cultura cubana, hija predilecta de nuestras ancestras, de sus voces y de su guía, guardiana de la fuerza y la belleza. Descansa en la paz y la gloria”.

Su obra estuvo marcada por la fidelidad a la danza y el respeto profundo por las raíces que representaba. En cada paso, en cada gesto, en cada nota de su canto, Armenteros convocaba la memoria colectiva de los esclavizados, de los músicos anónimos, de los tambores que llegaron de África. Esa tensión entre rigor estilístico y entrega emocional hizo de ella una artista irrepetible, al mismo tiempo disciplinada e inspirada, capaz de convertir el escenario en un espacio ritual.

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