La estrella de Belén que guio a los Reyes Magos: ¿existió realmente?

Astronomía

Un científico de la NASA plantea una teoría que encaja, pese a que la descripción no cuadra con el comportamiento de ningún objeto astronómico

El capítulo 2 del Evangelio de san Mateo es el único pasaje bíblico que menciona a los “Magos que venían del Oriente”
El capítulo 2 del Evangelio de san Mateo es el único pasaje bíblico que menciona a los “Magos que venían del Oriente” / Wikimedia Commons
Javier Yanes/ Agencia SINC

25 de diciembre 2025 - 07:46

“Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño”. Es el capítulo 2 del Evangelio de san Mateo, el único pasaje bíblico que menciona a los “Magos que venían del Oriente” –nada de reyes– y su viaje siguiendo una estrella que los guiaba hasta “el Rey de los judíos que ha nacido”. Curiosamente, no se dice cuántos eran los magos, ni mucho menos sus nombres. Sí que llevaban tres regalos, oro, incienso y mirra, y de este dato se infirió su número.

Ni la estrella ni los magos aparecen en otros Evangelios. Con lo que, para una mención tan breve y vaga, el éxito y la repercusión que ha tenido serían la envidia de cualquier publicista o creador de historias: los Reyes Magos se convirtieron en personajes favoritos de la Navidad, y la estrella de Belén en uno de sus símbolos más clásicos. Pero ¿hay fundamento para creer que la estrella existió realmente?

La duda es razonable, incluso para académicos dentro de la propia Iglesia católica. El astrónomo y jesuita Guy Consolmagno, director emérito del Observatorio Vaticano, escribía que el relato de la estrella “pudo haber sido una historia piadosa que san Mateo insertó en su Evangelio para comparar el nacimiento de Jesús con el de los emperadores romanos, que utilizaban ese tipo de astrología para demostrar su legitimidad”.

La estrella “pudo haber sido una historia piadosa que san Mateo insertó en su Evangelio para comparar el nacimiento de Jesús con el de los emperadores romanos"

Consolmagno también contempla la posibilidad de un “suceso milagroso”, una versión defendida por parte de la Iglesia. Pero el científico y sacerdote tampoco descarta que pudiese tratarse de algún fenómeno astronómico real; por ejemplo, un cometa, una nova –la aparición de una nueva luz debida a algún suceso estelar–, una conjunción de planetas… Sin embargo, concluye: “¿Qué era la estrella de Belén? No lo sé. ¿Qué era la estrella de Belén? No importa”. Admite, a regañadientes, que es un misterio divertido.

Este enigma ha atraído la curiosidad de numerosos astrónomos y otros investigadores, en busca de un fenómeno identificable que pudiese corresponderse con lo descrito por san Mateo: una “estrella” que “iba delante” de los Magos durante su camino a Belén para después detenerse sobre el lugar donde estaba el niño.

El problema es este extravagante comportamiento: aunque varios objetos astronómicos podrían explicar la aparición de una luz en el cielo, ninguno de ellos habría obedecido a aquel extraño patrón de movimiento. Como escribe el astrónomo de la NASA Mark Matney en un estudio en la revista Journal of the British Astronomical Association, “los objetos astronómicos típicos –estrellas, planetas, cometas– salen por el este y se ponen por el oeste, debido a la rotación de la Tierra”. No se elevan y luego se detienen caprichosamente.

Este obstáculo ha llevado a algunos académicos a zanjar la cuestión negando que la estrella de Belén fuese real, mientras que otros han reinterpretado el texto de san Mateo para forzar la adaptación de sus palabras a un comportamiento que sea físicamente posible para un objeto astronómico. En cambio, lo que aporta el estudio de Matney, que el astrónomo ha elaborado de forma independiente a sus investigaciones en la NASA, es “asumir que el texto de Mateo es una descripción precisa y directa de un fenómeno astronómico natural”.

“Cuando examinamos la historia, es importante separar las tradiciones de los hechos puros registrados en nuestras fuentes”

No obstante, y según subraya el astrónomo a SINC, “cuando examinamos la historia, es importante separar las tradiciones de los hechos puros registrados en nuestras fuentes”. Si bien la idea que reina en la tradición y en las ilustraciones es que los Magos siguieron la estrella en el cielo desde Oriente hasta Belén, en realidad no es eso lo que narra el texto evangélico: se presentaron ante Herodes en Jerusalén preguntando dónde había nacido el rey de los judíos porque habían visto su estrella en el Oriente. “Ninguna mención en este punto de que hubiesen seguido la estrella”, aclara Matney.

Pero si los Magos simplemente habían visto una nueva estrella, ¿por qué la relacionaron con un significado tan peculiar? “Siempre ha sido un misterio qué tenía aquella estrella que les hizo ensillar sus camellos y poner rumbo al oeste hacia Jerusalén”, dice Matney. Para explicarlo, entra en juego el fenómeno que el experto propone como la estrella de Belén: un cometa que aparece registrado en los anales chinos entre marzo y abril del año 5 antes de nuestra era, una fecha coherente con las cronologías del nacimiento de Jesús que manejan los expertos.

Según apunta a SINC el astrofísico de la Universidad Complutense de Madrid Carlos de la Fuente Marcos, una autoridad mundial en el cálculo de trayectorias orbitales, el trabajo de Matney no es el primero que propone el cometa divisado en China en el 5 a.C., y que fue visible durante 70 días, como la estrella de los Magos. “La información en estos trabajos parece convincente en cuanto a que un cometa brillante fue observado desde varios lugares en esas fechas, y a que sus propiedades podrían ser consistentes con los acontecimientos históricos relatados por varios historiadores”, comenta De la Fuente Marcos.

El propio Matney cita las investigaciones previas del físico Colin Humphreys, hoy en la Universidad Queen Mary de Londres. Humphreys desarrolló extensamente la hipótesis sobre este cometa, aunque adjudicó la primicia de asociar el antiguo avistamiento chino a la estrella de Belén al jesuita francés Jean-François Foucquet, en 1729, quien lo clasificó como nova. Humphreys y Matney coinciden en reconocerlo como un cometa. A partir de la descripción china, ambos autores han situado la posición del objeto en la constelación de Capricornio.

La astrología y la astronomía por entonces eran una misma cosa, y los fenómenos celestiales se traducían a profecías

Y esta es la explicación: Matney cuenta que los astrólogos de la época asociaban Capricornio con Siria y Judea. La astrología y la astronomía por entonces eran una misma cosa, y los fenómenos celestiales se traducían a profecías; a esta pudieron sumarse otras que coincidieron en una conclusión: “Un nuevo rey de los judíos había nacido”, precisa Matney y, “naturalmente, se dirigieron a la capital, Jerusalén”. Una vez allí, tampoco fue la estrella la que los condujo a Belén; el Evangelio relata que fueron los sumos sacerdotes y escribas de Herodes quienes adujeron que, según la profecía de Miqueas, aquel nuevo rey debía nacer en Belén.

Por lo tanto, los Magos “no necesitaron la estrella como un GPS”, explica Matney; “era una carretera relativamente directa desde Jerusalén a Belén, pero ver la estrella pudo confirmarles que estaban en el camino correcto”. Y a todo esto que no es novedoso, ya que corresponde a las aportaciones originales de Humphreys, el estudio de Matney añade algo nuevo: una órbita. El astrónomo ha aplicado un modelo matemático de computación para calcular una posible trayectoria orbital que sea físicamente posible y que cumpla literalmente la descripción de Mateo, sin interpretaciones forzadas.

La clave está en que, según Matney, el cometa procedía del espacio lejano con una órbita que lo habría llevado a pasar cerca de la Tierra a comienzos de junio del año 5 a.C. Y durante unas horas, habría descrito una órbita aparentemente geosincrónica; es decir, que la rotación de la Tierra habría compensado el movimiento del objeto para un observador terrestre, de modo que habría parecido detenido en el cielo. En cierto modo, el efecto es similar a cuando viajamos en un coche junto a un tren que avanza a la misma velocidad.

Así, el cometa habría ido delante de los Magos, exactamente como dice el Evangelio, antes de pararse sobre el cielo de Belén en la mañana del 8 de junio. Según Matney, “el extraño comportamiento de la estrella habría sido una visión extraordinaria para aquellos astrónomos avezados”.

“El extraño comportamiento de la estrella habría sido una visión extraordinaria para aquellos astrónomos avezados”

Matney admite que la órbita propuesta aún es meramente hipotética, y echa de menos alguna otra observación complementaria registrada por astrónomos antiguos en otra ubicación que pudiese ayudar a concretar más el movimiento del cometa. “Hasta que aparezca, será solo una teoría verosímil”, concluye. También lo es para De la Fuente Marcos: “El escenario parece razonablemente plausible”, valora el astrofísico español.

Por otra parte, Humphreys no está plenamente convencido de los nuevos resultados. Insiste en que sin tres observaciones independientes en diferentes momentos “no es posible calcular la órbita del cometa”, cuenta a SINC. El físico estima que Matney asume demasiadas suposiciones y que su órbita “es solo una de muchas posibles”.

Pero, sobre todo, Humphreys se aferra a su interpretación del texto evangélico: “El cometa tenía una larga cola (según el registro chino), lo que apuntaba su cabeza hacia el lugar donde estaba Jesús, a ojos de los Magos viajando de Jerusalén a Belén”. Para el físico, esto es lo que quería decir Mateo cuando escribió que el cometa se detuvo: “¡Como una flecha apuntando a un lugar!” De lo que Humphreys no duda es que la estrella de Belén existió, y que su identidad ha quedado plena y definitivamente zanjada como aquel cometa que un astrónomo chino apuntó en sus registros hace 2.030 años. “¡Cuadra tan bien con la descripción del Evangelio!”.

Texto original: Agencia SINC

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