Batista, el Golpe

Portada del libro 'Batista, el golpe'
Fragmento de la portada del libro 'Batista, el golpe'
José Gabriel Barrenechea

07 de noviembre 2014 - 14:33

Santa Clara/Durante más o menos las primeras 140 páginas de este libro es muy probable que quien lea historia para mucho más que entretenerse en lo anecdótico se halle tan perdido como lo estuve yo. El asunto es que en el análisis de los antecedentes del Golpe del 10 de marzo los autores no parecen tener ninguna idea clara. Se escribe historia siempre para defender alguna tesis, mas en esa casi primera mitad del libro no la hay de ninguna especie.

En un primer momento pensé que el objetivo de José Luis Padrón y Luis Adrián Betancourt no era otro que defender la versión oficial sobre ese determinante suceso de nuestra historia. No obstante, algo no encajaba. Es cierto que, por ejemplo, se echaba mano de ese amasijo de patrañas con que Enrique Cirules ha pretendido tergiversar la historia de nuestros últimos años republicanos, o que se aceptaban muchos de los tópicos sobre la pretendida anarquía y corrupción totales durante el Gobierno de Carlos Prío. Mas a su vez se cuestionaba la versión de alguien que en sus últimos años llegó a ser "rescatado" con beneplácito por el poder, Luís Ortega.

Y sobre todo, se citaba con demasiada asiduidad al Comandante, un personaje tan secundario en aquellos hechos que nada concreto logra aportar, pero esa misma insistencia en citar a tan inútil testigo lo llevaba a uno a preguntarse si los autores no preparaban el ambiente para alguna declaración más bien heterodoxa.

En el convencimiento de que allí había gato encerrado, continué con una lectura que desafiaba mi capacidad de comprensión. Debo añadir que en 2010, durante la Feria del Libro en Santa Clara, tuve ocasión de conversar largamente con Luis Adrián Betancourt, y para nada me había parecido un ditirambista más. Definitivamente no encajaba que el escritor lúcido con quien había conversado de la llamada Lucha contra Bandidos en el Escambray en un tono tan factual, se pusiera, a estas alturas del juego (noveno inning), a sostener las insostenibles versiones oficiales sobre el Golpe. Como he dicho, aquello me olía más a una de esas transacciones que deben hacer los escritores en sistemas políticos como el nuestro para poder decir algo de peso. ¿Pero qué? Porque nada nuevo lograba avizorar ya con centenar y medio de páginas a mis espaldas.

Todo parece demostrar que el Golpe no fue muy bien recibido por la mayoría de las instituciones de los EE UU

Después de algunos barruntos la respuesta me llegó en la página 184, en que comienza el capítulo XVII: Washington no fue el primero. Es precisamente aquí que el libro de historia en realidad arranca, y que termina todo el esfuerzo, diplomático, previo. Esfuerzo desplegado para mejor hacer recibir esta tesis: no está para nada comprobada la inspiración norteamericana del Golpe, y más bien todo parece demostrar que no fue muy bien recibido por la mayoría de las instituciones de los EE UU.

En este sentido son también parte del libro las tesis de ¿Y los americanos qué?, además de La pandemia del anticomunismo, enfermedad de la posguerra: el episodio cubano o ¿Fue Prío santo de la devoción norteamericana? En ellos se parte de reconocer que no fueron los americanos los primeros en reconocer al régimen de facto, sino más bien casi los últimos, al menos en las Américas. Se detalla luego, en base a abundante documentación desclasificada del Departamento de Estado de EE UU, el tenso proceso de reconocimiento y la subsiguiente frialdad que por meses mantuvieron los estadounidenses con el régimen. Se insiste sobre todo, como motivo para ello, en los conocidos vínculos de Batista con los comunistas cubanos.

Esos vínculos –debo aclararlo, pese a lo que digan los autores– no se debieron a la coyuntura antifascista: es significativo que nunca fueron mejores que en el periodo de agosto de 1939 a junio de 1941 (alianza Stalin-Hitler) durante el cual los comunistas pueden ser catalogados de cualquier cosa, menos de antifascistas.

En cierta medida, si se obvia su amplia parte diplomática, este libro viene a ser como un complemento de otro sobre el mismo tema publicado hace una década por Newton Briones Montoto, General Regreso. Lo que a aquel le faltaba, el análisis documentado de la participación americana en el Golpe, aquí podrá encontrarse ahora. Ambos, por lo tanto, se unen en el esfuerzo por analizar aquel aguacero extemporáneo que provocó los lodos en que Cuba se encuentra atascada desde entonces.

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