¿Ideología? "No tengo ninguna"

En clave de sarcasmo la obra 'Epic Book' cuestiona la excesiva militarización de la Isla y la ideologización temprana de los niños

Epic Book. (deskgram.org)
'Epic Book' tiene todas las claves de un espectáculo de transformismo al estilo de los que se presentan en el cabaret Las Vegas, en la calle Infanta de La Habana, o en El Mejunje de Santa Clara (deskgram.org)
Ignacio de la Paz

14 de agosto 2018 - 16:35

Camagüey/La complicidad que se establece entre los espectadores crea el clima perfecto para Epic Book, una puesta en escena que cada domingo de julio y agosto sacude y hace reír a los camagüeyanos. En clave de sarcasmo la pieza cuestiona la excesiva militarización de la Isla y la ideologización temprana de los niños.

De la mano del director David Pimentel Martín, la compañía Noventísimo Performance Project no escatima ironías en el Café Teatro de la sede de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) de Camagüey. Desde que los espectadores llegan al lugar se topan con una mezcla de caótica insolencia y desparpajo que ridiculiza los llamados valores de la sociedad socialista cubana.

Tanta irreverencia, combinada con un logrado y multifacético trabajo actoral, han provocado que Epic Book se convierta en un fenómeno en medio del cálido agosto de la provincia, donde las altas temperaturas se combinan muchas veces con las pocas opciones culturales de calidad. La voz se corre y, ante la mordacidad de la obra, unos sueltan las carcajadas y otros esconden las culpas.

"La misma quemazón, la misma palmadera, la misma peste. La vaca va montada en el camión, no por placer, por necesidad", son las frases que salen al encuentro de los espectadores desde el mismo cartel que anuncia las funciones. En esa surrealista imagen se condensa mucho de la desfachatada crítica que comienza nada más pronunciarse los primeros parlamentos.

Tanta irreverencia, combinada con un logrado y multifacético trabajo actoral, han provocado que 'Epic Book' se convierta en un fenómeno en medio del cálido agosto de la provincia

Pimentel aclara a los espectadores que Noventísimo Performance Project tiene un "color rosado fucsia" y que el año en que estuvo inactivo no fue porque se encontraran sus miembros de viaje por el extranjero, sino porque estaban "pajareando". La risotada brota y siempre hay algún que otro despistado visitante que se pone rojo hasta las orejas y muestra cara de haberse equivocado de lugar.

Epic Book tiene todas las claves de un espectáculo de transformismo al estilo de los que se presentan en el cabaret Las Vegas, en la calle Infanta de La Habana, o en El Mejunje de Santa Clara. Sin embargo, el show lúdico está salpicado de mordaces diálogos en los que se incluyen desde versos de José Martí, pasando por las rimas de Bonifacio Byrne hasta llegar a las canciones de Luis Casas Romero.

Como elemento que da contexto muy actual a la pieza se toca el candente tema del matrimonio homosexual, que enciende las pasiones en el debate sobre la reforma constitucional. La oposición activa de los sectores conservadores religiosos es mostrada en contraposición a las demandas de la comunidad LGBTI.

Así, Pimentel va tejiendo parlamentos que silban como dardos hacia los pilares simbólicos del sistema. Uno de ellos, al peor estilo soviético y muy común en las décadas de los 70 y los 80 del siglo pasado, es aquel que promovía los estímulos morales a los trabajadores 'vanguardias', entre los que destacaban abundantes diplomas que llenaron las paredes de los abuelos y los padres de esos que hoy miran con indiferencia o burla tanta parafernalia.

A quien no le queda claro que 'Epic Book' expresa esa marcada apatía de los millennials cubanos, llega el subrayado en la voz de una actriz que declama: "Ideología, no tengo ninguna"

En un acto catártico, los espectadores reunidos en la terraza de la AHS, deben hacer trizas el diploma de vanguardia que le han entregado un poco antes. Zas, zas, zas, desgarran el papel que significa para muchos de ellos un pasado lleno de falsas promesas de futuro. Zas, zas, zas y los pedazos caen en el duro suelo de una realidad bien diferente a aquella que les hicieron creer que estaba a la vuelta de la esquina.

A quien no le queda claro que Epic Book expresa esa marcada apatía de los millennials cubanos, llega el subrayado en la voz de una actriz que declama: "Ideología, no tengo ninguna". La frase, dicha con el énfasis de una pionera que declama en un matutino escolar, resume el mecanismo protector en que se han refugiado esos niños crecidos entre las llamadas tribunas antiimperialistas y la Mesa Redonda.

Precisamente, el momento más logrado de la obra es el poético rejuego de palabras del clásico poema Abdala de José Martí. Unos versos que todo niño cubano ha debido recitar en algún que otro momento, pero que en el contexto de la pieza de Pimentel alcanzan un afilado cuestionamiento de ciertos conceptos como el patriotismo y el deber.

Cuando se apagan las luces y dejan de sonar las voces, la gente regresa a casa procesando aún lo que acaban de ver en escena. A pesar de las risas vertidas y el tono de jolgorio de Epic Book, un sentimiento de desazón se instala en los espectadores, como si los actores hubieran hecho estallar por completo cualquier resto de burbuja utópica que les quedara.

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