'El caso Padilla' revela imágenes inéditas del escarmiento del poeta cubano Heberto Padilla

'Vicenta B.', la santería en ayuda de las cubanas que ven escapar a sus hijos

Pavel Giroud, cubano afincado en Madrid, dirige 'El caso Padilla', presentada este domingo en el Festival de San Sebastián. (Fotograma)
Pavel Giroud, cubano afincado en Madrid, dirige 'El caso Padilla', presentada este domingo en el Festival de San Sebastián. (Fotograma)
Marina Estévez Torreblanca

19 de septiembre 2022 - 14:43

San Sebastián/(EFE).- El poeta Heberto Padilla fue obligado en 1971 a entonar una "sentida autocrítica" ante el gremio de escritores cubanos y acusó de contrarrevolucionarios a algunos presentes, entre ellos su esposa, en una angustiosa sesión filmada que se muestra por primera vez en el documental El caso Padilla.

"Lo defino como un espectáculo terrible, un escarmiento", dice a Efe Pavel Giroud, cubano afincado en Madrid y director de la película presentada este domingo en el Festival de San Sebastián, que consigue enganchar al espectador con el montaje de una grabación inédita que llegó a sus manos hace unos años, y cuyo origen no quiere desvelar.

Las imágenes de la autoinculpación por su falta de compromiso con el régimen del autor de Fuera de juego están intercaladas con testimonios de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Jean-Paul Sartre, Jorge Edwards, Guillermo Cabrera Infante, Carlos Fuentes y Fidel Castro, entre otros.

"Desestructuré la cronología para que la película evolucionara con personajes dramáticos", explica Giroud, que compite en la sección Horizontes Latinos

"Desestructuré la cronología para que la película evolucionara con personajes dramáticos", explica Giroud, que compite en la sección Horizontes Latinos. Asegura que ha buscado "exponer un hecho y que el espectador saque sus propias conclusiones", además de indagar en las causas y consecuencias de aquel evento, en el que usaron a Padilla para "dar un escarmiento", según su tesis.

¿Ironizaba el poeta cuando aseguraba que durante su detención había comprendido por fin que sus versos y sus conversaciones habían sido excesivamente pesimistas para la Revolución? ¿O era el miedo la única fuerza impulsora de su mea culpa?

El director mostró algunas de estas imágenes inéditas a Vargas Llosa. "Me dijo que no es lo mismo leerlo que verlo (hasta ahora solo había testimonios escritos) y que ahora entiende a Padilla cuando decía que ese día estaba mandando un mensaje".

La reclusión del poeta, que llegó a ocupar cargos de responsabilidad cultural en los primeros años de la revolución, había movilizado a grandes intelectuales y artistas a comienzos de los años 70, entre ellos a Sartre, Simone de Beauvoir, Marguerite Duras, Susan Sontag, Vargas Llosa y Julio Cortázar, que intercedieron ante Castro para lograr su libertad.

Pero de la defensa de estas figuras renegó también un sudoroso y expresivo Padilla en aquella larga, densa y cargada sesión en la que le observaban serios y disgustados autores como Reinaldo Arenas, César López y Norberto Fuentes.

El director está convencido de que los que intervinieron, incluida su mujer, la artista Belkis Cuza Malé, habían preparado previamente su discurso con el poeta

Para el director, que lleva ocho años en España, el efecto de esta histriónica asunción de responsabilidades, que incluyó la intervención de otros escritores que decían haber comprendido que debían trabajar con más ahínco por la Revolución, fue el contrario del que buscaba el régimen.

Esta era la opinión también de García Márquez, que afirmó que no sabía si Padilla había hecho daño a la Revolución, pero sí que su autocrítica lo había hecho. El director está convencido de que los que intervinieron, incluida su mujer, la artista Belkis Cuza Malé, habían preparado previamente su discurso con el poeta.

Pero aunque Padilla acabara dando la vuelta de algún modo a la censura, para una persona de su talla intelectual debió ser "muy duro" verse sometido a esa situación, remarca Giroud. "A partir de ese momento no encontró su espacio". Acabó separado de su esposa y exiliado en EE UU en el año 80.

"Vargas Llosa lo encontró años después en Princetown y le vio muy apartado. Las derechas que al principio le aplaudieron pronto le darían de lado. Alguien de su posición no encontró un espacio en este universo sociopolítico", explica Giroud.

El autor de El justo tiempo humano, Las rosas audaces y Provocaciones murió en Alabama en 2000, por un ataque al corazón, a los 68 años, apartado y solo, lejos del hombre vital y carismático que había llegado a ser.

"Medio siglo después esa misma falta de libertad de expresión se ha multiplicado por diez en Cuba. El que no quiera ver lo que está ocurriendo, es que no quiere", dice Giroud, muy crítico con la posición de "silencio administrativo" de algunos partidos en España y Europa ante el Gobierno de la Isla. "La izquierda ya no defiende a Cuba, solo mira hacia otro lado, nos desconcierta mucho", confiesa.

Homenaje a la mujer negra y la santería

La santería como bálsamo para la soledad de las madres cubanas que pierden a sus hijos, bien porque se van de la Isla o bien porque se queman en ella, centra el argumento de la película Vicenta B., que también se presentó este domingo en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián, donde recibió una ovación.

Dirigida por el cubano Carlos Lechuga, está protagonizada por la magnética Linnett Hernández Valdés, en el papel de una poderosa santera que quiere ayudar a los demás y con ello descuida su vida personal, pero que pierde su don cuando sus preocupaciones le sobrepasan.

"Cuando la realidad te golpea, no valen copas ni barajas, es muy difícil mantener la fe", remarcó Lechuga en el coloquio posterior a la película.

El director, cuya abuela era echadora de cartas, tuvo que buscar una historia muy personal para poder volver a rodar en Cuba tras verse sometido a un periodo de censura y vigilancia por su anterior película, Santa y Andrés (2016), que relataba la amistad entre una campesina revolucionaria y un escritor gay al que tiene que vigilar durante tres días consecutivos.

"El mayor daño que ha ocurrido en Cuba es el daño a la familia, han separado a las familias, a los ancianos de los jóvenes que no tienen posibilidades en la Isla. Esta es una película de madres solas con hijos que o se van o se queman"

El resultado fue el guión de Vicenta B., donde no hay ni rastro de discurso ideológico. Sin embargo, su autor cree que es una película "bien política, porque todo en Cuba es político", como señaló en el coloquio posterior a la proyección.

Así, deja claro que jóvenes de la Isla se ven obligados a elegir entre desarraigarse y dejar atrás a sus familias para trabajar en el extranjero, o quedarse y vivir en una situación deprimente y de penuria, y con ello quemarse, lo que ha convertido al país en una "Isla de ancianos", dijo el director.

Cuando Lechuga rodaba la película, en el peor momento de la pandemia, acompañó a su madre a vacunarse contra el covid y observó como la mayoría de los que esperaban a vacunarse después eran personas mayores sin nadie a su lado.

"El mayor daño que ha ocurrido en Cuba es el daño a la familia, han separado a las familias, a los ancianos de los jóvenes que no tienen posibilidades en la Isla. Esta es una película de madres solas con hijos que o se van o se queman", remarcó, tras lo que pidió libertad para los presos políticos en Cuba.

La actriz Linnett Hernández Valdés, cubana residente en París, confesó que ha sido el rol más difícil que ha asumido en su carrera, en la que destacan títulos como Cartagena, junto a Sophie Marceau y Christopher Lambert, o Del amor y otros demonios, así como numerosas obras teatrales.

La actriz confesó que ella sí cree que "cosas sobrenaturales, espíritus que nos acompañan" y que, como se señala en la película, "un objeto, una piedra, un pedazo de madera, te puede transmitir un montón de cosas, sobre todo paz contigo mismo".

En el filme se relata que igual que los esclavos encontraron consuelo en los dioses cuando les arrancaron de África para llevarles a Cuba, o se quitaron la vida desesperados, ahora muchos de sus descendientes se agarran a la fe en una mezcla de cristianismo, religiones africanas, espiritismo y adivinación para suavizar sus condiciones de vida.

Para preparar su papel, tanto en París como en Cuba, la actriz acudió a tarotistas y cartománticas. "Me contaban cómo tiraban las cartas, hablaban, se conectaban con esos espíritus. Para mí este es sobre todo un homenaje a la mujer negra y santera cubana", concluyó entre aplausos.

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