'Cuaderno de Cuba', el viaje dibujado de Lapin a lo más diferente de la Isla
Madrid/(EFE).- Dibujar en vez de fotografiar, eso es lo que el ilustrador francés Lapin hace en cada uno de sus viajes porque, según cuenta a Efe, ésta es la única manera que tiene de "vivir" cada una de las ciudades que visita. Lugares como Cuba, la isla que dibujó durante tres semanas.
"¡Compadre, qué bien dibujas!", con expresiones como esta los cubanos rodearon al francés mientras dibujaba Cuaderno de Cuba (editorial Malpaso), su libreta de viaje donde sus dibujos hacen que las páginas se conviertan en una especie de guía turística "personal" sobre esta isla en la que vivió 21 días entre febrero y marzo de 2014.
Un tiempo necesario, menos sería "frustrante", para darle vida a este cuaderno de colores vivos y repleto de rostros de ciudadanos anónimos, coches de época y fachadas de los más ilustres edificios cubanos. Imágenes necesarias para Lapin porque sólo dibujando "vive" y "recuerda" sus viajes ya que, de lo contrario, no tiene la "sensación" de haber estado ahí.
"Con esas tres semanas he tenido que limitar bastante mis desplazamientos porque son tan caóticos los autobuses para ir de un lado a otro que sólo ir desde La Habana a Trinidad me hacía perder medio día, y yo necesitaba este tiempo para seguir dibujando porque en un retrato tardo un cuarto de hora, y un dibujo más elaborado de arquitectura o coches me lleva hora y media, más o menos", explica.
Y es que Lapin cuando dibuja se ve "obligado" a entender lo que tiene delante porque plasmar sobre el papel es eso: "entender y traducir" lo que ven sus ojos y escuchan sus oídos.
"Cuando dibujo se graba todo y luego recuerdo el sonido, lo que me cuenta la gente que se para a verme sentado en la calle, y esto es lo que me permite la libreta"
"Cuando dibujo se graba todo y luego recuerdo el sonido, lo que me cuenta la gente que se para a verme sentado en la calle, y esto es lo que me permite la libreta", añade este francés que cuenta con otros cuadernos sobre Barcelona, Estambul y Carcassone, entre otras ciudades.
Sin embargo, Lapin tiene claro que Cuaderno de Cuba no es una guía de viaje "para el gran público", tanto es así que a sus padres no se lo recomendaría, sino que se trata de un recorrido que puede seguir "alguien curioso" con ganas de "acercarse a la gente".
Nacido en la bretaña francesa y residente en Barcelona desde hace nueva años, Lapin muestra en este trabajo todos los "detalles" que le parecen "distintos" a lo que conocemos en nuestra cultura occidental.
Por este motivo, en Cuaderno de Cuba el paseo nos llevará desde una sesión de santería, donde entendió de lo que iba "esta religión", hasta la Feria del Libro de La Habana, donde se "permitió" ver "otro punto de vista" del régimen castristas a través de las ediciones de "libros soviéticos" que estaban a la venta.
Lapin tiene claro que 'Cuaderno de Cuba' no es una guía de viaje "para el gran público", sino que se trata de un recorrido que puede seguir "alguien curioso" con ganas de "acercarse a la gente"
Aunque también se permite ser más prosaico al meter al lector, también mediante sus explicaciones de texto, en el ambiente nocturno y jinetero del cabaré El gato tuerto, o al explicarnos cómo eran todos sus desayunos cubanos: "plátano, piña, guayaba, sandía, mango y papaya".
Y como nada de esto está inventado, y la realidad es tan palpable en estas páginas, el autor consigue meter de lleno al lector en el ambiente político, social y cultural de la Isla.
En cuanto al respeto que la edición de Malpaso ha tenido a su cuaderno original de viaje, el dibujante confiesa que lo único que ha cambiado es el "orden de las páginas" y algunos textos (con el objetivo de actualizarlos).
Dado que Lapin dibuja en un libro de contabilidad clásico, esos con sus guías azules y rojas, no puede "hacer trampa" con las ilustraciones, concluye Lapin.