El primer cubano que tocó el cielo estadounidense tras huir de la Isla por motivos políticos

Dos recientes películas están dedicadas la vida de Desi Arnaz y la pareja artística que formó con su mujer, Lucille Ball

Lucille Ball y Desi Arnaz, en los años cincuenta. (CC)
Lucille Ball y Desi Arnaz, en los años cincuenta. (CC)
Rosa Pascual

14 de marzo 2022 - 16:03

Madrid/El cubano Desiderio Alberto Arnaz y de Acha III fue un pionero en cumplir, hace más de 80 años, el sueño americano: convertirse en Desi Arnaz. Y lo hizo con tanto esmero que lo devoró. La vida de este santiaguero, que llegó a Miami sin nada y se convirtió en el productor más importante de EE UU durante los 50 y 60 junto a su esposa, Lucille Ball, se ha vuelto a poner de moda.

La culpa la tienen dos películas, una ficción y una documental, que han recuperado su historia. Por la primera, Being the Ricardos, aspira el español Javier Bardem a su segundo Oscar en su cuarta nominación al premio y segunda interpretando a un cubano, tras meterse –como un guante– en la piel de Reinaldo Arenas hace 22 años.

La otra, Lucy and Desi (de Amy Poehler), se acaba de estrenar en Amazon y disecciona las vidas de los dos miembros de la pareja más popular de la televisión estadounidense en los años 50 a través de sus propios testimonios, grabados en casete, y entrevistas con sus hijos y conocidos. El visionado de ambas es una buena oportunidad para acercarse a la figura del primer cubano que tocó el cielo estadounidense tras huir de la Isla por motivos políticos.

Arnaz, acomodado hijo del alcalde de Santiago durante el 'machadato', tiene que abandonar la Isla a los 15 años cuando "los bolcheviques" le queman la casa en 1933

Being the Ricardos, dirigida y escrita por el maestro guionista Aaron Sorkin, abre tres líneas argumentales simultáneas y comprimidas temporalmente en una semana que representan los tres hitos que marcaron la vida del matrimonio, no precisamente a la vez en la vida real. Por un lado, la lucha de egos entre Lucille Ball y Desi Arnaz, por otro su pertinaz batalla contra la cúpula de la televisión hollywoodiense de la época por mostrar en pantalla el embarazo de Lucy. Como trasfondo de todo, el hecho que estuvo a punto de poner fin al inusitado éxito de la pareja: el señalamiento de Ball como comunista durante la "caza de brujas" de McCarthy.

Lucy and Desi aborda por separado la infancia de cada uno de ellos. Ball –Nicole Kidman en la película de Sorkin–, criada por su abuelo, modelo y actriz de serie B con escasas dotes para despuntar, empieza a conocer la popularidad al sacar a relucir una inédita vis cómica que le da la oportunidad de crecer. Arnaz, acomodado hijo del alcalde de Santiago durante el machadato, tiene que abandonar la Isla a los 15 años cuando "los bolcheviques" le queman la casa en 1933. No llevaba nada en el bolsillo, pero aprendió a usar inicialmente su talento musical y popularizó la conga en EE UU, lo que le permitió dar el salto al cine, donde conoció a Ball, con quien se casó en 1940.

La pareja pasó varios años separada por cuestiones laborales y el ingreso de Arnaz en el Ejército, pero en 1950 comenzaron a cimentar lo que se convirtió en un imperio: Desilu Productions. La empresa, presidida por el cubano, se embarcó en la producción de la serie I love Lucy, protagonizada por Ball y cuyas audiencias reventaron la naciente industria de la televisión estadounidense. Algunos de los capítulos de la que fue primera sitcom rodada con público en EE UU –una idea de Arnaz, que quería explotar el talento de su esposa para crecerse delante del espectador– superaron en televidentes a los dos grandes eventos modelo hasta la fecha: la toma de posesión del presidente y la coronación de Isabel II, como recuerda el documental.

La tozudez de Lucille Ball fue imprescindible para que Arnaz protagonizase la serie a su lado, rompiendo un tabú de la época: que una pareja destinada a ser modelo de los matrimonios de los 50 fuera mixta

La serie relataba la vida de un matrimonio entre una ama de casa deslumbrada por entrar en el show business y un cantante de night club deseoso de llevar una vida hogareña. La tozudez de Lucille Ball fue imprescindible para que Arnaz protagonizase la serie a su lado rompiendo un tabú de la época, ya que los demás productores y patrocinadores no veían con buenos ojos que una pareja destinada a ser modelo de los matrimonios de los 50 fuera mixta. Otro de los tantos que se apuntó I love Lucy fue la de mostrar que una mujer podía ser la protagonista de una ficción y –otra novedad– tener una amiga cómplice de aventuras, Ethel.

El éxito de la producción tuvo mucho que ver con la combinación de la pareja, como constata el documental y recrea Being the Ricardos (título inspirado en los personajes de la serie, Lucy y Ricky Ricardo). Arnaz tenía un talento descomunal para los negocios y supo rodearse de un equipo de colaboradores y guionistas magistrales en la época. Ball aportaba el talento cómico en la interpretación y tenía una gran determinación para enfrentarse a sus productores y sponsors a la hora de tomar decisiones creativas. Esto fue clave para el momento que funciona como leitmotiv de la película de Sorkin: la revolucionaria idea de mostrar un embarazo en pantalla, algo que rechazaba de plano toda la industria. Los Arnaz se plantaron y consiguieron que su hijo menor, Desi Jr., "apareciera" en pantalla desde antes de nacer, como él mismo recuerda entre risas en Lucy and Desi.

En la cima de su popularidad, la pareja estuvo a punto de perderlo todo por motivos políticos. Ball se había registrado como votante del Partido Comunista en 1936 por motivos que aún generan controversia. En 1953 se reunió voluntariamente con el Comité de Actividades Antiamericanas durante el macartismo y fue exonerada de una eventual militancia que condenó a muchos de sus colegas al ostracismo. Pero, cuando todo parecía agua pasada, la prensa filtró el documento que probaba dicho registro con un título en rojo: "Lucille Ball era roja en 1936".

El ingenio de Desi Arnaz permitió salir más que airosa del problema a su esposa. El cubano, que siempre dedicaba unas palabras ante el público asistente al rodaje, abordó sin problemas el controvertido titular e hizo una llamada al mismísimo J. Edgar Hoover, quien garantizó en directo que la popular Lucy no era investigada. El asunto se zanjó y la vida siguió adelante, aunque nunca se supo si la actriz se inscribió simplemente como homenaje a su abuelo que "creía en los derechos de los trabajadores" –una de las hipótesis– o, como se esboza en Being the Ricardos, por una convicción real en el momento de hacerlo.

El productor compró, cuando ya era un hombre adinerado, una villa a su madre que le recordase a la casa que perdió en la Isla y ella le respondió: "Buen intento, Desi, pero no es Cuba"

En la película de Sorkin, Ball se enfrenta a su marido pidiéndole que no la haga pasar por estúpida y asumiendo su responsabilidad de votar por quien creyó conveniente. "No fue un error. Mi abuelo Fred me crio desde los 4 años, le preocupaban los humildes y los derechos del obrero. Lo hice en su honor, si dices que me equivoqué...", argumenta ella. Y el cubano la interrumpe: "Tu abuelo Fred se equivocó. No te contó lo de que metan a tu padre en la cárcel por cometer el delito de ser alcalde. Vine a este país huyendo, Lucy. Créeme, te equivocaste de casilla".

En Lucy and Desi se habla de lo duro que fue para Arnaz y su familia ser refugiados. El productor compró, cuando ya era un hombre adinerado, una villa a su madre que le recordase a la casa que perdió en la Isla y ella le respondió: "Buen intento, Desi, pero no es Cuba".

El documental aborda otros grandes logros personales del cubano, que también inventó la redifusión, un concepto que hasta ese momento no existía y consistente en volver a emitir programas ya grabados, una obviedad hoy en día. Arnaz negoció quedarse con, ni más ni menos, un 80% de los derechos en este concepto, lo que les permitió ser inmensamente ricos hasta el punto de tener que adquirir RKO. La decisión no le hacía muy feliz, pero el capitalismo funciona así y siempre obliga a más, reflexiona el propio Arnaz en el film.

Ese más y más acabó tragándoselo todo. El cubano cada vez pasaba demasiado tiempo en el trabajo, se tornó irascible y volvía a ingerir alcohol por encima de sus posibilidades. A ello se unió el divorcio del matrimonio, un nuevo formato del programa que nunca despegó porque la tristeza de sus protagonistas traspasaba la pantalla y una situación personal que llevó a Arnaz a retirarse, cediendo a su ex esposa la presidencia de la empresa.

Desi falleció en 1986 de cáncer de pulmón. Su segunda esposa, con la que pasó más de 20 años casado, y la depresión marcaron la segunda etapa de la vida de este cubano que también hizo una revolución: la de la televisión de Estados Unidos y, con ello, del mundo.

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