"La literatura no importa. Importan muchas otras cosas en Cuba"

Conversación con Jorge Enrique Lage, Ahmel Echevarría, Walfrido Dorta, Waldo Pérez Cino y Carlos Alberto Aguilera

David Miklos, Ahmel Echevarría y Carlos Alberto Aguilera durante el encuentro organizado por el CIDE en la Ciudad de México. (14ymedio)
David Miklos, Ahmel Echevarría y Carlos Alberto Aguilera durante el encuentro organizado por el CIDE en la Ciudad de México. (14ymedio)
Yaiza Santos

22 de junio 2015 - 11:07

México/El Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) de la Ciudad de México organizó del 16 al 18 de junio el encuentro "Poéticas del presente: narrar a Cuba 1956-2015", inaugurado por el crítico Christopher Domínguez Michael y clausurado por el periodista Homero Campa. Fue una reunión entre escritores jóvenes que viven dentro de la Isla e intelectuales de la misma generación que viven en el exilio.

Por parte de los primeros, acudieron los narradores Jorge Enrique Lage y Ahmel Echevarría, miembros de lo que se ha dado en llamar "Generación Cero" de la literatura cubana; por la de los segundos, el investigador de la City University of New York Walfrido Dorta, el editor residente en Leiden (Países Bajos) Waldo Pérez Cino y el poeta, narrador y ensayista Carlos Alberto Aguilera, cofundador de la revista Diáspora(s), actualmente viviendo en Praga. Al término de las mesas, en las que también participaron el escritor mexicano David Miklos y el historiador cubano residente en México Rafael Rojas, 14ymedio conversó con los cinco invitados especiales. Sus respuestas son una muestra de las distintas miradas y el fructífero diálogo que tuvo lugar durante esos tres días.

Pregunta. En una sociedad donde existe libre mercado, la relación entre escritores y lectores puede verse claramente, por ejemplo, en cuántos libros se venden. Ustedes dentro de la Isla, ¿cómo observan la relación con sus lectores?

Jorge Enrique Lage. Yo no la observo. Pero es que no hay el medio físico en Cuba, no hay espacio para la crítica. No hay una infraestructura que te permita pensar en esos términos: se ha vendido mi libro, qué éxito ha tenido... Yo no espero esa crítica, y la retroalimentación con los lectores se da cuando uno habla con ellos. Pero de leer reseñas o tener conocimiento de que se vendieron todos los libros de una librería, estoy ajeno. Tampoco me preocupa. Porque el problema de la falta de espacio es crítico, pero no por la literatura. La literatura no importa. Es crítico por todo lo demás. Falta espacio para periodismo, periodismo de verdad, comentarios políticos, económicos, de actualidad. Ya cuando haya espacio para todo eso, va a incluir en algún momento el espacio de la crítica literaria.

Ahmel Echevarría. Yo creo que esa relación se manifiesta más a título personal, en una presentación de libro, en una actividad literaria o simplemente en una fiesta con los amigos, porque no creo que a nivel del Estado –bueno, llamarlo Estado es decir todo, porque todo pertenece al Estado–, haya dispositivos que estén analizando eso. Cuando se analiza en términos de estadística la feria del libro, son números que en realidad no estoy muy seguro de que respondan a lo que realmente pasa: hay una cantidad de asistentes a la feria del libro, pero en realidad, de esos centenares o miles de personas, ¿cuánta gente está consumiendo literatura? Por eso, al igual que Jorge, no espero esa estadística para conmigo. Lo que me interesa es pensar la literatura, hacer la literatura, divertirme, dialogar con los amigos y lo otro, si viene, pues vino.

P. ¿Esto no ha cambiado nada con el panorama digital? Pienso, por ejemplo, en ustedes, algunos dentro, otros fuera, que como han contado en este coloquio, mantienen contacto a través de Internet.

Carlos Alberto Aguilera. Es que uno no escribe para los lectores. ¿Qué son los lectores? Los lectores no existen. Eso no quiere decir que no exista un lector, esa cabeza que se puede acoplar a tu literatura y de alguna manera la va a entender o la va a reciclar o va a hacer algo con ella. Eso se da en microcomunidades muy determinadas. Pero no son los lectores. No hay manera de escribir para los lectores: es una masa demasiado grande, demasiado heterogénea. Si mi libro puede venderse o no, no es una pregunta para mí: es una pregunta para el editor. A mí no me interesa, y eso nunca ha sido una coacción en la manera en que yo escribo.

"Eso que llamamos literatura cubana, mientras menos cubana sea, y mientras menos literatura como institución sea, mejor"

Waldo Pérez Cino. Concuerdo totalmente con Aguilera, pero invertiría el punto de vista: él dice que para un autor, los lectores no existen, pero para los lectores, sí existen los autores. Y desde ese punto de vista, la red ha producido una especie de desterritorialización, de la circulación del libro, de la circulación de textos, y de la manera en que circula la visibilidad de los autores. Es cierto eso que dice Carlos, pero si lo miras al revés, efectivamente hay una posibilidad para los lectores, para esos lectores potenciales, que incluso cuando no hayan leído a un autor concreto, sí pueden identificar un nombre, una marca de estilo o una adscripción. Hace treinta años, sería probablemente imposible una circulación de referencias en cuanto a autores como la que se da ahora mismo.

Walfrido Dorta. Mira, estoy leyendo en este instante la última columna de Gilberto Padilla en On Cuba, que trata justamente sobre la literatura online y sobre los fenómenos de literatura hecha a partir de lo que pide solamente el lector. Un modelo totalmente opuesto a lo que opina Aguilera. Padilla habla de estas adolescentes que escriben novelitas por entregas y la siguiente es lo que los lectores le están pidiendo. Con lo cual, claro, la literatura online se está moviendo por patrones en este caso diametralmente opuestos.

P. ¿Qué cosa concreta les gustaría que pasara mañana, por ejemplo, para mejorar el estado de la literatura cubana?

CAA. Que se destruyera totalmente. En serio. Yo pienso que eso que llamamos literatura cubana, mientras menos cubana sea, y mientras menos literatura como institución sea, mejor.

WD. Que hubiera editoriales independientes. Que el Estado no sea la única instancia que calibre cualquier tipo de iniciativa. Eso ya amenizaría muchísimo el estado de las cosas. Más allá de que se pueda mejorar escrituras y demás, en cuanto a redes intelectuales, eso es lo primero que tendría que pasar.

JEL. Yo no pediría nada. La literatura es uno de los centros de mi vida, pero en Cuba hacen falta tantas cosas, que pedir algo por la literatura sería irresponsable. La literatura no importa. Importan muchas otras cosas en Cuba ahora, y estamos hablando de miles, millones de personas, para las cuales en su vida la literatura no representa nada y sí necesitan muchas otras cosas. Entonces, yo separaría la literatura cubana en relación con "el cambio". Lo veo como dos esferas separadas: aunque en algún momento se conecten, la literatura en el cambio no tiene nada que ver. El cambio es por otras razones, hay otras necesidades.

"La literatura en el cambio no tiene nada que ver. El cambio es por otras razones, hay otras necesidades"

AE. Yo, si acaso, que arreglaran las calles.

WPC. Yo pienso que por la literatura, ni por la cubana ni por la islandesa, se puede hacer nada institucionalmente. La literatura es lo que es o no es lo que no es, y punto. Existe en la medida en que se escribe, en que se produce. Por lo que se podría hacer, tal vez, es por la circulación editorial, pero bueno, eso no sería por la literatura. Y mucho menos por una literatura marcada con un sello nacional.

P. Para los que están fuera, ¿ustedes se ven volviendo a Cuba, viviendo en Cuba, trabajando en Cuba, en algún momento?

WD. No, ahora mismo no. Pero echar una lápida sobre uno mismo es irresponsable e incierto, entonces no sé. Uno tiene muy fresco las limitaciones y los traumas y los impedimentos que tuvo estando allí; pesan mucho a la hora de decidir.

WPC. En mi caso, por lo menos, una vuelta definitiva, por usar un adjetivo gubernamental cubano –salida definitiva–, no, no la veo para nada. Pero sí me puedo imaginar perfectamente, no ahora, pero sí en un futuro, una especie de ida y vuelta, de estar de alguna manera en Cuba, de pasar temporadas en Cuba y temporadas fuera.

WD. Cuando uno oye la pregunta, fíjate cómo piensa ya en lo definitivo, que fue mi respuesta. En ida y vuelta, sí lo veo, claro. Porque por ejemplo, si uno escoge en Estados Unidos una carrera académica, los vínculos con instituciones cubanas son prácticamente inevitables.

CAA. Si estamos hablando de algo definitivo, no es una pregunta que yo me haga, y si no es algo definitivo... Yo no he regresado nunca más, y me he negado a publicar dentro de Cuba, incluso en revistas que admiro, como La Noria, en tanto esté el régimen. Y es una cuestión personal. Si me veo regresando a Cuba, yendo y viniendo, creo que sólo iría a Cuba si pasara lo peor –mi mamá vive en Cuba–; si no, no.

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