"Sin 'Mazzantini' no hay país"

Entrevista

La revista de humor gráfico llega a su número 100 de la mano de Alen Lauzán

Como cualquier publicación de temas cubanos, la revista siempre está en una posición de riesgo.
Como cualquier publicación de temas cubanos, la revista siempre está en una posición de riesgo. / Mazzantini
Xavier Carbonell

26 de julio 2025 - 13:20

Salamanca/Da lo mismo que los escritores cubanos sean anémicos, que los historiadores sean mentirosos, que los políticos sean histéricos, que a los músicos se les escapen los gallos, que a los pintores se les caiga la paleta y que ese país ya no sea un país: tenemos a Mazzantini y con eso basta. La “mejor revista de toros, chivas y tarruces, de cepa y de cruce” llega esta semana a su número 100, lo que equivale a decir que desde 2023 Díaz-Canel no tiene paz en el infierno del humor gráfico. 

No cuesta trabajo imaginar a Alen Lauzán y a sus dibujantes como una turba de diablos con rotuladores en lugar de tridentes. Semana tras semana –un centenar, nada menos– esta pandilla sale a cazar militares, militantes, ministros, presidentes y presidenciables. No cabe duda de que son fanáticos, kamikazes del lápiz, y les da igual si la historia los absuelve o no. A su modo, la historia la escriben ellos. 

Mazzantini, dure lo que dure, será un referente histórico, humorístico y gráfico”, afirma Lauzán desde Chile con una convicción que no tiene nada que envidiarle a Mahoma. “No lo digo yo, la misma historia le da razón a la sátira política del pasado al registrar de esa forma los hechos, por banales que sean hoy”. 

El número 100 de la revista será una bomba atómica. Una gran recopilación de todo lo hecho hasta ahora, es decir, un ataque combinado como el de los Power Rangers que se propone sacar del ring a los lectores normales y a los secretos, o sea, a los mayores fanáticos de Mazzantini: los muchachos de Villa Marista. 

Nada cubano le es ajeno a Mazzantini, que torea a los dictadores domésticos pero también a los extranjeros, si les da por hacer negocios con el régimen verde olivo

Sin temor al doble sentido, Lauzán define ese número especial como “largo y contundente”. Pronto se aclara: “Será un número mucho más largo (en cuanto a páginas) y contundente (si de contenido hablamos) porque será un resumen de los casi dos años de existencia de Mazzantini. Son 100 semanas dibujando, varios autores, muchos dibujos. Imposible publicarlos todos y abarcar cada tema tratado”. 

Nada cubano le es ajeno a Mazzantini, que torea a los dictadores domésticos pero también a los extranjeros, si les da por hacer negocios con el régimen verde olivo. Putin, Maduro, Ortega, Petro y Trump son invitados de vez en cuando en las viñetas, porque todos, al final, son reencarnaciones del mismo dalái lama macabro. 

“Hay que seguir dibujando sobre la realidad de Cuba, lo latinoamericano o mundial que tenga que ver con ella, eso es lo inmediato, diario”, dice al respecto. “A lo lejos, la idea es continuar sumando seguidores que vean en el humor gráfico una efectiva forma de entender la realidad cubana, por muy dura que sea. No contemplamos desarmonía entre el humor y el futuro de Cuba, ambos interactúan constante y afortunadamente con la sociedad, no existe desequilibrio, cuánticamente hablando”.

Alcanzar las tres cifras le da a Lauzán seguridad, pero no le quita preocupaciones. Como cualquier publicación de temas cubanos, la revista siempre está en una posición de riesgo. “El humor (gráfico en nuestro caso) y sobre todo la sátira política vienen perdiendo terreno a nivel mundial”, dice. “Entre la corrección política, la inundación de memes gratis y quizás la cada vez más evidente apatía ciudadana hacia lo político y lo social, nuestro campo se tambalea. Pero no es todo pesimismo, últimamente he notado cierto interés hacia lo que hacemos y la forma clásica en que obramos”. 

La portada del número 99 no puede ser más elocuente.
La portada del número 99 no puede ser más elocuente. / Mazzantini

Forma clásica, para Lauzán, quiere decir el espíritu crítico de siempre, el de Charlie Hebdo, el que se lanza contra el enemigo más peligroso, el que mete el dedo en la llaga hasta convertirse él mismo en llaga. La risa contra el fundamentalismo. La portada del número 99 no puede ser más elocuente: es una sesión de la Asamblea Nacional, pero en lugar de personas los asientos están ocupados por “caquitas parlamentarias” que sonríen y levantan la mano, unánimes. 

“Cualquier ayuda es importante para mantener nuestro proyecto”, añade. “Contamos con el apoyo de la Fundación de Derechos Humanos en Cuba. Ellos entienden que la sátira política es un importante instrumento contra cualquier dictadura, eso nos alegra y hace que exista una próspera conexión”. 

El otro gran vínculo de Mazzantini es con la prensa independiente. La revista va al ritmo de los periódicos, que van al ritmo de la realidad que los medios oficiales no quieren contar. Esa relación oxigena los dibujos y los acompaña de breves comentarios –siempre satíricos– sobre lo que los diarios independientes informan. En el último número, tras la polémica sobre los mendigos protagonizada por la ministra cubana de Trabajo, Mazzantini invocó a Monterroso: “Cuando despertó, su pobre ya no estaba allí”. 

Lauzán está muy contento de tener en su “brigada de respuesta gráfica” a diablos del dibujo como Garrincha, Ramsés o Radiya, entre muchos otros. Trabajan, dice, con un mismo grito de guerra o consigna posrevolucionaria: “¡Sin Mazzantini no hay país!”. 

También te puede interesar

Lo último

stats