Ruperto cayó en coma antes de la caída del Muro de Berlín y ahora despierta...
La Habana/El humorista Omar Franco logró hacer reír en serio al público que colmó la sala del teatro Mella este fin de semana para disfrutar de su unipersonal Strike.
Concebido en dos actos, el espectáculo presenta en su primera parte un personaje creado originalmente para el programa Vivir del Cuento de la televisión nacional. Ruperto es un octogenario que pasó 28 años de su vida en un hospital en estado de coma y despierta justamente en 2014.
Mezclando las nostalgias de los años ochenta con las sorpresas que le proporciona la Cuba de hoy, se producen situaciones hilarantes y arrancan tantas carcajadas como reflexiones.
Ruperto no acaba de comprender cómo cayó el muro de Berlín, ni se acostumbra a la dualidad monetaria, ni a la creciente admisión de preferencias sexuales totalmente inaceptables en su tiempo. Cuando abre el cajón de sus recuerdos empiezan a aparecer peligrosos frascos de champú, desodorantes inflamables, entradas al circo soviético y otros detalles que fueron cotidianos hasta 1986 pero que su sola mención en la actualidad los hace cómicos por el camino de lo absurdo.
En el segundo acto aparece un profesor que escribe en el pizarrón la demostración científica -con cálculos matemáticos- del origen de la homosexualidad masculina; explica rigurosamente por qué las mujeres se demoran tanto en un baño público cubano y hace participar a su auditorio, devenido en alumnado, de divertidos juegos de palabras donde predomina el doble sentido.
Omar Franco domina el escenario magistralmente. Su forma de caminar, la voz que cambia al manipular una marioneta, el vestuario, el aprovechamiento máximo de los mínimos recursos que emplea lo exponen como el gran actor que es, el humorista que logra decir tanto con lo que calla o susurra. En términos beisboleros, cada chiste es un strike, una bola que no se logra batear porque nos toma de sorpresa.
