Los secretos de un cofre regalado al papa Francisco

Omer Ricardo Pupo. (Fernando Donate Ochoa)
El día más feliz en la vida de Omer Ricardo Pupo fue el 21 de septiembre pasado. (Fernando Donate Ochoa)
Fernando Donate Ochoa

13 de noviembre 2015 - 18:35

Holguín/El día más feliz en la vida de Omer Ricardo Pupo fue el 21 de septiembre pasado, cuando supo que una de sus creaciones había sido regalada al papa Francisco durante su visita a Holguín.

La obra, un cofre tallado con la bandera cubana que guarda el libro-arte Devoción con un compendio de pinturas y textos inspirados en la Virgen de la Caridad, era el encargo más importante y difícil que había recibido el artista holguinero en sus casi 20 años como artesano de la talla en madera.

Pupo tiene una larga experiencia en la confección de cofres de madera, pero quiso que este trabajo tuviera características únicas. El secreto para la confección del cofre no lo había revelado antes, pero hoy hace un alto en su trabajo y decide contarlo a 14ymedio.

Todo comenzó a inicios de este año, cuando Tatiana Zúñiga, directora del taller de papel manufacturado en Holguín, le hizo el pedido.

"En el mundo nunca se había confeccionado un cofre de esta manera", dice Pupo sin ocultar la emoción

"Me sentí muy orgulloso de que me escogieran y, desde ese momento, estuve varias noches sin poder dormir pensando en el diseño del cofre".

Ninguno de los bocetos que dibujaba lo complacían y decidió solicitar la ayuda del diseñador Luis Silva, con quien sostuvo varias sesiones de trabajo. Finalmente, acordaron la forma y otras características de la obra. "Quisimos que prevaleciera la cubanía y acordamos utilizar la madera de la palma real", cuenta Pupo.

Para estar a tono con el contenido religioso del cofre, la tabla de la palma utilizada fue traída de Barajagua, poblado holguinero situado a 50 kilómetros al sureste de la capital provincial donde la Virgen de la Caridad tuvo su primer santuario después de su hallazgo en la Bahía de Nipe.

"Mantuvimos toda la textura de la madera", explica el artesano, mostrando uno de los tres cofres tallados en los que no se utilizó clavos porque "está todo encolado con materia orgánica y lustrado con cera producida por abejas", agrega.

Las piezas que conforman el cofre fueron trabajadas a mano con una exactitud milimétrica para que encajaran en su lugar. "El tallado no fue complejo, lo más difícil fue darle la forma a cada pieza porque el material que se utilizó era tan duro que hasta una barra de tungsteno se melló con esta madera".

Los tres cofres, cada uno con dimensiones de 49 x 36,5 x 19 centímetros, tomaron casi dos meses para confeccionarlos, con un promedio de 15 días por obra.

"Nunca pensé que uno de mis trabajos saliera de Cuba y mucho menos que estuviera en la biblioteca de la Santa Sede"

"El trabajo fue muy delicado y era la primera vez que lo hacíamos porque es una obra única. En el mundo nunca se había confeccionado un cofre de esta manera", dice Pupo sin ocultar la emoción.

Ya llegó la confirmación de que su obra forma parte de la biblioteca del Vaticano. "Nunca pensé que uno de mis trabajos saliera de Cuba y mucho menos que estuviera en la biblioteca de la Santa Sede".

Uno de los cofres que permanece en Cuba fue expuesto recientemente en la galería de arte de la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) de Holguín, donde llamó la atención de varios coleccionistas extranjeros.

"No pensamos ni venderlos ni confeccionar más cofres con estas características porque los tres que hicimos son únicos y exclusivos", aclara Pupo.

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