Cierra el más negro verano beisbolero

Cuba ha perdido en los tres eventos internacionales celebrados estas últimas semanas

Cuba se enfrentó a su “bestia negra” de los últimos años, Holanda, que lo doblegó por segunda vez y lo enterró en el quinto y último lugar. (worldporttournament.nl)
Cuba se enfrentó a su “bestia negra” de los últimos años, Holanda, que lo doblegó por segunda vez y lo enterró en el quinto y último lugar. (worldporttournament.nl)
Ernesto Santana

10 de julio 2017 - 11:14

La Habana/"¡Eso es una falta de respeto!", dice Javier, un fan nato del béisbol que se alegra de que no transmitieran por televisión ningún juego de béisbol de la Liga Can-Am, ni del Tope Cuba-EE UU, ni del Torneo Interpuertos de Rótterdam. Siguió a través de la prensa escrita y la radio el desempeño de los cubanos hasta que, hace unos días, se rindió y no ha querido ni saber cómo han terminado las dos últimas competencias.

No pocos se sienten igualmente decepcionados y no quieren comentar siquiera, pese a lo raro de que se junten en tan breve espacio de tiempo tres eventos beisboleros internacionales, aunque no sean de la mayor importancia. No obstante, según cuenta Dachel Duquesne, antes del último juego frente a los universitarios de EE UU el secretario de la embajada cubana visitó al equipo y le recordó que "a pesar de las derrotas en Canadá y aquí, el pueblo cubano los está siguiendo" y por eso nunca deberían darse por vencidos.

Se cierra así este fatal verano beisbolero, cuya fría sombra se extendió desde Canadá hasta Holanda, en una travesía donde nos apalearon buenos, regulares y peores, sin distinción

De cinco partidos en Carolina del Norte frente al equipo nacional universitario, la selección perdió los tres primeros, ganó el cuarto y, usando el mismo uniforme para mantener la suerte, salieron a jugar el quinto y vencieron también en un cerrado encuentro con los mismos abridores del primer juego: Yoanni Yera y Konnor Pilkington. Fue solo un alivio, pues en definitiva perdieron el tope por cuarto año consecutivo.

En esos cinco choques, el bateo antillano dio 31 hits en 160 oportunidades, para un anémico average de 194. El pitcheo, por su parte, cerró con 3.45 de promedio y la defensa, por suerte, mantuvo el nivel con 989. Paul Sailer, ejecutivo de USA Baseball, la entidad que organiza este tope, declaró a la prensa cubana por qué muchos admiraban al equipo Cuba: "Para los cubanos quizás el béisbol no es la vida, pero la vida de ellos es en mucho el béisbol".

El itinerario Canadá-EE UU resultó una larga caída de 26 juegos donde el conjunto encabezado por Roger Machado fue derrotado 19 veces y obtuvo únicamente 7 victorias. Si el mentor llegó a Carolina del Norte aspirando a sacarse la espina de la tunda canadiense, se marchó con otra espina más, y consiguió solo su mayor victoria en el periplo cuando, con la firme y experta ayuda del belicoso Víctor Mesa y el apoyo del equipo, hizo huir a tres árbitros en el último juego contra el Rockland de la LCA.

En Rótterdam, en un torneo sin relieve y con cinco participantes, aconteció algo parecido. El elenco dirigido por Vladimir Hernández empezó bien, pero perdió en semifinal contra Japón y cayó de modo vergonzoso ante Curazao. Disputando el cuarto puesto, entonces, se enfrentó a su "bestia negra" de los últimos años, Holanda, que lo doblegó por segunda vez y lo enterró en el quinto y último lugar.

Si los de Machado dieron grima, los de Hernández resultaron la peor selección cubana que ha tomado parte en ese descolorido torneo europeo bienal, ganado por Cuba en 2013 y en 2015. Se cierra así este fatal verano beisbolero, cuya fría sombra se extendió desde Canadá hasta Holanda, en una travesía donde nos apalearon buenos, regulares y peores, sin distinción.

Hablar de deficiencias, carencias e inconsciencias es llover sobre viejos charcos. Ya da pena seguir con la cantaleta y leer en la prensa o ver en la televisión las incontables propuestas para lograr esa "articulada estrategia que nos devuelva la pasión". El béisbol del mundo real, el profesional, fue durante décadas arrastrado por el fango y llamado en Cuba "deporte esclavo", y se le distanció lo más posible de nuestro secuestrado béisbol nacional "aficionado".

Si los de Machado dieron grima, los de Hernández resultaron la peor selección cubana que ha tomado parte en ese descolorido torneo europeo bienal

Ahora ya es imposible revivir una antigualla. Solo un nuevo béisbol cubano podrá devolvernos la vieja pasión. Mientras tanto, recordaremos durante muchos años este negro verano beisbolero. A no ser que, de acuerdo con el estado de cosas, sobrevenga una tragedia estival todavía más desastrosa, de lo que ya nadie se asombraría.

Como tampoco sorprende que, en pocas semanas, eche a andar ya la próxima Serie Nacional y no se vislumbre en el horizonte la menor señal de modificación o de genuina renovación. Quizás lo único que cambie sea algún par de fichas de la burocracia, para que todo pueda seguir igual.

Tampoco me asombra que Javier, el fan nato, haya hecho con sus amigos una apuesta tremenda según la cual tendrá que pagar un alto precio si alguien lo descubre viendo un juego de pelota o siquiera hablando de algún tema beisbolero en cualquier sitio. Incluso dormido. Extraño sería que no pierda.

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