Cuba sigue perdiendo béisbol

Panamá dejó a todos pasmados. Que el invitado a última hora se coronarse campeón no se le hubiera ocurrido ni al más loco

Panamá celebra su victoria en la Serie del Caribe de la que era anfitrión tras el serle la sede retirada a Barquisimeto. (El Pitazo)
Panamá celebra su victoria en la Serie del Caribe de la que era anfitrión tras el serle la sede retirada a Barquisimeto. (El Pitazo)
Ernesto Santana

12 de febrero 2019 - 10:37

La Habana/Si bien Cuba no sorprendió a nadie con su actuación en la Serie del Caribe, Panamá dejó a todos pasmados, porque hace un mes ni siquiera se sabía que el país participaría en el evento. Que el invitado a última hora se coronarse campeón no se le hubiera ocurrido ni al más loco.

La numerosa afición que los animó y los vio salir resueltos desde el primer día fue la gran premiada. Los Toros de Herrera se reforzaron como pudieron, a la carrera, y ganaron con 4 triunfos y una derrota el oro que, antes de ellos, solo le habían dado a Panamá los Yankees de Carta Vieja en 1950.

Curiosamente, y como para mostrar la calidad histórica del béisbol istmeño, la primera bola del torneo la lanzó Mariano Rivera, el extraordinario cerrador que acaba de convertirse en el primer pelotero elegido al Salón de la Fama de Cooperstown por voto unánime.

Enorme resultó el mérito de Panamá al asumir con calidad, y pese a la urgencia, la sede del evento cuando Venezuela no pudo realizarlo

Enorme resultó el mérito de Panamá al asumir con calidad, y pese a la urgencia, la sede del evento cuando Venezuela no pudo realizarlo. Tampoco pudieron sus Cardenales de Lara alcanzar la final. Por desgracia, los venezolanos tienen que ganar en estos días algo más vital que un torneo deportivo.

Pese al desempeño como anfitrión y contendiente, Panamá, siendo solo invitado, no pudo recibir el premio que correspondía al ganador, 129.000 dólares. Y tampoco Cuba, por igual razón, los 86.000 dólares previstos para el segundo. República Dominicana, tercer lugar, y México, cuarto, como miembros plenos, pudieron cobrar 115.000 y 60.000 respectivamente.

Si en el Todos Estrellas cinco fueron panameños, solo hubo dos cubanos: Alfredo Despaigne, mejor jardinero izquierdo, y Lázaro Blanco, mejor lanzador, líder en victorias (2), con 8 ponches y sin permitir carreras limpias en 12 entradas. Con seis aperturas, cuatro éxitos y efectividad de 1,22 en estos torneos, el derecho granmense podría convertirse en el primer cubano en ser exaltado al Salón de la Fama del béisbol caribeño desde el regreso de Cuba.

En el estadio anfitrión, el Rod Carew, el pitcheo fue superior al bateo, y no solo por el viento, que no soplaba tan fuerte en los encuentros nocturnos. Así fue incluso para el equipo cubano, que, afortunadamente, resultó beneficiado por la controvertida fórmula con que fue resuelto en su grupo el triple empate con México y Venezuela: restar la división de carreras anotadas y entradas jugadas a la ofensiva y carreras permitidas y entradas jugadas a la defensa.

Sin dudas, la labor de Cuba, incluso si hubiese triunfado, fue decepcionante, empañando la aceptable actuación de sus lanzadores con una incompetente ofensiva de 193 y sin capacidad táctica para anotar, bateando solo cinco hits con una carrera en la final. En los cinco choques totalizó ocho anotaciones.

Los cubanos eran los favoritos, sin la menor duda, pues ningún otro equipo llevó a la lid, ni remotamente, lo mejor del país, aunque fuesen peloteros con dominio del ABC técnico y mayor fogueo

Los cubanos eran los favoritos, sin la menor duda, pues ningún otro equipo llevó a la lid, ni remotamente, lo mejor del país, aunque fuesen peloteros con dominio del ABC técnico y mayor fogueo. Así que suenan muy ambiciosas las aspiraciones de esa selección de hacer un buen papel en los mucho más arduos certámenes que le esperan este año.

Pero hay que insistir en que el problema no está en el talento individual de los jugadores, sino en el sistema general del béisbol cubano. Eso lo demuestran todo el tiempo nuestros peloteros cuando llegan a la Gran Carpa y a otras ligas extranjeras. La cuestión comienza desde la propia selección de los equipos, pasa por la metodología con que se les prepara y llega hasta la presión psicológica del nefasto campeonismo de los directivos.

En casi todo eso coinciden los analistas. ¿Cómo se explica que los grandes bateadores de la Serie Nacional pierden su ofensiva en la arena internacional? No es sencillamente que tienen que topar más con el béisbol extranjero y enfrentarse más a un pitcheo superior. El problema es mucho más grave, porque es estructural.

En Panamá pudimos ver una muestra de algunos males. Por ejemplo, de 13 lanzadores que se llevaron —en detrimento de otros jugadores que merecían ir—, solo trabajaron siete y, de ellos, algunos lo hicieron solo en un par de entradas, y, con bateadores designados de sobra, se utilizaron pocas variantes ofensivas.

los mandantes y burócratas deportivos que viven del béisbol, pero no para el béisbol, necesitan ganar algún título para adornar su mandato

Por otra parte, Pablo Civil no tuvo con él a sus asistentes de la temporada y debió dirigir con Higinio Vélez y Yosvani Aragón, los dos jefazos del béisbol, escoltándolo en el dugout, poniéndole presión a él y, por supuesto, al resto de la escuadra. Algo insólito, pero lógico, pues ya ellos habían metido la mano hasta el cuello en la selección del equipo.

Los mandantes y burócratas deportivos que viven del béisbol, pero no para el béisbol, necesitan ganar algún título para adornar su mandato y para dar la impresión de que nuestro deporte nacional se está recuperando y no requiere urgentemente de los cambios radicales con los que tanto alborotan aficionados y especialistas.

Mientras, el tiempo pasa y nuestro béisbol sigue perdiendo peloteros y nuestros peloteros siguen perdiendo béisbol.

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