El adiós a un gran receptor

Ariel Pestano, de 42 años, cree encontrarse aún en forma y entrena cada día. (EFE)
Ariel Pestano, de 42 años, cree encontrarse aún en forma y entrena cada día. (EFE)
Ernesto Santana

22 de septiembre 2016 - 10:20

La Habana/Tres momentos de adiós y agradecimiento componen la despedida oficial del estelar receptor Ariel Pestano, que tantos segundos gloriosos hizo vivir a la afición beisbolera cubana. El primero de esos homenajes tuvo lugar el pasado sábado en su natal Caibarién, en Villa Clara; el segundo se celebró este miércoles y el tercero ocurrirá en el estadio Sandino de la capital santaclareña. Pero ningún honor es demasiado para decir adiós al último gran pelotero de las Series Nacionales.

Muchos seguidores del pasatiempo nacional catalogan su salida del diamante como una jubilación forzosa, a la manera en que se ha hecho con otros grandes jugadores. Pestano asegura que se retira "empujado por las circunstancias", que desconocía los preparativos de su despedida y que no le consultaron ni las fechas ni las sedes de las ceremonias. Además, con 42 años cree encontrarse aún en forma y entrena cada día.

Otros, con más memoria, consideran que tiene suerte de que lo despidan por todo lo alto como le ocurrió al lanzador Pedro Luis Lazo, antes de que le digan adiós sin ceremonias y casi en voz baja, como a Antonio Pacheco, Orestes Kindelán, Germán Mesa, Juan Padilla y tantos otros.

Muchos seguidores del pasatiempo nacional catalogan su salida del diamante como una jubilación forzosa, a la manera en que se ha hecho con otros grandes jugadores

Pestano integró todos los equipos nacionales desde la categoría infantil hasta la máxima. El veterano, como algunos lo llamaban, vistió el 13 de la selección de Villa Clara y fue tres veces campeón de la Copa Mundial de Béisbol. Se colgó el galardón de subcampeón en Sydney 2000, campeón olímpico en Atenas 2004, medalla de plata en el primer Clásico de Béisbol en 2006 y en las Olimpiadas de Pekín 2008. Además, resultó designado mejor atleta del año en deporte colectivo en 2004 y uno de los diez mejores atletas dos años después.

Pestano reunía las virtudes de extraordinarios catchers como Juan Castro, Alberto Martínez y Pedro Medina, y resultaba tan oportuno al bate como éste último. De hecho, fue campeón de bateo en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

Muchísimos aficionados, periodistas y especialistas lo consideran uno de los tres mejores catchers de la pelota nacional, e incluso lo declaran el mejor. Eso significa discutir cuál, entre él y el pinareño Juan Castro, tiene el primer puesto en tan dura especialidad, lo cual resulta inútil, en parte porque ambos jugaron en épocas muy diferentes.

Castro hizo de receptor ‒con mucha elegancia‒ a algunos de los mejores lanzadores del béisbol revolucionario, como Rogelio García, Porfirio Pérez, Juan Carlos Oliva, Félix Pino o Julio Romero. En su cerrada defensa, nunca perdía el porte ni la respetabilidad. Mientras que el villaclareño jugó con serpentineros al estilo de Norge Luis Vera, José Ariel Contreras, Maels Rodríguez, Adiel Palma, Pedro Luis Lazo y José Ibar, casi todos sobre las 90 millas.

Los defensores de Pestano esgrimen su oportuna ofensiva, como cuando le dio a Villa Clara la Serie Nacional 1994-95 con un batazo a los jardines o cuando conectó jonrón con bases llenas ante el equipo Matanzas, de un apabullado Víctor Mesa en 2013, y le devolvió a su equipo, tras 18 años, el campeonato. Aparte de cómo protegía el home: el famoso David Ortiz, Big Papi, bateador dominicano legendario en Grandes Ligas, lo calificó de "torpedero en su posición".

"Me quedé aquí cuando pude haber ganado millones fuera", afirma

Pestano, fue un verdadero líder en el terreno, analítico y observador con sus contrarios, al punto que asegura que en esa capacidad de evaluar y sopesar al contrario se halla su secreto profesional.

Será difícil recordar a este receptor sin evocar su tensa relación con Víctor Mesa. Se dice que el diferendo empezó en el equipo de Villa Clara cuando, molesto con las órdenes de su director al pitcher, soltó los arreos para que "mejor catcheara él", pues no creía que el manager tuviera desde el banco suficiente visión del bateador para poder indicar los lanzamientos.

El voltaje llegó a su máxima expresión cuando Pestano fue excluido en 2012 de la selección nacional para el tercer Clásico, dirigida por Víctor Mesa. Decisión que la afición evaluó como injusta y errada. Más allá de sus posibles majaderías, en aquel momento se hizo evidente quién era Ariel Pestano.

Cuando se le preguntó sobre las características no deseadas en un director técnico, respondió Pestano que "no debe ser el protagonista del juego, ya que esto le corresponde a los atletas, y bajo ningún concepto debe faltarles al respeto a sus jugadores, a los árbitros y a la afición". Todos sabían a quién iban dirigidas tales palabras. Sin embargo, en su equipo cubano ideal colocaría sin pestañear en el jardín central a la Explosión Naranja.

Quienes creen que tras 22 campeonatos nacionales y 16 años en el equipo Cuba, con Ariel Pestano se marcha el último gran jugador del clásico nacional, no carecen de motivos

Quienes creen que tras 22 campeonatos nacionales y 16 años en el equipo Cuba, con Ariel Pestano se marcha el último gran jugador del clásico nacional, no carecen de motivos. En sus propias palabras, el pelotero prefiere ser recordado no por lo que hizo "sino como la persona que, con sus virtudes y defectos, fue un atleta que lo dio todo en el terreno, que nunca traicionó a su patria". "Me quedé aquí cuando pude haber ganado millones fuera", afirma.

Como otros grandes peloteros estelares cubanos, Pestano rechazó, en el cénit de su carrera, jugar en las Grandes Ligas, y pasados sus mejores tiempos, aceptó jugar en ligas de menor categoría. En su caso fueron los Piratas de Campeche, de la Liga Profesional Mexicana de béisbol.

Para el reconocido receptor no se augura bueno el futuro de la pelota cubana, pues, para ganar el Clásico, por ejemplo, "le falta todo: atletas, entrenadores, preparación, topes, resolver otros problemas que tiene el béisbol actualmente". Su propio futuro es incierto y no piensa dirigir una selección por el momento, pero cree "que algún día" le tocará hacerlo. Seguramente, por ahora, será entrenador de su especialidad y dedicará más tiempo a su pasión por los gallos de pelea.

Solo con el tiempo se sabrá si Ariel Pestano se ha jubilado forzado por presiones. Lo cierto es que con su salida pierde el béisbol, la afición y el país.

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