El joven pelotero que dejó su futuro atrás para regresar a Cuba

Roberto Hernández Navarro cambió un contrato con los Indios de Cleveland por una posible incorporación a los Gallos de Sancti Spíritus

El muchacho de 17 años prefirió abandonar su sueño cuando empezaba a hacerse realidad y regresó a su pueblecito de Batey Colorado. (Youtube)
El muchacho de 17 años prefirió abandonar su sueño cuando empezaba a hacerse realidad y regresó a su pueblecito de Batey Colorado. (Youtube)
Ernesto Santana

10 de octubre 2018 - 16:30

La Habana/El lanzador Roberto Hernández Navarro cambió un contrato con los Indios de Cleveland por una posible incorporación a los Gallos de Sancti Spíritus. Como a veces la realidad supera a la ficción, el muchacho de 17 años prefirió abandonar su sueño cuando empezaba a hacerse realidad y regresó a su pueblecito de Batey Colorado.

A los 15 años, después de haber jugado en el equipo juvenil nacional que ganó frente a Estados Unidos los Juegos Panamericanos, Hernández Navarro decidió ayudar a su familia. Con la mira en la Gran Carpa, salió legalmente del país con su padre hacia República Dominicana y pasó un año y tres meses entrenando en Bonao.

"Me vieron los scouts, me daban seguimiento, me hicieron pruebas de velocidad, tomaron videos, vieron mis condiciones y resultados y me firmaron con los Indios de Cleveland", cuenta el pitcher. Con un contrato de 320.000 dólares, las perspectivas eran desarrollarlo y llevarlo lo más pronto posible a las Grandes Ligas. Hasta lo compararon con José Fernández.

Últimamente, más de 30 peloteros cubanos han regresado al país porque no obtuvieron un contrato o porque la aventura no resultó como la habían soñado

Últimamente, más de 30 peloteros cubanos han regresado al país porque no obtuvieron un contrato o porque la aventura no resultó como la habían soñado, pero ese no fue el caso de Hernández Navarro, que pudo inscribirse en la Academia de Béisbol Chiki Mejías, donde se le garantizaba alimentación correcta, hospedaje y entrenamiento diario.

Incluso jugó una temporada en Dominicana y por sus resultados participó en el Todos Estrellas: "En ese juego lancé un inning con cuatro lanzamientos, que eso allí es increíble. En Cuba llegué a tirar 90 millas. Allá llegué hasta 93-94 y sostenida de 90-92". Después de su contrato, las perspectivas eran sencillamente fabulosas.

Pero le resultaba duro llegar a su habitación por la noche y no tener con quién hablar de sus éxitos. Extrañaba a su familia, principalmente a su abuela, que tanto lo apoyaba, y a su hijo pequeño. Añoraba ir al río, jugar al dominó, salir a donde quisiera: "Como la libertad de este país [Cuba] no la hay en ningún lado", dijo ahora en una entrevista.

Roberto Hernández se reunió con la dirección del equipo y explicó su situación. Contra lo que esperaba, le dejaron irse con el dinero del contrato y solo le aconsejaron que se cuidara el brazo y jugara en el béisbol cubano, porque él tenía mucho futuro. El regreso a su pueblecito fue muy emocionante.

También en contra de lo esperado, los funcionarios del béisbol cubano le han permitido entrenar en las instalaciones, no le han reprochado nada y seguramente podrá incorporarse a los Gallos de su provincia, que han peleado duro en esta temporada y se verán reforzados con un pitcher como él.

En contra de lo esperado, los funcionarios del béisbol cubano le han permitido entrenar en las instalaciones, no le han reprochado nada y seguramente podrá incorporarse a los Gallos de su provincia

Lo que le resulta casi imposible al muchacho es convencer a la gente de que no está loco por haberle dado la espalda a un futuro de gloria y riqueza. "No puedo meterme en sus cabezas y abrirles el pensamiento", dice él, aunque los entiende, pues él también pensaba así hasta que cayó "en la realidad", se conoció bien y resolvió dar este difícil paso atrás.

Pero a muchos no les resulta fácil respetar su decisión. Unos consideran que es demasiado joven y que luego se arrepentirá o dejará el béisbol, pues un deportista de alto rendimiento debe hacer grandes sacrificios y no tiene tiempo para bañarse en el río, jugar al dominó, estar con su familia y pasear cuando quiera por ahí.

Otros dicen que regresó con un tercio de millón de dólares y que, cuando se le acabe, por las tajadas que le quiten los jefes del deporte y por los gastos con su familia, ya veremos si sigue pensando igual. Además, todavía no conoce la vida de un pelotero de máximo nivel en Cuba.

Para otros aficionados, el caso de Hernández Navarro es solo una excepción que confirma la regla, pues se seguirán yendo muchos peloteros para probar suerte en el mejor béisbol del mundo y los triunfadores no regresarán a Cuba en las condiciones actuales, cuando ni siquiera pueden participar en la selección nacional.

Hay quien cree, incluso, que el muchacho no tiene suficiente vocación de pelotero, dispuesto a sacrificarlo todo para jugar en la élite. Para otros, si Robertico, como lo llaman, hubiera sido hijo de un Víctor Mesa o de un Lourdes Gurriel, y no un humilde cubano, seguramente su destino hubiera sido distinto.

Muchos se ríen de su afirmación sobre la libertad en Cuba, pero le desean que siga siendo feliz cuando la realidad le haga cambiar de opinión

Muchos se ríen de su afirmación sobre la libertad en Cuba, pero le desean que siga siendo feliz cuando la realidad le haga cambiar de opinión y aún cuando, un día, su hijo le reproche que lo haya condenado a vivir en un país sin futuro.

De cualquier modo, lo peor de este insólito caso son las declaraciones oficialistas. Robertico ha hecho bien decidiendo lo que le parece mejor, pero es ingrato ver en televisión a un Reinaldo Taladrid culpando al embargo norteamericano de la relación actual de los cubanos en las Grandes Ligas con las autoridades de aquí.

Más desagradable aún es cómo este "gran conocedor" del béisbol defiende "el sacrosanto derecho a la libertad individual del ser humano de vivir donde le dé la realísima gana". Qué grande suena eso...

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