Lis Cuesta, la 'primera dama' que no habla

Lis Cuesta. (EFE)
Lis Cuesta ha acompañado a Miguel Díaz-Canel en diversos actos y viajes. (EFE)
14ymedio

27 de diciembre 2018 - 14:41

La Habana/La llegada a la presidencia del ingeniero Miguel Díaz-Canel supuso también el regreso de una primera dama, figura que desapareció de la escena política cubana a partir de la revolución de 1959. Con 47 años, Lis Cuesta Peraza ha aparecido en los titulares de la prensa extranjera desde su nuevo rol público de esposa del gobernante, aunque los medios oficiales apenas la mencionan.

Tras haberse graduado en el Instituto de Ciencias Pedagógicas de Holguín, Cuesta trabajó en el Instituto del Libro y en la Agencia de Viajes Paradiso, perteneciente al Ministerio de Cultura. Ambos se conocieron cuando Díaz-Canel fue designado como secretario del Partido Comunista en la provincia de Holguín, un puesto que lo catapultó hasta convertirlo en un hombre de confianza de Raúl Castro.

Cuesta ha asistido a lo largo de este año a numerosas recepciones oficiales, en la bienvenida en el Palacio de la Revolución de Nicolás Maduro y su esposa Cilia Flores, además de en el viaje a Nueva York que realizó junto al mandatario en octubre pasado con motivo de su participación ante la Asamblea General de Naciones Unidas. A pesar de su protagonismo público, en los medios nacionales no se ha escuchado aún su voz ni se ha visto que realizase actividades por su cuenta.

A pesar de su protagonismo público, en los medios nacionales no se ha escuchado aún su voz ni se ha visto que realizase actividades por su cuenta

En abril pasado, pocos días después de la investidura de Díaz-Canel como presidente, se difundió a través de las redes sociales una imagen de la primera dama en la que se dejaba ver un fragmento de un tatuaje con la forma de una flor de lis ubicado en la espalda. El hecho generó una inmediata comparación entre el nuevo estilo de Cuesta y otras figuras femeninas cercanas al poder cubano, como la fallecida Vilma Espín, con una estética mucho más conservadora.

Las apariciones públicas de Cuesta también contrastan con el secretismo que rodeó la vida privada y familiar de Fidel Castro durante décadas. A su esposa y madre de cinco de sus hijos, Dalia Soto del Valle, solo se la vio en los últimos años de la vida del gobernante y durante su funeral.

Por el momento, aunque no hable para los medios nacionales ni tenga una agenda propia, la primera dama cubana está contribuyendo a dar una imagen más moderna y humana al mandato de su marido, quizás una estrategia oficial para acercar al gobernante a la población, que no lo conocía antes de que Raúl Castro lo designara como su sucesor a la presidencia.

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