Los cubanos que se fueron "a ver los volcanes"

Si el desarraigo físico ha sido notable, el emocional no ha sido menos impactante

Un grupo de migrantes cubanos en el norte de Honduras en su travesía hacia EE UU. (14ymedio)
Un grupo de migrantes cubanos en el norte de Honduras en su travesía hacia EE UU. (14ymedio)
14ymedio

28 de diciembre 2022 - 13:30

La Habana/El 22 de noviembre de 2021, Daniel Ortega permitió a los cubanos entrar sin visa a Nicaragua. Era, como bien sabían los Gobiernos de La Habana y Managua, una táctica para liberar la presión en la Isla, convulsa aún por las protestas del 11 de julio y frustrada tras la represión policial de la Marcha Cívica del 15 de noviembre.

Apagones, desabastecimiento, falta de libertades políticas, cientos de jóvenes en las cárceles y una administración cada vez más torpe era lo único que parecía reservar 2022 para los habitantes de la Isla. Sin embargo, la apertura de la "ruta de los volcanes" funcionó como un mensaje indirecto del Gobierno: el que quiera y pueda, que se vaya.

Las consecuencias de esa estampida hacia Nicaragua están en pleno desarrollo: decenas de miles de cubanos han cruzado la frontera entre México y EE UU, la gran mayoría buscando llegar a Florida y dejando atrás sus casas –que debieron vender para pagar los pasajes de avión–, sus familiares más ancianos, su vida y su historia.

Si el desarraigo físico ha sido notable, el emocional no ha sido menos impactante. El tratamiento que reciben los cubanos es denigrante desde que abordan el avión y se les retiran sus pasaportes. Al llegar a Centroamérica, saben que están a merced de los coyotes, traficantes que, frente a las autoridades migratorias de cada país, solo pueden ofrecer sobornos y ninguna seguridad.

Numerosos han sido los testimonios de traslados en condiciones infrahumanas, maltratos de policías y pandilleros, accidentes que se han cobrado la vida de muchos, y peligro constante en cualquiera de los tramos que van desde Managua hasta la frontera estadounidense, pasando por Honduras, Guatemala y México.

A pie, por carretera, solos o en compañía de otros grupos de migrantes, los cubanos se entregan en la frontera y apelan a la Ley de Ajuste cubano, que les permite –después de pasar varios días en detención– reunirse con sus familiares en EE UU y comenzar una nueva vida.

La apertura de la "ruta de los volcanes" funcionó como un mensaje indirecto del Gobierno: el que quiera y pueda, que se vaya

La mayoría de los viajeros dejó parientes en Cuba, que a su vez buscan vías para llegar –por tierra o lanzándose al mar– a territorio estadounidense, o dependen de las remesas que, con mucha dificultad, les hacen llegar sus parientes en "el Norte".

A finales de este año, entre Washington y La Habana ha comenzado a organizarse una suerte de deshielo que amenaza la efectividad de la ruta centroamericana. Es posible que, como ya hacen las autoridades con los que llegan por vía marítima, también se deporte a los cubanos que crucen la frontera por México, lo cual podría limitar el flujo migratorio.

Más de 200.000 cubanos llegaron este año a EE UU por tierra. Antes de emprender el viaje, todos ellos dijeron a los que se quedaban en la Isla, bromeando para aliviar la tristeza, que iban a "ver los volcanes" que les prometió Daniel Ortega.

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