El Gobierno tapa el descalabro de la economía cubana en su intento de captar capital extranjero

El ministro de Economía habla de mejora de la situación mientras los cubanos se ahogan por la hiperinflación

Los ancianos son los que más sufren el aumento de precios desde el 1 de enero en Cuba. (14ymedio)
Los ancianos son los que más sufren el aumento de precios desde el 1 de enero en Cuba. (14ymedio)
14ymedio

30 de noviembre 2021 - 14:51

Madrid/Tocaba ser optimista este lunes en la inauguración del II Foro Empresarial Cuba-2021 en el que el Gobierno intentará de nuevo captar capital extranjero con el que levantar un país que se cae a pedazos. Con esa misión salió Alejandro Gil Fernández, ministro de Economía y Planificación, el mismo que hace un mes anunció la caída del 13% del Producto Interior Bruto (PIB) en los últimos doce meses y la complejidad de las perspectivas.

Gil Fernández cambió aquel discurso sombrío del pasado octubre, cuando dijo a la prensa internacional "no nos podemos crear falsas expectativas" y anunció la rebaja de la perspectiva de crecimiento de un 6% a un 2,2%. Ayer trató de seducir a los inversores con una nueva versión de la situación que Granma titula Cuba detiene el decrecimiento de su economía. Tampoco podría ser de otra manera, puesto que desde el suelo impuesto por el cierre del país, solo se puede subir.

El ministro reconoció que el año ha sido "tenso", pero que las medidas transformadoras que ha tomado el Gobierno van a cambiar el panorama. "Nada es improvisado, nada responde a una urgencia o a determinada presión, todo está en perfecta armonía con el modelo que, soberanamente, hemos diseñado los cubanos y estamos enfocados en su construcción", dijo el también viceprimer ministro.

El ministro reconoció que el año ha sido "tenso", pero que las medidas transformadoras que ha tomado el Gobierno van a cambiar el panorama

Entre esas medidas estrella, Gil Fernández mencionó las más de 60 introducidas en el sector agropecuario que "tienen como principal objetivo dinamizar la producción de alimentos", pero aún no han hecho sino estrellarse.

Formaban parte de ese conjunto de normas la autorización para que los ganaderos vendieran libremente carne de res o leche si su producción excedía el contrato estatal o cobrar en moneda libremente convertible (MLC) la sobreproducción entregada al Estado, un anuncio muy celebrado en su día pero que hasta el momento ha demostrado tener nulo efecto. Escasean, según la prensa oficial, los productores que han alcanzado esos límites y más que lo harán, puesto que se han topado con impagos del Gobierno, la mayoría, según las autoridades, por la burocratización del sistema bancario.

Otro de los ejes del cambio, según señaló el ministro de Economía, es la autorización para crear micro, pequeñas y medianas empresas que en poco más de dos meses ya son más de 700 y han generado más de 11.000 empleos. Tanto el dato de creación de empleo como la propia aprobación de la norma son buenas noticias para los cubanos que, no obstante, se quejan de cómo se está aplicando.

El Gobierno ha priorizado una serie de empresas que considera fundamentales para resolver los problemas más acuciantes del país, entre ellos la producción de alimentos para reducir las importaciones. Pero como han señalado varios economistas, lo cierto es que el tejido productivo cubano anda corto y sin experiencia en estos sectores y las autoridades no han previsto ningún plan para la reconversión de la economía nacional, que sigue estando especializada en el sector servicios por su dependencia del turismo, una industria sobrestimulada en detrimento de otras y que no se caracteriza por la especialización ni el empleo de calidad.

Pero este no es el único inconveniente, además de limitar los sectores que siguen siendo patrimonio exclusivo del Estado, el Gobierno no está facilitando la constitución de estas nuevas formas de gestión: los créditos siguen siendo una quimera en la mayoría de los casos y la cantidad de insumos cuya importación es imprescindible dificulta las opciones de crear una empresa, por lo que será complicado, como prometió este lunes el ministro, "aprovechar el potencial interno y avanzar en la sustitución de importaciones".

Pero este no es el único inconveniente, además de limitar los sectores que siguen siendo patrimonio exclusivo del Estado, el Gobierno no está facilitando la constitución de estas nuevas formas de gestión

También Gil Fernández hizo referencia a medidas como la eliminación de los límites en el reparto de utilidades o la posibilidad de pagar por encima de la escala salarial a quienes más aportan, estimulando a los trabajadores, pero la experiencia hasta ahora, y en medio de la compleja crisis, ha demostrado que a las empresas les cuesta crecer y permitir remunerar a sus más eficientes empleados que, en consecuencia, tampoco acaban de ver la necesidad de serlo.

El ministro resumió la estrategia económica y social del Gobierno, que tiene como "actividades priorizadas el perfeccionamiento de la empresa estatal socialista, que es nuestro principal sujeto económico; potenciar el desarrollo local y la innovación; e incrementar la productividad del trabajo; fijar los límites de la dolarización parcial de la economía, que incluye las actividades del sector estatal y no estatal".

Gil Fernández mencionó también, de prisa y corriendo, "la necesidad de lograr una estabilidad de los precios y el control de la inflación por medios directos e indirectos". Precisamente ese se ha convertido en el principal problema de los ciudadanos en el último año, y, por muy de pasada que lo citara el ministro, lo que impide que los cubanos sean tan optimistas como sus autoridades se proclamaron ayer en la apertura del foro para la inversión.

El diario provincial de Sancti Spíritus lo describía sin paños calientes precisamente horas antes. "Ni plantando un rascacielos en medio de la plaza de los Olivos al estilo del Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, erigido en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, la mayoría de los espirituanos puede llegarle a buena parte de los precios de bienes y servicios ofertados ahora mismo en la provincia, atendiendo al monto de sus salarios, pensiones o prestaciones monetarias", rezaba la entradilla de un artículo de Escambray titulado Inflación, complicado crucigrama.

El texto reconoce que "la población se ha dado de bruces contra precios hasta 10 veces más altos que lo pronosticado" cuando, a principios de año, se inició la Tarea Ordenamiento. A pesar de las subidas de los salarios y pensiones, la canasta, tomada como referencia para el cálculo de esos pagos, duplica lo esperado, pasando de los 1.528 pesos anunciados por Marino Murillo a los 3.000 que puede costar actualmente. "Por consiguiente, es razonable que ello constituya la principal insatisfacción de la ciudadanía con respecto al ordenamiento monetario y cambiario", dice el artículo.

"Por consiguiente, es razonable que ello constituya la principal insatisfacción de la ciudadanía con respecto al ordenamiento monetario y cambiario"

El diario sitúa en 80 pesos el precio del dólar en el mercado informal, muy por encima de la tasa oficial de 24, y admite que la estadounidense es una moneda muy necesaria para tantos productos que hoy se venden en las tiendas en MLC y que hay un gran mercado "subterráneo" de compraventa de la divisa "necesitada también por el sector no estatal para realizar adquisiciones en el país o asumir importaciones".

Todo esto, la hiperinflación, –que ya en abril el economista cubano Pedro Monreal calculó que se situaría a finales de año en una cifra que podía ir de 399,6% a 505,6%,– se atribuye en el texto a la pandemia y el "reforzamiento del bloqueo estadounidense" pero se solucionará, argumenta el artículo, con el esfuerzo de las autoridades, que han introducido varias medidas a este fin, tales como la "mayor participación de los productores nacionales en función de satisfacer la demanda de la ciudadanía y mejor control de la liquidez en manos de la población, además de las acciones compensatorias para la atención a los ciudadanos más vulnerables".

El diario considera, por tanto, que la inflación es un "fenómeno duro y lamentable" ante el que las autoridades cubanas "no se refugian en la torre de marfil". Pero los lectores de Escambray no consideran exactamente lo mismo. "¿Que el Gobierno cubano no se oculta? (...) Ninguno de los flamantes delegados ha pasado hambre con el Ordenamiento, ninguno de los delegados le ha tenido que decir a sus hijos que se acuesten temprano que no hay merienda por la noche. Vergüenza para el periodista de este artículo, que solo escribió la porquería que le mandaron", lamenta un lector.

Otro, más pausado pero más implacable, espeta. "Yo, cirujano de profesión, si mi pacientes tuviesen tan mal criterio de mi gestión hubiese pensado seriamente el echarme a un lado. No entiendo como los gestores al escuchar, leer y palpar las mil y una insatisfacciones esgrimidas en cualquier esquina de esta ínsula aún pueden conciliar el sueño".

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