Camila Acosta, una periodista libre a pesar de la represión

La reportera, detenida este lunes y 'regulada' recientemente, ha pagado un alto costo personal por su paso de la prensa oficial a la independiente

Camila Acosta abandonó su servicio social cuando llevaba la mitad de los tres años obligatorios en 'Canal Habana'. (14ymedio)
Camila Acosta abandonó su servicio social cuando llevaba la mitad de los tres años obligatorios en 'Canal Habana'. (14ymedio)
Luz Escobar

11 de marzo 2020 - 17:12

La Habana/Camila Acosta es una de esas jóvenes periodistas que, con apenas 26 años, ya ha transitado de la prensa oficial a los medios independientes. Antes de trabajar como asesora en Comunicación para el Club de Escritores y Artistas de Cuba, una organización alternativa y no reconocida por el Gobierno, y ser colaboradora de Cubanet, pasaba su servicio social en la televisión local de la capital, Canal Habana.

El paso al sector privado le ha costado rupturas familiares, represión y el acoso de la Seguridad del Estado, como ocurre con muchos otros reporteros y activistas. Este año su nombre se sumó a la lista de regulados, eufemismo bajo el que se esconde la limitación arbitraria de salidas al extranjero a las voces que son incómodas para el Gobierno. Más recientemente, este lunes, estuvo detenida varias horas tras participar en una protesta pacífica para exigir la libertad del artista Luis Manuel Otero Alcántara.

Cuatro años después de graduarse en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Acosta está convencida de que el único camino para hacer un periodismo libre hoy en Cuba es alejarse de la prensa oficial

Cuatro años después de graduarse en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Acosta está convencida de que el único camino para hacer un periodismo libre hoy en Cuba es alejarse de la prensa oficial.

"Hay muchos de los que trabajan en medios oficiales que se dan cuenta de que todo es mentira, pero no les conviene aceptarlo porque piensan en su familia, en cómo irse del país. En mi caso no pude, tengo una responsabilidad social que no me permite formar parte de la farsa ni callarme, sería como ser cómplice de la dictadura. Fue una decisión personal, pero no todos pasan por eso. Tengo amigos que trabajan para el oficialismo y son más gusanos que yo, pero me dicen que no pueden gastar su talento y su vida, ni buscarse problemas porque creen que no van a resolver nada. Es esa doble moral con la que muchos viven", expone.

Acosta llegó a La Habana con 15 años para estudiar en la escuela vocacional Lenin porque en su natal Isla de la Juventud no existía un centro de ese tipo. Desde entonces ha vivido de un alquiler a otro alejada de su casa y su familia. Para ella fue primero la independencia personal y luego la profesional.

El año y medio que pasó trabajando para el Canal Habana lo recuerda como un tiempo de encierro en el que apenas tuvo posibilidades reales de superación, ni profesionales, ni económicas.

"Cobraba 500 pesos mensuales, eso era lo que pagaba en alquiler en ese momento, y porque lo compartía con otros colegas"

"Cobraba 500 pesos mensuales, eso era lo que pagaba en alquiler en ese momento, y porque lo compartía con otros colegas. Ver que dependía de mi familia para la alimentación, el transporte y que no tenía forma de escapar de eso fue parte de esa frustración", confiesa.

Su salida del Canal Habana, estuvo marcada por la censura y la frustración profesional. Entonces ya Acosta colaboraba de manera esporádica con algunos medios alternativos como El Toque, Periodismo de Barrio y OnCuba.

"Mi frustración profesional crecía por día, trabajaba la mayoría de las veces con un militante del partido provincial de La Habana a mi lado, que era la persona que nos llevaba a las coberturas. Muchas veces nos revisaban los trabajos y es ahí cuando comienza a crecer la frustración y uno se dice: yo no estudié para esto".

Los únicos trabajos que podía realizar eran dirigidos y sus sugerencias para abordar temas de crítica social eran rechazados. "Me sentía una simple vocera gubernamental", afirma.

El punto de ruptura llegó con un documental que hizo para el canal pero que no quisieron publicar, una situación que aprovechó para irse definitivamente del medio, aunque sin terminar el servicio social, que debe ser de tres años en el caso de una mujer.

En la prensa independiente ha encontrado la forma de sentirse útil.

"Muchas veces escucho eso de que 'nos orientan' lo que tenemos que escribir pero debo decir que a mí me orientaban cuando yo estaba trabajando en el Canal Habana, constantemente"

"Hace unos ocho meses comencé a trabajar para Cubanet y por primera vez en mi vida desde que me gradué me siento realmente realizada como periodista, me ha dado la libertad de escribir sobre los temas que realmente me interesan. Muchas veces escucho eso de que 'nos orientan' lo que tenemos que escribir pero debo decir que a mí me orientaban cuando yo estaba trabajando en el Canal Habana, constantemente", denuncia.

Pero esa libertad también ha tenido un precio. Han utilizado a su familia como método de presión para que deje de hacer su trabajo, por coacciones de la Seguridad del Estado la han expulsado de un apartamento que tenía alquilado hace casi tres años, tiene prohibido salir del país y la policía política no le pierde pie ni pisada.

La reportera cree que el punto de inflexión fue un viaje un viaje de unos 20 días que realizó en octubre pasado a Estados Unidos por un programa sobre violencia de género.

"Terminado el curso me quedé unos días en Miami y di unas entrevistas para El Espejo, el programa de Cao y también con Otaola. Yo sabía que eso iba a tener consecuencias, tanto por el programa sobre violencia de género, que estaba auspiciado por el Departamento de Estado, como por las declaraciones que había dado en Miami", afirmó.

Al llegar al aeropuerto de La Habana la estaban esperando para un interrogatorio, y desde entonces ha vivido "bajo asedio y represión" porque la Seguridad del Estado la acusa de participar en un programa de líderes sociales.

Acosta considera que la represión contra los periodistas independientes ha ido en aumento y lo considera "un síntoma de que el régimen se ha visto acorralado tanto por las presiones internacionales como por las crisis internas".

"Mis artículos han tenido más trascendencia a raíz de la propia represión, con eso te dan visibilidad, logran que más gente te siga, se acerque a través de la solidaridad que nace ante la represión"

Aunque también señala que el efecto es el contrario al que buscan. "Mis artículos han tenido más trascendencia a raíz de la propia represión, con eso te dan visibilidad, logran que más gente te siga, se acerque a través de la solidaridad que nace ante la represión", destaca.

El mayor acceso a internet que llegó este último año ha facilitado mucho el trabajo a los periodistas y ha puesto en manos de muchos una importante herramienta, en su opinión. "Ahora cualquiera puede grabar con su celular lo que quiera denunciar y lo sube a internet, algo que ha mellado bastante el régimen, algo que puede hacer la diferencia, que esa acumulación de denuncias empuje a las personas a mostrar su descontento y que esto un día caiga".

Su principal motivación es que no quiere que un día sus hijos le reclamen: "¿Mami, tú sabías todo lo que pasaba, qué tú hiciste para cambiar eso?".

"Quizá no logre ningún cambio, lo que estoy aportando es un simple granito de arena a algo que es mucho mayor, pero yo digo que por lo menos no voy a vivir el resto de mi vida como una cobarde y cuando mis hijos me pregunten al menos podré decirles que lo intenté, que intenté hacer algo por cambiar las cosas, visibilizar la Cuba real, no una fantasía. De esa manera es que he podido lidiar con quedarme de nuevo en la calle, con la represión, con la posibilidad incluso al encarcelamiento que está latente todo el tiempo. Ahí está el caso de Roberto de Jesús Quiñones, mira ahora lo que le hacen ahora mismo al artista Luis Manuel Otero Alcántara".

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