"El objeto de escaso valor, cotidiano, es un cómplice para expresarme"

"Es muy denso el filtro en los espacios institucionales, me parece fantástico que existan otras oportunidades", asegura el pintor Nelson Jalil.

"Mi interés por el arte fue desde pequeño, fue con un personaje súper pintoresco que vivía en mi barrio, exactamente en la misma cuadra en la que yo", confesó Nelson Jalil. (14ymedio)
"Mi interés por el arte fue desde pequeño, fue con un personaje súper pintoresco que vivía en mi barrio, exactamente en la misma cuadra en la que yo", confesó Nelson Jalil. (14ymedio)
Luz Escobar

22 de noviembre 2020 - 16:34

La Habana/Nelson Jalil nació en Camagüey en 1984 y se graduó del Instituto Superior de Arte (ISA) en La Habana, donde tiene ahora su estudio, en el barrio de Nuevo Vedado. Lo compartió al inicio con su coterráneo Lester Álvarez, que se fue a vivir a Madrid. Ahora dispone de más espacio pero extraña al amigo.

Sus piezas van tejidas desde el título hasta la forma, son de una belleza tal que dan ganas de llevárselas a casa y colocarlas en una pared. En medio de lienzos con lápices quebrados, libros quemados, una hoguera, una espiral y con tremendo aguacero de fondo, 14ymedio conversó esta semana con Nelson Jalil.

Pregunta: Mirando un grupo de piezas percibí que su obra y el proceso creativo que le lleva a ella tiene mucho de juego, ¿es así?

Respuesta: Ese acercamiento es bastante exacto, es una de las maneras en las que yo me aproximo al proceso creativo en sentido general, lo veo muy asociado a la idea del ocio y por extensión a la idea del juego. Yo le comentaba a una amiga tiempo atrás que cuando yo tenía un problema cerraba el estudio y me iba a resolverlo. Vuelvo cuando recupero ese espacio mental que me permite enfocarme en el proceso que es la creación. Al final, tomando en cuenta la manera en la que yo opero con estos objetos que son pequeños y la forma en la que van siendo ensamblados mientras los voy observando y lidiando con ellos pues se parece mucho a la manera en la que un niño interactúa con un juguete.

Hay una idea inicial que es muy general relacionada a ese interés que yo tengo por explorar la capacidad que tienen estos objetos cotidianos, ordinarios para encarnar o expresar ciertas situaciones, espacios o incluso las relaciones humanas

P: ¿Qué viene primero, el objeto o la idea?

R: Hay una idea inicial que es muy general relacionada a ese interés que yo tengo por explorar la capacidad que tienen estos objetos cotidianos, ordinarios para encarnar o expresar ciertas situaciones, espacios o incluso las relaciones humanas. Esa idea general la voy aterrizando y de la manera en que los objetos van siendo conformados cuando empiezan a fugar en diferentes direcciones, surgen entonces ideas más puntuales y puedo hablar de una experiencia específica, es así, ir de un interés general y luego cuando empiezo a manipular los objetos, a observarlos y a interactuar con ellos es como si el mismo objeto me expresara esa otra idea concreta.

P: ¿Esto es algo que viene de cuando era un niño?

No, yo no me interesé por trabajar con objetos hasta hace apenas unos años, hice un poco de todo, sobre todo en el periodo de estudios que uno experimenta casi con todos los soportes, con todos los medios y periódicamente se va obsesionando con un medio y otro y ya entonces cuando ese interés surgió fue como un descubrimiento y a partir de ahí me fui absorbiendo cada vez más en el uso de objetos y hasta el día de hoy.

P: ¿Cómo fue su primer acercamiento al arte y a la idea de ser un artista?

R: Mi interés por el arte fue desde pequeño, fue con un personaje súper pintoresco que vivía en mi barrio, exactamente en la misma cuadra en la que yo. Era el típico personaje, medio alcohólico, un exboxeador que vivía en unas condiciones muy precarias. Le decían El Croqueta, recogía trozos de cabezas de muñecos o de indios de un taller de artesanía que había por el barrio, las remojaba y se sentaba con unos palillos pretendiendo como que moldeaba, así en una pose muy artística. A mí me quedaba de camino a la escuela y siempre me sentaba con él y me hablaba, para mí era un súper escultor, para mi era Rodin.

Ese fue el primer contacto, a partir de ahí empecé a moldear un poco con barro, a dibujar. Luego conocí la colección de arte muy buena que hay en el museo de Camagüey, donde mi mamá durante un tiempo trabajó, y visitaba la colección con mucha frecuencia, fue el momento en que empecé a dibujar formalmente con la intención de entrar a la escuela de arte.

P: ¿Cómo recuerda aquellos años en la escuela de arte de Camagüey?

Cuando yo estudié allá no se llamaba como hoy, Academia de las Artes Vicentina de la Torre. Estudiamos en lo que llamamos la escuela vieja, el proceso de cambio fue bastante triste, antes era un espacio espectacular, una casa colonial que comparte con el museo provincial el edificio que era el antiguo cuartel de caballería del ejército español. Tenía muy lindas escaleras, de madera, había mucha libertad, eran pocos estudiantes. Después llegó esta locura de las escuelas de arte renovadas y le pusieron a todos uniformes, cerraban todas las puertas con llave, los estudiantes prácticamente no tenían acceso a los talleres, cambió mucho.

P: Y luego llegó el Instituto Superior de Arte… ¿qué significó ese salto?

R: El ISA fue un hallazgo para mí, ni por mucho fue el mejor momento de la escuela, ya estaba toda la crisis que habían sufrido los programas de clases que nadie quería impartir pero era un espacio multicultural. La formación en provincia, en el caso de Camagüey era mucho más técnica y además había varios profesores que se preocupaban por la parte de la formación creativa pero sigue siendo una visión todavía más limitada en el sentido que lo que teníamos era solo un par de referencias.

Cuando llegas al ISA ese espectro se abre, empezando por los estudiantes que venían de todas partes con mayores o menores bagajes culturales y distintos tipos de información y comenzaba a descubrir que eso que pensaba que era el arte no era más que una manera muy específica de entender el arte y con los profesores pasaba más o menos lo mismo.De pronto te enterabas que fulano había usado un poema como texto de la discusión de su tesis de graduación o que mengano había escrito un diario… eso empezaba a desmontarme una serie de conceptos más rígidos que uno trae de provincia.

Cuando llegas al ISA ese espectro se abre, empezando por los estudiantes que venían de todas partes con mayores o menores bagajes culturales y distintos tipos de información

P: Pertenece a una generación de la que muchos artistas han optado por el arte más conceptual o la instalación antes que la pintura, ¿Ve alguna razón específica para esto? ¿Cómo fue en su caso?

R: Eso es cíclico, como siempre sucede la gente se aburre, hay como periodos, influye también el maestro, recuerdo anécdotas de momentos en que los estudiantes del ISA que querían pintar tenían que esconderse prácticamente porque los demás se burlaban de ellos, creo que fue en los años 90. También han existido periodos en los que se ha pintado con solidez.

Yo pinté muy poco en el ISA, sobre todo dibujaba y estuve dos o tres años absorto con la fotografía que después terminó por desinteresarme de una manera tal que yo mismo me asombro, fue como que se agotó completamente ese lenguaje para mí y de pronto no tenía nada que decir usando ese soporte. Si en ese momento de mi vida alguien me hubiera dicho que yo iba a terminar enfrascado en proyectos de instalación como los que he hecho o los que tengo en mente, no lo hubiera creído. Las condiciones del ISA me resultaban un poco agrestes, por eso trabajaba más con proyectos que pudiera llevar conmigo, procesos que son más mentales, que exigieran menos espacio. Los espacios físicos estaban pero fue ese momento de la restauración de la escuela y había cierto caos, esto no es una justificación, mucha gente retomó en ese momento la pintura, era más por un proceso personal.

Después de dejar la escuela estuve dos años trabajando intensamente en una serie de dibujos, que fue como el tránsito de esa obra fotográfica muy narrativa, que había realizado en el ISA. Luego comencé a explorar un poco la pintura a partir de estos dibujos y cuando comencé a trabajar con objetos, tanto la de instalación como la de objetos ensamblados y la pintura, comenzaron a salir simultáneas las dos, probablemente sea el resultado de la maduración de todo este proceso anterior de búsqueda y que ha ido consolidándose.

P: También es notable que hay mucha influencia de la cultura oriental en muchos artistas de su generación, ¿a qué cree que se deba esto?

R: Yo creo que son muchas cosas, no quiero con esto cuestionar pero en sentido general para las generaciones más jóvenes el sistema que proviene de esta herencia judeocristiana para mucha gente ha caído en crisis y si a eso le sumas el acceso que tienes a algo que para otras generaciones era mucho más desconocido...

Es un conocimiento muy vasto que si tienes un tipo de curiosidad o interés de naturaleza espiritual, obviamente ahí hay herramientas útiles que han sido probadas a lo largo de los siglos. Es como tener una caja llena de herramientas y puedas ir probando y conectarte con esa zona específica del conocimiento con el que te identifiques más y que no tiene que ser necesariamente lo que has recibido como herencia familiar.

Hace varios años que yo a través de amigos que también provienen del mundo del arte comencé a indagar en estos procesos, por donde empieza uno casi siempre, a hacer un poco de yoga, de meditación y finalmente terminé por interesarme por un método específico que proviene de la tradición del budismo tibetano, me resultó bastante cercano, me conecté con ese tipo de práctica.

En algunos artistas veo que se imbrican muy bien pero en mi caso yo no practico un tipo de arte que sea tradicionalmente entendido en la manera que se hace en estos contextos culturales que son bastante alejados para mí. Lo entiendo más como un método de auto-reconocimiento y de búsqueda que eventualmente se expresa sutilmente a través de alguna idea que yo pueda esbozar en mi trabajo.

Muchas de las ideas más interesante que he tenido me han surgido como distracciones, todo se entremezcla en una zona intermedia, que tiene que ver con el proceso creativo pero no estás haciendo arte en el sentido formal, procesos muy oxigenantes que ayudan a revisarse continuamente, sobre todo a nivel emocional, espiritual, muchos procesos de los que la mayoría de las personas no son conscientes, una herramienta súper útil.

P: ¿Cuáles son los últimos trabajos que ha realizado, cómo los presenta?

R: Se trata de dos grupos de obras que he estado desarrollando, ni siquiera las recojo o las presento a manera de serie. Son dos grupos en dos soportes distintos, en pintura, óleo sobre lienzo y una serie de instalaciones, en muchos casos objetos ensamblados en formatos pequeños. Te mencionaba que las he desarrollado simultáneamente, al principio era un poco a tientas, me costaba hasta trabajo hablar al respecto porque estaba imbuido en el proceso de descubrir la posibilidad que me ofrecían todos estos objetos, me resultaba extremadamente inspirador pero a la vez había algunas cosas que no tenía demasiado clara pero como siempre sucede el mismo proceso de trabajo me va revelando información o cierto tipo de conocimiento que emana del mismo ejercicio creativo.

He estado indagando en las posibilidades que me ofrecen objetos hallados, cotidianos o de escaso valor, para a través de ellos expresar situaciones o comportamientos que son intrínsecamente humanos

He estado indagando en las posibilidades que me ofrecen objetos hallados, cotidianos o de escaso valor, para a través de ellos expresar situaciones o comportamientos que son intrínsecamente humanos. En algunos casos los objetos son bastante antropomórficos y en otros son objetos que de alguna forma son el resultado de alguna acción o de algún comportamiento humano. Evidentemente, el objeto es un pretexto o un cómplice para expresar todo este tipo de relaciones.

P: ¿Ha podido lograr en Cuba el sustento necesario para vivir del arte?

R: En mi caso he tenido la posibilidad de vender obras periódicamente sin estar plenamente insertado, en el sentido de que he trabajado con alguna que otra galería, lo he hecho a través de un espacio o a través de un dealer que ha estado en contacto conmigo o alguien que llega y directamente ha estado en contacto conmigo y eso es una muy buena posibilidad. Es súper azaroso, es impredecible, en mi caso ha ocurrido con intermitencia, pocos artistas están lo suficientemente establecidos como para prever cuándo y cómo se va a gestionar una obra en concreto aunque obviamente hay artistas en esa situación.

Hay gente que te puede sugerir o poner en contacto con alguien y ha sido un poco así en mi caso. Yo no me muevo de aquí, el que quiera venir a verme que venga. El trabajo mío es producir la obra el que quiera hacer algo con eso simplemente levanta un teléfono y me llama, no creo que sea más complejo que eso, tampoco creo que es la función del artista andar por ahí intentando insertarse a la fuerza en un espacio que no necesariamente es el más apropiado.

P: ¿Cree que la llegada de los datos móviles y la posibilidad de tener internet a mano pueda ayudar en eso?

R: Hace unos años, para la mayoría de los artistas que vivíamos en Cuba y ni siquiera podíamos tener una página web, era absolutamente imposible colgar una imagen de su obra en algún espacio para que alguien que no estuviera físicamente en el mismo espacio que tú pudiera verla. Tener acceso a una plataforma que permita esto es una gran ventaja, creo que es más a nivel de promoción. Ha sido muy interesante para mi por el tipo de personas que he encontrado, artistas que admiro que se han conectado conmigo, gente con la que yo no aspiraba a tener contacto.

P: ¿Qué impacto cree que ha tenido en el arte cubano de estos tiempos los nuevos espacios independientes que han surgido?

R: Eso es bueno, claro, para mi es fatal el hecho de que la institución se convierta en un filtro que determine quién hace una carrera y quién no. Si a la institución no le da la gana de reconocer a un artista, ya sea porque considere que no tiene talento o porque es un artista complicado con un tipo de discurso contestatario o por la razón que sea, es terrible que no encuentre otra oportunidad y me parece fantástico que existan otras maneras porque es muy denso ese filtro en los espacios institucionales.

P: ¿Cómo vivió el fenómeno que generó en el arte cubano la llegada del decreto ley 349?

R: Lo primero que hice fue leer la carta que un grupo de artistas había redactado, me la pasó Lester Álvarez. Me pareció lo mismo que al resto de los artistas que firmamos, que era como un peligro oficializar esos niveles de censura. En ese momento yo estaba de viaje y justo cuando regresé ya habían comenzado estas reuniones que se hicieron. Creo que fue buenísimo todo lo que pasó porque de alguna manera detuvo lo que podía haber llegado a suceder si se implementaba este decreto con toda la fuerza y toda la impunidad con la que fue previsto.

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