Yunior García asume su activismo contra el poder totalitario y abusivo del régimen cubano

"Necesitamos un nuevo pacto social, porque el que nos han impuesto ha caducado, es ineficiente y ha fracasado"

El artista Yunior García fue uno de los protagonistas de la protesta de intelectuales frente al Ministerio de Cultura el pasado 27 de noviembre y fue cargado con violencia en un camión de la Seguridad del Estado en la jornada histórica del 11J. (14ymedio)
El artista Yunior García fue uno de los protagonistas de la protesta de intelectuales frente al Ministerio de Cultura el pasado 27 de noviembre y fue cargado con violencia en un camión de la Seguridad del Estado en la jornada histórica del 11J. (14ymedio)
Luz Escobar

27 de septiembre 2021 - 20:06

La Habana/Hace muchos años que Yunior García Aguilera no se conforma con ser solamente dramaturgo. Desde que en 2016 se levantó en una reunión de la Asociación Hermanos Saíz y lanzó 15 preguntas que disgustaron a las autoridades, el artista nacido en Holguín en 1982 no se ha vuelto a sentar en ningún puesto cómodo.

Él fue uno de los protagonistas de la protesta de artistas e intelectuales frente al Ministerio de Cultura el pasado 27 de noviembre y fue cargado con violencia en un camión de la Seguridad del Estado en la jornada histórica del 11J, cuando protestaba junto a otros colegas y amigos frente al Instituto Cubano de Radio y Televisión.

Estos días, los focos están sobre él como cara más visible de las manifestaciones pacíficas convocadas en varias ciudades para el 20 de noviembre.

Todo ello ha ocurrido sin que detenga su labor con su grupo de teatro. Sin perder la sonrisa que siempre lo acompaña, conversa con 14ymedio sobre el 20N, sus esperanzas y el arte perseguido en Cuba.

Pregunta. ¿Cómo ha sido dar el paso de decir públicamente lo que piensa?

Respuesta. Yo creo que todos los artistas e intelectuales tienen preocupaciones sociales y de alguna forma necesitan participar en la realidad de su país. El problema con Cuba es que quizá hay demasiados prejuicios dentro del mundo intelectual, académico y artístico, en parte porque muchos necesitan sentirse un interlocutor válido ante las autoridades, las instituciones, el poder, y eso te va llenando de limitaciones. He tratado de irme despojando de esos prejuicios con el tiempo, de no aceptar esas imposiciones que nos han intentado sembrar en la mente de que con ciertos cubanos no se puede hablar, que no tienen legitimidad; olvidarme de todas las etiquetas que se le pone a la oposición tradicional o a los cubanos que han decidido de una forma o de otra asumir su disidencia, su activismo, frente a un poder totalitario y abusivo.

"He tratado de irme despojando de esos prejuicios con el tiempo, de no aceptar esas imposiciones que nos han intentado sembrar en la mente de que con ciertos cubanos no se puede hablar, que no tienen legitimidad"

El hecho de chocar con todas las limitaciones, con la Seguridad del Estado, con la vigilancia, con haber ido a la cárcel, con no poder salir de mi casa en ocasiones porque agentes me lo impiden, de que me corten el internet, son cosas que la mayor parte de artistas e intelectuales no ha experimentado y por eso ven este tipo de situaciones desde la distancia, a veces desde una distancia cómoda.

P. Muchos podrán decir que se ha radicalizado.

R. La cercanía con estas realidades de las que hablaba ha sido muy incómoda y eso hace que sea cada vez más transparente en la esencia de lo que busco. No se trata de pintarme una imagen lo más moderada posible para que algunos, que no han entendido todavía la realidad cubana, no rechacen mi discurso, sino asumir la verdad y comportarme de manera honesta. Más que radicalismo, me gustaría llamarlo transparencia total, no usar máscaras.

P. ¿Cuánto ha cambiado el trato que ha recibido por parte del aparato represor del Gobierno en los últimos meses?

R. El discurso del poder se ha hecho bastante claro en los últimos tiempos. Ellos te tratan primero como un confundido, tratan de acercarse a ti como alguien que quizá está rodeado de malas compañías. Intentan el discurso del policía bueno que pretende ayudarte, que quiere que sigas haciendo tu labor como artista sin que eso te afecte demasiado. Pero cuando te mantienes en una posición firme de seguir pensando como tú has decidido y actuando en consecuencia con la forma en la que piensas va acelerándose la vigilancia, va aumentando la presión sobre ti y entonces ya hay un oficial que te atiende y empiezan a limitar tus derechos.

La primera vez fue poco después del 27 de noviembre, cuando un agente de nombre Jordan me impedía salir de mi casa y decía que venía en nombre del pueblo de Cuba, pero ahora, por ejemplo, ese mismo agente ya se ha acercado a familiares y amistades tratando de presionar, siempre con un discurso en el que pretende no colocarse como un enemigo.

"Ahora, por ejemplo, ese mismo agente ya se ha acercado a familiares y amistades tratando de presionar, siempre con un discurso en el que pretende no colocarse como un enemigo"

Con su torpeza te van ayudando a definirte como artista, como ciudadano, como cubano. Empiezas a ver de verdad toda la represión, todos los abusos, toda la falta de libertad y empiezas a vivirlo con cercanía, ya no en un libro o en una entrevista.

P. ¿Cuánto ha cambiado su relación con las instituciones artísticas en el último año?

R. Yo quiero seguir siendo un artista, me encantaría poder seguir haciendo teatro, hacer cine, poder incluso hacer televisión. Es algo a lo que yo no renunciaría nunca porque es la esencia de lo que soy, pero por supuesto también quiero seguir haciendo activismo, funcionando como ser humano, como ciudadano de un país. A veces la gente me dice "dedícate a escribir", a los artistas nos han inculcado siempre eso de que si tienes un talento debes explotarlo y si eres artista "debes hablar a través de tu obra", pero yo me pregunto: ¿le habrían dicho eso mismo a José Martí, que era un excelente poeta, que era un dramaturgo? ¿Cómo habrían reaccionado Lorca o Brecht o cualquier otro artista? Vivimos en una realidad concreta y uno no se pasa toda la vida siendo artista, la mayor parte del tiempo eres un ciudadano y tienes que ir a una cola, estar en la parada de guagua, trasladarte.

Con las instituciones ha sido un poco fuerte. Ahora mismo los teatros están cerrados, mi grupo sigue abierto, nos siguen pagando un salario, pero no sabemos si cuando abran los teatros nos dejarán presentar nuestras obras. He recibido por ejemplo algunas negativas: un proyecto de telenovela que tenía ya no se va a poder hacer. No sé si tendré que a partir de ahora escribir con pseudónimo.

Lo que sí sé es que no podía seguir perteneciendo a una organización como la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) después de un silencio cómplice con la represión y con el abuso después del 11 de julio. Una organización que perfectamente acepta que el poder reprima a sus ciudadanos y viole sus derechos, que encarcele a personas por ejercer el derecho de manifestarse y que no tenga una palabra para la ciudadanía y todo su discurso sea a favor de ese poder que se muestra abusivo, es una organización a la que no puedo pertenecer. Por eso después del 11 de julio una de las primeras decisiones que tomé fue renunciar a esa membresía.

Lo que sí sé es que no podía seguir perteneciendo a una organización como la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) después de un silencio cómplice con la represión y con el abuso después del 11 de julio

P. ¿Cómo nace Archipiélago y cómo lo definiría?

R. Como dramaturgo, obviamente tengo un diálogo constante con la obra de Virgilio Piñera; es un referente para mí esa noción de él sobre la Isla, de la maldita circunstancia del agua por todas partes, es algo que me ha motivado siempre también una respuesta un poco disidente. Sí, está bien, somos una isla, pero realmente somos un archipiélago.

Desde el punto de vista poético y desde el punto de vista político ha estado demasiado presente la noción de isla, de estar separados del mundo, de reaccionar como un monolito, de esa falsa unidad que no es otra cosa que exclusión, porque es una unidad que tiene que ver con excluir a todo el que no acepte el discurso oficial. Por eso me gustaba más, en contraposición a la idea de Virgilio, pensar en archipiélago más que en isla.

Somos distintas islas, tenemos derecho a pensar de manera distinta, a proponer nociones de país distintas, pero al final tenemos que convivir en el mismo espacio. Es un concepto que no niega la diferencia.

Queremos construir un país plural donde se respeten las diferencias y donde exista espacio para el disenso, no sólo para las ideas distintas que ya existen, sino para las nuevas que puedan ir surgiendo. Establecer un dogma, un patrón único, un modelo inamovible me parece una cosa incluso antidialéctica, algo irracional.

P. ¿Por qué la marcha del 20 de noviembre?

R. Los discriminados en el mundo, en toda la historia, nunca han obtenido derechos por regalo o gracia del grupo en el poder. Los derechos han sido conquistados y han sido conquistados con el civismo, con la participación social, con la marcha, con la lucha en las calles. Así ocurrió con las comunidades minoritarias, con todos aquellos grupos o personas que han sido discriminados en la historia de la humanidad, por lo tanto marchar es un derecho, manifestarnos es un derecho que hay que acabar de conquistar definitivamente en Cuba

En más de 60 años nunca se ha permitido una manifestación antigubernamental y consideramos que es momento ya para conquistar de manera definitiva ese derecho, que está en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en la propia Constitución cubana.

En más de 60 años nunca se ha permitido una manifestación antigubernamental y consideramos que es momento ya para conquistar de manera definitiva ese derecho, que está en la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Estamos viviendo un momento de crisis como quizá pocas veces se ha vivido en la historia de Cuba, una crisis en todos los sectores. Hay una insatisfacción y descontento popular que crece todos los días. No se trata de aprovechar ese descontento, se trata de solidarizarnos con él, de asumirlo como propio, porque somos parte de esa sociedad que está inconforme, que necesita cambiar la realidad de Cuba y quizá la manera más evidente de hacerlo es manifestándose, saliendo a las calles para decirle al poder que necesitamos un nuevo pacto social, que el que nos han impuesto ha caducado, es ineficiente y ha fracasado.

P. ¿Cómo vive la campaña de difamación que han lanzado varios sitios y grupos oficiales en su contra tras la convocatoria de las marchas?

R. Lo que he sentido es mucha solidaridad de personas que ya no asimilan ese tipo de ataques y se dan cuenta de que son campañas difamatorias para despersonalizarte. Cuando no tienen manera de atacarte, inventan. Tienen que vincularte con la CIA, o llamarte "mercenario" o "anexionista", que es una idea ridícula del siglo XIX. Yo creo que ningún cubano actualmente piensa en anexar el país a ningún territorio, estamos haciendo todo en soberanía, lo estamos haciendo sin ningún tipo de interés económico, nadie nos está pagando por organizar esta marcha, así que los que se oponen a nosotros no tienen nada que decir y por lo tanto tienen que mentir. Lo que también ha demostrado es que eso ya no les funciona: la mayor parte de la sociedad se da cuenta de que eso es una manipulación. Al contrario, todos los días aumentan los mensajes de apoyo, la gente que te dice estoy contigo y voy a marchar y nos vemos el 20 de noviembre. Se acabó ese viejo discurso, fracasaron, han perdido ideológicamente y socialmente la batalla, ya no engañan a nadie.

Hay cosas que uno no logra comprender del todo hasta que no las vive en carne propia. Cuando usan contra ti mentiras que han usado ya contra otros te das cuenta de que también mentían cuando a esas personas las estigmatizan, y eso te genera un sentimiento también de solidaridad con los que antes que tú han venido luchando por sus ideas y han sido satanizados por el poder. Yo creo que esto también ha hecho que nos unamos quizá como nunca. Estamos llegando a consensos que pueden ser inéditos. Hay un sentimiento general de respetar que no pensamos igual y tenemos diferentes estrategias para el país que queremos construir, pero es el momento de unirse.

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