"Me están obligando a irme"

Un mes después de su expulsión de la universidad, hablamos con Karla Pérez González de sus sueños y de cómo afronta el futuro

Karla Pérez descarta apelar su expulsión porque considera que no prosperaría y que, de hacerlo, su estancia en el centro sería incómoda. (14ymedio)
Karla Pérez descarta apelar su expulsión porque considera que no prosperaría y que, de hacerlo, su estancia en el centro sería incómoda. (14ymedio)
Luz Escobar

10 de mayo 2017 - 13:23

La Habana/A pesar de la gripe que empieza a rondarla y de la brevedad de su paso por La Habana, Karla Pérez González todavía tenía energía este martes para hablar de sus sueños profesionales. Nada raro en una joven de apenas 18 años, si no fuera porque esta cienfueguera de constitución frágil y conversación locuaz acaba de ser expulsada de la Universidad Central de Las Villas.

Hasta hace poco más de un mes, Karla vivía sus días como cualquier otra estudiante de primer año: entre el asombro y el descubrimiento. El tiempo que pasó en un aula universitaria fue breve pero ha bastado para confirmar su pasión por el periodismo, al que quiere dedicar su vida, remarca mientras habla a un costado de la Estación de Ómnibus de la capital.

Desde pequeña encontró en los libros unos compañeros inseparables, aunque aclara que no le gusta la ciencia ficción "ni en las películas". La lectura, a la que considera "un hábito en extinción" entre sus coetáneos, le descubrió a Oscar Wilde y Edgar Allan Poe, entre otros autores. "Empecé leyendo muchos policíacos" pero ahora "prefiero los dramas que me desarmen", dice. Y se queda en silencio.

Hoy, su referencia internacional son los diarios 'The New York Times' y 'El País' cuando de "grandes medios" se trata. Pero en su Isla prefiere leer espacios independientes, como 'El Estornudo' y '14ymedio'

Poco después descubrió su propia escritura y se propuso "trasformar y cambiar, desde la prensa, la realidad cubana", pero todavía tenía que crecer para lograrlo.

Hoy, su referencia internacional son los diarios The New York Times y El País cuando de "grandes medios" se trata. Pero en su Isla prefiere leer espacios independientes, como El Estornudo y 14ymedio. También sigue "lo que se hace desde Periodismo de Barrio" aunque se enfoque más "en temas rurales, de Medio Ambiente y cambio climático".

A Karla le fascina hacer entrevistas porque es un género en el que considera que importa más "lo que aporta el entrevistado" que "lo que diga el periodista".

Después de vivir "un infierno" durante la expulsión de la universidad, la joven ha regresado a su casa y su barrio en Cienfuegos. Cuenta que no ha tenido problemas "hasta ahora" con los vecinos, aunque siempre hay personas que ya no se acercan o que cruzan la acera cuando la ven pasar.

Los amigos de siempre siguen a su lado y ninguno tiene miedo hasta ahora. Los más osados se hacen fotos y selfies junto a ella y la instan a que las suba a Facebook como un gesto en el que se mezclan la osadía y el afecto. La joven lo agradece.

Algunos conocidos, más distantes, se han acercado por estos días para decirle que sienten mucho "todo lo que ha pasado". Los sucesos de las últimas semanas adquieren ante los ojos de muchos las dimensiones de una tragedia. De ahí que hay quienes musitan ante Karla las frases que se le dirían a alguien que ha perdido un pariente o le ha sido detectada una enfermedad terminal.

La peor parte se la llevan los alumnos de su aula de periodismo que recibieron "todo tipo de presiones" para votar en su contra. Algunos se le han acercado para decir que "si la votación se repitiera" no volverían a levantar la mano por su expulsión. La mañana en que se hizo el proceso que la condenó definitivamente, ocho de sus colegas estuvieron a favor del castigo y otros seis la apoyaron.

En un primer momento, Karla se planteó luchar por apelar "hasta las últimas instancias", pero con el paso de los días ha perdido las ganas "de regresar a esa Universidad". La paraliza la idea de tener que "presentar pruebas" sobre su pertenencia al Movimiento Somos+, que no ha sido puesta por escrito en ningún documento oficial, aunque se menciona ampliamente en las reuniones con profesores y estudiantes."¿Apelación para qué?", se pregunta ahora Karla, "si todos los canales van a un mismo lugar y el poder y los recursos están de un solo lado".

"¿Apelación para qué?", se pregunta ahora Karla, "si todos los canales van a un mismo lugar y el poder y los recursos están de un solo lado"

Volver a pisar los pasillos de la Universidad Central de Las Villas después de todo lo que ha pasado "ya no sería lo mismo", asegura. Cree que si logra regresar y "se funde un bombillo" todos los dedos y las miradas la señalarán como responsable. No quiere que sus padres tengan que vivir "con esa preocupación".

"Hasta dos semanas después de mi expulsión siguieron ocurriendo nuevos actos de repudio en mi contra", asegura. El mismo día que se oficializó su salida del centro docente reunieron a los alumnos de su facultad para hablarle de "los mercenarios que reciben dinero del exterior" y especificaron, "como es el caso de Karla, la estudiante expulsada...".

La acusación contrasta con su experiencia dentro del Movimiento Somos+, del que forma parte desde poco más de un año tras conocer al líder del movimiento, Eliécer Ávila. La joven considera que entre lo mejor del grupo independiente está "lo claras que tiene las finanzas" a partir de una cuota de 10 CUP que paga cada miembro radicado en la Isla, porque "eso calla muchas veces la boca al discurso oficial".

Por el momento, prefiere dejar a un lado los insultos que le han lanzado y concentrarse en su superación. "Lo que quiero es estudiar, así con mayúscula" y "definitivamente aquí no puedo", afirma mientras dice que es un tema "de orgullo personal" tener un título universitario con su nombre. "Me están obligando a irme", reconoce.

Durante su tiempo de estudiante Karla hizo prácticas en la redacción del 5 de septiembre, donde tuvo su primer contacto con la censura. Aprendió el arte de la sinonimia para evitar llamar a las cosas por su nombre. Cada vez que algún colega escribía un artículo "un poco caliente" era llamado por el director al "cuarto frío", como jocosamente se conoce su oficina.

Karla dice no entender por qué los medios alternativos no pueden ser legales o que los periodistas independientes se tengan que enfrentar cada día "a decomisos, a no poder escribir, a muchas veces utilizar seudónimos"

Karla estuvo una vez entre aquellas cuatro paredes tras hacerle una entrevista a un bicitaxista en la que el emprendedor reclamó más "libertad" para desarrollar su trabajo. El director del periódico local le indicó a la joven que debía cambiar aquella palabra... tan llena de espinas en la prensa oficial cubana.

Si se quedara dormida un par de décadas, a Karla le gustaría encontrar al despertar un periodismo "que responda, más que a los intereses de un Partido, a los intereses de la población, como está escrito en la Constitución de la República pero que no se cumple".

Entre las dudas profesionales que la asaltan, Karla dice no entender por qué los medios alternativos no pueden ser legales aunque así lo quieran y, mucho menos, por qué los periodistas independientes y los freelance "se tienen que enfrentar cada día a decomisos, a no poder escribir, a muchas veces utilizar seudónimos".

Hacer periodismo fuera de las instituciones cuesta mucho trabajo, sostiene, "cuando las personas tienen miedo a hablar o a dar su nombre". Al final de su frase queda flotando en el aire, como una presencia protagónica, la palabra "libertad". Aquella que una vez le censuraron y que se ha propuesto que no le vuelvan a quitar jamás de ningún artículo.

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