“Este es tu país y ningún régimen te lo puede quitar”

La obra del fotógrafo fue el pretexto que La Habana utilizó para suspender las negociaciones con la Unión Europea

Patrimonio de la Humanidad, el cementerio de Colón en La Habana cuenta con más de 500 mausoleos, capillas y bóvedas familiares. (Marius Jovaiša)
Patrimonio de la Humanidad, el cementerio de Colón en La Habana cuenta con más de 500 mausoleos, capillas y bóvedas familiares. (Marius Jovaiša)
Ernesto Hernández

23 de enero 2015 - 07:05

Miami/Marius Jovaiša (41 años) es un fotógrafo lituano que ha pasado gran parte de los últimos cinco años tomando fotos de Cuba desde una perspectiva nunca vista antes: desde arriba. Comenzó el proyecto en 2010 pensando que, siendo un artista extranjero muy alejado de la política, le sería muy fácil conseguir los permisos para las fotos aéreas. Sin embargo, se dio cuenta rápidamente de que tendría que navegar contra una burocracia muy lenta, invertir bastante recursos, tener paciencia y comprender que la libertad para hacer las cosas es bastante limitada dentro de la Isla.

Unseen Cuba, una recopilación de más de 300 fotos aéreas de la Isla sacadas desde un ultraligero a 90 metros de la superficie de la tierra, se publicó en 2014. La exhibición en Washington y Bruselas de las imágenes causó problemas con las autoridades cubanas, que llegaron a utilizar su obra como pretexto para suspender el diálogo con la Unión Europea el pasado mes de diciembre.

Pregunta. ¿Por qué decidió hacer un libro sobre Cuba?

Respuesta. Después de la publicación de mi libro de fotos aéreas de Lituania, me di cuenta de que estaba haciendo algo que me gustaba, que atraía al público y que también era un proyecto rentable. Con este nuevo proyecto podía combinar mi pasión por la fotografía con la adrenalina que uno siente cuando está volando en un aparato tan abierto como el ultraligero. Era como si estuviera volando en una silla y, a la vez, tomando fotos increíbles.

Primero hice Unseen Belize para ver si funcionaba el modelo en un país extranjero y después pensé en Cuba, porque nunca se había hecho un trabajo de esta índole en el país y también porque la Isla y Lituania compartían un pedazo de historia a través de la influencia soviética. Cuba era como un país secreto e iba ser un gran reto para mi desarrollar el proyecto. Me encantan los retos.

P. ¿Espera poder hacer una exhibición en La Habana próximamente?

R. Me encantaría. Ya hubo dos exposiciones el año pasado, una en la embajada lituana en Washington y otra con el apoyo de la Unión Europea en Bruselas. Ambas causaron problemas con las autoridades cubanas. Desafortunadamente, mi obra se encontró en el medio de un problema político. El pasado mes de mayo, nuestro embajador en Washington invitó a la exhibición a varios congresistas cubanoamericanos, que hicieron declaraciones políticas muy fuertes, y la misión diplomática de Cuba reportó lo sucedido a La Habana.

La persona responsable por Latinoamérica en la Unión Europea es lituana y me invitó a exponer mi trabajo. Cuba y la UE estaban comenzado sus ruedas de diálogo, y ella pensó que la muestra sería una oportunidad para enseñar a la comunidad diplomática algo sobre la cultura del país. Alguien de la embajada en Bruselas se dio cuenta de que era la misma exhibición que produjo tanto conflicto en Washington y pidió que se cancelara, pero la UE no cedió. Los cubanos boicotearon la exposición, al igual que otros embajadores latinoamericanos, y a la vez también suspendieron los diálogos. Muchos dicen que mi exhibición fue solo una excusa por la cancelación y no la razón principal, pero así ocurrió.

"Vengo de un país que perteneció a la Unión Soviética, sabía que alguna cosas las iba a lograr a través de negociaciones 'por la izquierda'"

P. ¿Qué opinan las autoridades cubanas de su libro?

R. Se lo envié el pasado mes de noviembre. Ya me comunicaron por teléfono que en la página 77 hay una foto de un faro en la que aparece un militar patrullando desde arriba. Aunque no se puede ver muy bien el soldado, hay regulaciones en Cuba que prohíben fotografiar a miembros del Ejército. También me dijeron que hay una foto de mis hijos con unos niños cubanos que no les agradó mucho. Me dijeron: "No queremos mostrar a nuestros niños al mundo de esta manera, parece que son salvajes y pobrecitos". Aún estoy esperando una respuesta global, pero si no hay nada que perjudique mi trabajo artístico, estoy dispuesto a publicar el libro en español para su venta en Cuba.

P. ¿Quiénes fueron las primeras personas con las que se reunió en La Habana?

R. Me reuní principalmente con funcionarios del Ministerio de Cultura y del Ministerio de Relaciones Exteriores. Uno de los puntos de entradas para mi fue la Fundación Antonio Núñez de la Naturaleza y el Hombre. Su directora, Liliana Nuñez Velis, se enamoró de mi proyecto y me llevó, literalmente, de la mano al Ministerio de Cultura. Escribió una carta de recomendación en nombre de la Fundación diciendo que mi proyecto presentaba una oportunidad de fomentar la cultura cubana en otros países a través de la geografía y sus paisajes. Luego, en mis reuniones con el departamento de relaciones internacionales dentro del Ministerio de Cultura, trabajé con el director del departamento, Pedro Monzón Barata. Siempre conversaba con funcionarios de cada ministerio por separado, pero me di cuenta de que cada uno de ellos estaba coordinando todo con los militares. El Gobierno también me designó una empresa comercial del Ministerio de Cultura para coordinar la iniciativa, Paradiso. A través de ellos, enviaba dinero de Lituania a Cuba para poder desarrollar el proyecto.

P. ¿En algún momento pensó que habría sido mejor abandonar el proyecto?

R. Pensé dejarlo todo mucha veces porque la burocracia no cumplía con sus deberes y retrasaba las decisiones, era agotador. Se acordaba algo en las reuniones y después no se cumplía. En mi primera visita a La Habana conseguí abrir puertas y logré incluso emprender vuelo, me comprometí por completo con el proyecto y creí que existía la posibilidad de hacerlo. En ese primer viaje recibí muchos elogios, todos me decían: "Tranquilo, no te preocupes".

Vengo de un país que perteneció a la Unión Soviética, sabía que alguna cosas las iba a lograr a través de negociaciones por la izquierda, saltándome un poco las reglas. Sabía que iba a encontrar alguna forma de navegar por el laberinto de regulaciones. Entonces cuando me sentía con ganas de abandonar el proyecto, pensaba en ese vuelo que logré en el primer viaje. Tal vez si no hubiese emprendido ese vuelo, hubiese perdido el interés en el proyecto.

P. ¿Las autoridades cubanas se sienten amenazadas por su libro?

R. No creo, de ninguna manera. El problema es que ellos esperaban que se hiciera con más lentitud, que los comentarios en las fotos fueran escritos por el historiador y geógrafo cubano que asignaron al proyecto. Pero no estaban haciendo el trabajo y yo seguí adelante.

P. En abril de 2014, recibió una visita del MININT. Las autoridades alegaron que no estaban enteradas del proyecto y habían recibido quejas de que "un espía extranjero" estaba tomando fotos aéreas de Cuba. ¿Qué le preguntaron en el interrogatorio?

R. No fue un interrogatorio como tal. Me hicieron varias preguntas sobre el trabajo que estaba haciendo. No creo que haya sido una orden desde arriba. Se trataba más bien de policías locales que estaban intentando mostrar su espíritu de iniciativa y que estaban haciendo su trabajo.

"Los fotógrafos cubanos tienen mucho talento, expresan con su trabajo, de cierta forma, el mismo dolor y la misma sensibilidad que existen en Lituania sobre los tiempos del comunismo"

P. ¿Por qué en un principio no pudo tomar fotos de la ciudades?

R. Pensé que era por motivos de seguridad, pero nunca me explicaron. Siempre tuve la esperanza de que me iban a dejar tomar las fotos de ciudades, aunque tal vez tenía que hacerlo en un avión militar y no en mi ultraligero pero no fue el caso. Me sorprendió mucho cuando me dejaron hacerlo, porque en otros lugares eso no se permite.

P. ¿Cuánto costó el proyecto?

R. Todo el proceso –viajes, eventos, presentaciones, producción del libro, etcétera– ha costado cerca de un millón de dólares. Aún no he acabado el proceso, falta mucho en términos de promoción y ventas, así que los costos seguirán subiendo.

P. ¿Qué le impresionó de Cuba?

R. Cuando empecé a conocer lugares fuera de La Habana –Trinidad, Santiago y demás– me di cuenta de lo largo y grande que era Cuba. Las carreteras eran muy estrechas y el transporte muy limitado. Me di cuenta que iba a ser un trabajo complicado.

Tuve bastante contacto con artistas cubanos. Antes de comenzar el proyecto organicé una serie de seminarios y presentaciones sobre mi trabajo y mi experiencia con la fotografía. Los fotógrafos de la Isla tienen mucho talento, expresan con su trabajo, de cierta forma, el mismo dolor y la misma sensibilidad que existen en Lituania sobre los tiempos del comunismo.

El pueblo cubano es fuerte. Siente amor por su patria. Es muy difícil vivir en Cuba, sin acceso a las cosas simples, sin un libre mercado, sin poder expresar su creatividad. Me recordó mucho los tiempos soviéticos en Lituania. También conocí a muchos cubanos fuera de la Isla, soñaban con el día en que pudieran regresar. Yo me quedé en casas particulares, compartí con cubanos que me dieron la bienvenida como un miembro más de sus familias. Mis hijos jugaban con sus amigos cubanos. Cuba es un pueblo muy acogedor, la gente te brinda una amistad única. No te ve como un objeto comercial. Siempre me preguntaban por mi familia y no sobre mi vida profesional. Improvisan mucho, tienen una creatividad increible.

P. ¿Qué quiere lograr con su libro?

R. Un efecto que tendrá este libro es despertar cierto orgullo nacional en los cubanos. Es como decirles: esto es tuyo, este es tu país, se creó antes de cualquier revolución y sistema político, y también sobrevivirá por mucho tiempo en el futuro. Ningún régimen, cualquiera que sea, te lo puede quitar.

Estas fotos evocan un sentimiento de pertenencia a una sola Cuba para los cubanos que viven dentro y aquellos que viven fuera de la Isla. Sé que será muy difícil que mi libro esté en las casas de cada cubano dentro de la Isla, pero mi esperanza es que los cubanoamericanos que puedan comprar el libro lo compartan con sus familiares dentro de Cuba.

Para aquellos que no sean cubanos, espero que mi libro sirva como una muestra de la belleza del país. Cuba es un lugar que se reconoce en el mundo entero y espero que este libro permita que muchas personas vean a Cuba desde una nueva perspectiva.

'Unseen Cuba' se presenta en Miami el viernes 23, 7:30 p.m., en la librería Books & Books, 265 Aragón Ave., Coral Gables. (305) 448-9599

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