“Los periodistas somos los testigos de la historia”

Óscar Haza durante la entrevista en los estudios de 'MegaTv'. (14ymedio)
Óscar Haza durante la entrevista en los estudios de 'MegaTv'. (14ymedio)
Yoani Sánchez

07 de noviembre 2014 - 06:05

Miami/De todos los rostros que circulan en las redes ilegales de información en nuestro país, hay uno sereno y muy conocido que nos lleva acompañando por décadas. Ese hombre de hablar correcto y que parece nunca molestarse, ha recibido los peores insultos en los medios oficiales y un sigiloso aplauso de quienes no se pierden ninguno de sus programas. Óscar Haza conversó esta semana con 14ymedio en los estudios de MegaTV en la Florida, con gorra deportiva, un teléfono que no para de sonar y muchas historias interesantes sobre su vida, el periodismo y su otra Isla adoptiva.

Pregunta. La gente en Cuba te conoce como presentador televisivo, pero nos ayudarías a completar a la persona que hay más allá de ese hombre sobrio, con traje y corbata que hace preguntas tan incisivas. ¿Quién eres, además de un rostro en la pantalla?

Respuesta. Soy una persona común y corriente, un muchacho de puro pueblo nacido en el barrio de San Carlos, en el centro de la ciudad capital de Santo Domingo.

P. Aquí es donde muchos compatriotas míos te interrumpirían y exclamarían asombrados ¡Ah... porque no eres cubano!

R. Soy nieto de cubano. Mi abuelo fue Luis Felipe Haza, un cubano que se trasladó a Santo Domingo a trabajar en los centrales azucareros. De ahí viene mi parte dominicana, pero mi otra parte está en la provincia de Matanzas.

P. Si no naciste en Cuba de donde nace tanta pasión por nuestro país ¿Sólo de la herencia genética?

R. De los genes, pero también porque crecí en un hogar de fufú, ropa vieja y mangú. Esa fusión tan especial, que se ha producido en el Caribe. Entonces la Mayor de las Antillas siempre ha estado presente en mi vida por ese intercambio entre las familias. Precisamente la persona por la que decidí venir a Miami fue por un cubano-dominicano de un abolengo muy ilustre, los Henríquez Ureña. Mi amigo Hernán Henríquez Lora me entusiasmó y por eso llegué aquí. De manera que siempre he llevado en mi corazón y en mi equipaje esa historia imbricada de Cuba y República Dominicana.

P. Y el periodismo ¿También te viene por el árbol genealógico?

R. Mi padre fue la primera cara que salió en la televisión, cuando la televisión llegó a República Dominicana en 1952. Claro, para presentar al mandón de turno.

P. ¿A Trujillo?

"Tengo trauma con las dictaduras. (...) Trujillo eliminó a siete miembros de la familia de mi padre"

R. Sí, por eso tengo trauma con las dictaduras. Aunque muchas personas pueden pensar que estoy en contra del Gobierno cubano porque me conviene, ya que vivo en Miami. No es así. Lo hago por convicción. La dictadura de Trujillo eliminó a siete miembros de la familia de mi padre. De manera que crecí con el trauma del militarismo latinoamericano. Hasta el punto que no tengo ni amigos que sepan marchar. Todo lo que es marcial, todo lo que es orden estricto, lo rechazo. En ese sentido soy una especie de opositor permanente a todas las dictaduras.

P. Me han dicho además que tienes una excelente colección de música. ¿Es cierto?

R. La música es mi psiquiatra. En lugar de pagarle a un psicoterapeuta, me compro discos... o compraba discos en otra época, ya no, porque ya todo está en internet. La música determina los estados de ánimo. Escucho de todo. Soy un gran admirador de Beethoven y de Claude Debussy. El otro día tuve la oportunidad de disfrutar de uno de los mejores pianistas que yo he escuchado y era precisamente un cubano, Jorge Luis Prats y estaba interpretando a Brahms.

Sin embargo también me gusta la música bailable... ¡soy caribeño! Imagínate que nuestras islas: Cuba, principalmente, República Dominicana y Puerto Rico han puesto a bailar al público y al mundo entero.

P. ¿Y el reggaetón también te gusta?

R. ¡Hay reggaetones buenos! No importa el género, la música se divide en música buena o música mala.

P. Este largo acompañamiento que has hecho del tema Cuba ¿ha incluido un viaje a la Isla?

R. He estado dos veces. La primera fue en 1988 y fui con una delegación del Cardenal O´Connor de New York. Fui a ver a mi padre que estaba en Santo Domingo y le conté que me iría a Cuba. Así que me preguntó "¿y no te va a causar problemas en Miami? "Bueno, yo espero que no, porque voy con la Iglesia", le respondí. Él dijo, "ah... eso me tranquiliza mucho, porque dos mil años saben más que treinta", que era lo que llevaba en el poder aquel sistema por ese entonces.

P. Llegaste en un momento interesante, porque poco después explotaría el escándalo que trajo el caso Ochoa.

R. Disfruté aquel viaje, porque finalmente había llegado a Cuba después de haber escuchado todas las versiones de mis abuelos, de mis tías y las versiones de esa Cuba que está aquí en la Florida. Tenía una lista personal para ir a los barrios que me interesaban. Logré hacer muchas cosas, entrevisté para la televisión a Ricardo Bofill en el Reparto Mañana en Guanabacoa. Luego entrevisté en el barrio de La Víbora a Elizardo Sánchez. Era un momento difícil en que se había producido una ruptura en el movimiento opositor cubano, así que los entrevisté a los dos.

Mi segundo viaje fue cuando el Papa estuvo en Cuba en enero de 1998. La experiencia fue diferente, fue más irregular. Ahí fui a ver la casa de mi familia en Matanzas, que quedaba detrás de la Catedral. Fue inolvidable.

P. ¿Cuál ha sido tu entrevistado más difícil?

"¿Qué usted diría si un cubano fuera a Argentina a asesinar y a fusilar argentinos?"

R. Mercedes Sosa. Yo no sabía que ella sufría de depresión. Tuve un programa de una hora con ella. Llegó, se sentó a mirar el piso y cuando yo le preguntaba sólo me respondía en monosílabos. Miré el reloj y eran las ocho y cinco. El programa terminaba a las nueve. ¿Qué hago? me pregunté. Hasta que dije, tengo que decir algo para hacerla reaccionar; entonces se me ocurrió ¿qué usted diría si un cubano fuera a Argentina a asesinar y a fusilar argentinos? Ahí se despertó y comenzamos la entrevista.

Entrevisté también a Fidel Castro en Bogotá en el hotel Tequendama, durante la toma de posesión de Ernesto Samper. Resultó algo muy sui generis porque fue al otro día del Maleconazo. La fuerza aérea se negó a rendirle honores militares a su llegada por un homenaje que le habían preparado la FARC y la izquierda colombiana. Yo me enteré de la situación, así que durante la entrevista le hice varias preguntas sobre el Maleconazo y el embargo, pero dejé para el final la pregunta de ¿y es su primera vez en Bogotá después del Bogotazo? Rápido me respondió, "Sí, y si me dijeran que estoy en New York me lo creería... esto ha cambiado mucho", así que se me fue por la parte turística.

Fui también corresponsal de guerra en Centroamérica y viví momento terribles, como el día que mataron a un colega a mi lado.

P. Cuando haces entrevistas a disidentes cubanos y les preguntas sobre problemas internos frente a las cámaras. ¿Tienes un dilema entre darle armas al gobierno, o no tocar esos temas delicados?

R. Siempre tengo ese dilema. Pero como periodista me corresponde contar. Los periodistas somos los testigos de la historia. Estamos aquí para narrarla. Las consecuencias no las podemos controlar. Optar por la autocensura sería elegir el peor enemigo nuestro. Las cosas hay que decirlas, pero con la responsabilidad social que debemos tener. Nuestra labor es revelar la verdad.

P. Supongamos que ahora mismo tú estás en un estudio de televisión en La Habana, ¿a quién te gustaría entrevistar allí?

R. El oficio me ha dado la sorpresa de que cuando he ido a la gente de pueblo, a esos que no tienen voz, me han dado las más espectaculares historias. Una de las entrevistas que me gustaría hacer es a un niño o a una niña para saber cómo ve el mundo de los adultos y la realidad cubana. Los niños son muy auténticos y muy honestos. También me gustaría entrevistar a un gran poeta.

P. ¿Crees que falta poco para que hagas esas entrevistas en Cuba?

R. Creo que sí, porque ahora se hacen llamar revolucionarios los que no quieren el cambio. No hay nada más anti revolucionario y anti dialéctico que decir que ya todo cambió y no hay nada que hacer. Ese es el principal enemigo de quienes defienden hoy el status quo. Creo que sí, porque a pesar de la voluntad de la clase dirigente los cambios en Cuba están cerca.

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