La víctima de una golpiza salvaje en Cuba descubre que sus agresores viven en Estados Unidos
Entrevista
José Enrique Morales vincula a la familia Herrera Pardo con la Seguridad del Estado
Madrid/Después de salir de Cuba hacia México y solicitar asilo en Estados Unidos durante el primer mandato de Donald Trump, José Enrique Morales Besada nunca pensó volver a encontrarse con sus agresores. Se equivocaba. Los descubrió ocho años después donde menos se lo esperaba: en el propio país que le dio refugio. La familia de los hombres que lo golpearon brutalmente y le destrozaron la mandíbula en 2017 en Morón (Ciego de Ávila), por ser homosexual, lo contactó a través de las redes sociales para amenazarlo.
“Todo empezó cuando me enteré de que estaban aquí en Estados Unidos”, cuenta Morales en una llamada telefónica a 14ymedio. El joven de 28 años –tenía 20 cuando pensó que no nunca más podría cantar, su pasión y fuente de trabajo– se gana la vida como trabajador de la salud e influencer, bajo el nombre de Vida Victoria, y fueron sus seguidores los que le advirtieron de que sus agresores residían en el país. “Me empezaron a escribir mis seguidores y me dicen: ‘¿estos no eran los que a ti te habían partido la cara en Cuba?’. Y me mandan las fotos de sus perfiles”.
A Morales le parece inconcebible que “unos represores, cuyos nombres –los jimaguas Reisel y Leiser Herrera Pardo– estaban en mi solicitud de asilo, se encuentren legalizados en Estados Unidos”. Aunque ahora viven en Miami, estuvieron radicados un tiempo en Tampa, donde reside Morales, ya nacionalizado. “Un día vi a uno de ellos en una pizzería cuando salía de pelarme y pensé que era una alucinación. Resultó que no, que estaban aquí”, recuerda.
A raíz de un video en el que Morales hablaba de la llegada de la familia de sus atacantes a EE UU, el hermano menor de los jimaguas le escribió un mensaje insultándolo
A raíz de un video en el que Morales hablaba de la llegada de la familia de sus atacantes a EE UU, el hermano menor de los jimaguas que lo agredieron en Morón, Yaisel, le escribió un mensaje insultándolo en su chat de Instagram. Poco después, Morales publicó un video en la red social denunciando las amenazas que había recibido durante el intercambio de mensajes, al que se sumó el padre de los agresores –Reisel Herrera, conocido como Mamporro–, que el influencer asegura que era un reconocido agente de la Seguridad del Estado en Ciego de Ávila.
“Me dijeron que les diera mi número y mi dirección, que ellos más o menos ya sabían dónde vivía, para que todos vieran que yo no era tan bravo ni tan guapo como soy en las redes sociales”, refiere Morales, que asegura que pronto presentará una denuncia en su contra. “Cometieron un error: me dijeron que los jimaguas eran policías y eso es imposible con el tiempo que ellos llevan aquí”.
Según Morales, sus agresores entraron durante el mandato de Joe Biden y ya tienen residencia legal en EE UU. Sin embargo, advierte, se necesita tener ciudadanía para ser policía. “El curso que pudieron haber pasado es el de security (guardia de seguridad) y decir aquí que eres policía cuando no es así, es un delito”, resalta.
“El 11 de junio del 2017, fui salvajemente agredido por agentes de la Seguridad del Estado cubana y efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria. Producto de esta golpiza, sufrí fractura de mandíbula en tres partes, con desplazamiento hacia la izquierda, pérdida total de mi dentadura y fragmentos óseos saliendo por debajo de mi lengua. Mi rostro fue desfigurado sin piedad”, escribió el cantante al pie de su publicación de Instagram, en la que compartía los audios y conversaciones con el hermano y el padre de sus agresores
“Hoy, con horror, me entero de que mis agresores y represores han llegado a los Estados Unidos, el país al que yo vine buscando libertad, protección y justicia. Se pasean impunemente, solicitando refugio en el mismo suelo que a mí me salvó la vida”, añadió.
Aunque en 2017 su caso se difundió como agresión homófoba, ahora Morales está convencido de que la golpiza que le propinaron tiene tintes políticos y de corrupción
Aunque en 2017 su caso se difundió como agresión homófoba, ahora Morales está convencido de que la golpiza que le propinaron tiene tintes políticos y de corrupción. A otros dos jóvenes de Morón los mismos jimaguas les partieron el cráneo en aquella época. Uno nunca lo denunció “por miedo”, asegura, y el otro vive hoy en EE UU.
Ambos antecedentes, sumados a su propio caso, le hacen pensar que sus agresores eran agentes de la policía política como su padre, dedicados a intimidar homosexuales. “No solo fue lo que me hicieron a mí, sino también a los otros dos muchachos. Ese era su trabajo. ¿Para quién es secreto que la Seguridad del Estado contrata a jovencitos delincuentes como informantes, como represores vestidos de civil?”, valora.
Asimismo cree que, si nunca fueron llevados frente a un tribunal y solo se les impusieron multas, fue porque la entonces fiscal jefa de Morón es tía de los agresores.
Morales espera que al menos en Estados Unidos, donde la ley funciona de forma muy diferente a la de la Isla, la violencia y las amenazas de sus agresiones no caigan en saco vacío. En Cuba, ni siquiera la intervención del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) –dirigido por Mariela Castro– logró que se hiciera justicia. Pero ahora, remarca, “están aquí”.