Campesinos colombianos reescriben su historia tras recuperar tierras perdidas

Los campesinos colombianos están esperanzados en que la paz que llegará de un acuerdo con las FARC les garantice la tranquilidad que una vez perdieron. (CC)
Los campesinos colombianos están esperanzados en que la paz que llegará de un acuerdo con las FARC les garantice la tranquilidad que una vez perdieron. (CC)
Jorge Gil Ángel

28 de junio 2016 - 09:56

Montería/(EFE).- Más de una década después de haber sido despojadas de sus tierras, 655 familias del departamento de Córdoba, en el norte de Colombia, han empezado a escribir una nueva historia esperanzados en que la paz que llegará de un acuerdo con las FARC les garantice la tranquilidad que una vez perdieron.

Desde hace dos años a la zona rural de Montería, la capital de Córdoba, empezaron a retornar campesinos que, bajo la amenaza del fusil dejaron sus escasos bienes y su principal sustento: la tierra, para salvar el "pellejo", como dicen.

"Nos fuimos e hicimos caso (a las amenazas) porque de todas maneras uno tenía que salvar, como dicen por ahí, 'el pellejito' y con miedo emigramos a la ciudad de Montería", dijo a Efe Francisco Mausa, al relatar el éxodo que debió emprender en el año 2000, poco después de una "visita" de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Las hoy extintas AUC, entonces comandadas por los hermanos Fidel y Carlos Castaño, utilizaron la ONG Funpazcor como fachada para despojar de sus terrenos a campesinos como Mausa

Mausa cambió durante sus catorce años de desplazamiento el trabajo del campo por la construcción, oficio que además de ejercerlo en el día pudo estudiarlo en las noches en la sede de Montería del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA).

Las hoy extintas AUC, entonces comandadas por los hermanos Fidel y Carlos Castaño, utilizaron la ONG Funpazcor como fachada para despojar de sus terrenos a campesinos como Mausa, obligándolos a vender por precios inferiores a los reales.

"A nosotros nos dijeron que teníamos que entregar esta tierra porque la necesitaban", contó a Efe Manuel Bohórquez, que en el año 2000 decidió abandonar su predio por miedo luego de que lo amenazaran de muerte y le ofrecieran solo un millón de pesos (unos 237 dólares) por el terreno, dinero que a la postre ni siquiera le pagaron.

Bohórquez y su esposa, Eunise Muñoz, se fueron a vivir al caserío rural de Leticia, cerca de Montería, donde se establecieron en la casa de la madre de la mujer.

"Él se ganaba el día en lo que lo buscaran (...) Fumigaba o macheteaba, él hacía todo lo que le mandaban hacer, trabajaba en oficios varios", aseguró Eunise sobre lo que tenía que hacer su esposo para conseguir dinero para darle alimento a su familia.

La creación, en 2011, del programa gubernamental de Restitución de Tierras les abrió a Mausa y Bohórquez la posibilidad de regresar a sus parcelas, lo que consiguieron tres años más tarde.

Desde entonces, con la ayuda y asesoría de la Unidad de Restitución de Tierras, los campesinos comenzaron a desarrollar un proyecto productivo en sus parcelas, ubicadas en medio de una fértil sabana.

Las familias recibieron ayudas para fumigar y delimitar el terreno, así como semillas y animales y, en algunos casos, el Gobierno dotó a los recién retornados de los materiales necesarios para construir una casa.

"El Gobierno buscó operadores que nos apoyaran con esto, que vienen asesorándonos y diciéndonos qué hacer y nosotros seguimos sus pasos. No nos hemos desviado del curso normal y nos ha ido bien hasta ahora, no nos hemos acostado sin comer ningún día", aseguró Mausa.

"Yo me siento muy contento. Aquí estoy luchando y seguiré haciéndolo hasta donde me den las fuerzas"

Este campesino siembra actualmente plátano, yuca, legumbres, vegetales y frutas, como aguacate, zapote y naranja, además cría vacas y gallinas que deambulan por su propiedad.

También ha sido beneficiada la familia Bohórquez Muñoz, que comenzó un proyecto productivo especializado en la cría de ganado y de gallinas.

Además siembran hortalizas, maíz, plátano, ñame y yuca, entre otros, lo que les sirven para conseguir el sustento diario.

"Yo me siento muy contento. Aquí estoy luchando y seguiré haciéndolo hasta donde me den las fuerzas", manifestó un entusiasmado Bohórquez, a pesar de que en su hogar todavía no hay luz eléctrica.

La tranquilidad reina ahora en la sabana cordobesa, donde centenares de campesinos esperan que los acuerdos que el Gobierno se apresta a sellar con las FARC permitan mantener la calma en esa zona disputada durante años por la guerrilla y los paramilitares.

"Estamos cansados de problemas, de esa guerra absurda que había en Colombia (y que...) ya no la va a haber más. Al volver al campo nos hemos sentido confiados", remató Mausa.

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