China modera su objetivo de crecimiento al 6,5% para que prime la estabilidad

El primer ministro chino, Li Keqiang. (EFE)
El primer ministro chino, Li Keqiang. (EFE)

05 de marzo 2017 - 14:20

Pekín/(EFE).- China moderó este domingo su objetivo de crecimiento económico para este año a alrededor del 6,5%, ligeramente inferior al 6,7% alcanzado en 2016, pero se propuso acelerar la creación de empleo para garantizar la estabilidad mientras continúa con sus reformas.

El primer ministro chino, Li Keqiang, inauguró el plenario anual de la Asamblea Nacional Popular (ANP), máximo órgano legislativo del país, con el tradicional discurso en el que define la agenda del Gobierno chino para los próximos meses, y la liturgia de las grandes ocasiones en el Gran Palacio del Pueblo.

Con la incertidumbre planeando sobre la escena internacional, a medida que los líderes mundiales toman la temperatura a unos Estados Unidos presididos por Donald Trump y el Reino Unido negocia su divorcio de la Unión Europea, el régimen comunista, poco amigo de las sorpresas, apostó por ser previsible.

La meta de lograr "un crecimiento de alrededor del 6,5%, o más alta si es posible en la práctica" fijada por Li entra dentro de los pronósticos de la mayoría de los analistas.

Supone, además, un reconocimiento implícito de que Pekín está dispuesto a aceptar una mayor ralentización de su economía, que en 2016 tuvo su crecimiento más lento desde 1990, pues históricamente el rendimiento del gigante asiático suele ajustarse a los objetivos marcados por sus dirigentes.

De cara al XIX Congreso del gobernante Partido Comunista de China del próximo otoño, la cita quinquenal en la que habrá una renovación parcial de la cúpula de poder, asegurar la estabilidad es prioritario.

"No podemos perder de vista los muchos problemas y desafíos que afronta China", reconoció el primer ministro.

La meta de lograr "un crecimiento de alrededor del 6,5%, o más alta si es posible en la práctica" fijada por Li entra dentro de los pronósticos de la mayoría de los analistas

Li citó a continuación una larga lista de retos que tiene por delante el país: el desgaste de los tradicionales motores de crecimiento, los excesos de capacidad, la escasa rentabilidad de algunas empresas, las desigualdades regionales, los desequilibrios fiscales y los riesgos financieros y económicos.

"Los acontecimientos tanto dentro como fuera de China requieren que estemos preparados para encarar situaciones más complicadas y graves", advirtió.

Sin referencias explícitas a otros países, pero tras repetidas amenazas de Trump a China a cuenta de su moneda y su comercio, Li alertó de la "incertidumbre sobre la dirección de las políticas económicas de las principales economías y sus efectos contagio".

Así, apostó por protegerse de estos riesgos agilizando la generación de empleo, por lo que elevó el objetivo anual en esta materia hasta los once millones de puestos de trabajo urbanos, un millón más que lo que venía siendo costumbre en los últimos tiempos.

"Una importante razón para destacar la necesidad de mantener un crecimiento estable es asegurar el empleo y mejorar la vida del pueblo", explicó Li, quien obvió que en 2016 ya se superó ampliamente ese objetivo porque se crearon más de 13 millones de puestos de trabajo urbanos.

En otros apartados, se repitieron las metas del año pasado: Pekín espera una inflación "alrededor del 3%", un aumento de la renta alineado con el crecimiento económico y alzas "firmes" en sus volúmenes de transacciones comerciales exteriores.

El sector público ayudará a dinamizar la economía con grandes inversiones en infraestructuras: 1,8 billones de yuanes (261.200 millones de dólares) en carreteras y proyectos hídricos y 800.000 millones de yuanes (116.100 millones de dólares) en ferrocarriles

También reiteró el objetivo de reformar el sector financiero, las empresas estatales o la función del Gobierno en la economía para dar al mercado un papel decisivo.

Pero esas reformas quedaron supeditadas en el discurso de Li a la búsqueda de soluciones a problemas más urgentes, como reducir los excesos de capacidad recortando su potencial productivo en 150 millones de toneladas de carbón y en 50 millones de toneladas de acero o aliviar el endeudamiento de las empresas.

Para hacer todos esos deberes, China se compromete a una política monetaria "prudente" y una política fiscal "proactiva", anunció Li.

El sector público ayudará a dinamizar la economía con grandes inversiones en infraestructuras: 1,8 billones de yuanes (261.200 millones de dólares, 249.000 millones de euros) en carreteras y proyectos hídricos y 800.000 millones de yuanes (116.100 millones de dólares, 110.600 millones de euros) en ferrocarriles.

Sin embargo, Li mantuvo el techo de déficit en un 3% del PIB, pese a que el año pasado fue del 3,8%, y urgió a las administraciones locales a "apretarse los cinturones".

Junto a los grandes objetivos económicos, el primer ministro chino incluyó el de rebajar en un 3,4% el consumo de energía por unidad de PIB, a fin de ganar en eficiencia para dar un respiro al castigado medio ambiente.

"La contaminación medioambiental sigue siendo grave", admitió Li, haciéndose eco de una de las principales preocupaciones de una sociedad china cada vez más concienciada del precio que está pagando el país por su desarrollo económico.

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