Frustración en la juventud hongkonesa tras veinte años de dominio chino

Las protestas de 2014 propiciaron la aparición de nuevas fuerzas políticas de corte más radical, algunas incluso defensoras del independentismo. (EFE)
Las protestas de 2014 propiciaron la aparición de nuevas fuerzas políticas de corte más radical, algunas incluso defensoras del independentismo. (EFE)

26 de junio 2017 - 17:33

Hong Kong/(EFE).- Veinte años después del retorno de Hong Kong a China, la ciudad se ha convertido en un paraíso inmobiliario para millonarios y en una urbe política y económicamente asfixiante para generaciones de jóvenes que ven peligrar el bienestar del que disfrutaron sus antecesores.

Mientras China ha sabido aprovecharse de las ventajas de Hong Kong para su liberalización financiera, la ciudad sureña ha visto cómo esta penetración transformaba su estructura económica y social sin beneficiar a las nuevas generaciones, que ven en peligro sus libertades y derechos, sin parangón en su gigantesco vecino.

La entrada de capital chino ha elevado los precios del suelo a récords mundiales, la apertura china ha traído riadas de turistas de la parte continental dispuestas a dejar miles de dólares en bienes de lujo y productos de primera necesidad importados que han venido a encarecer los precios para los habitantes locales.

Pese a que Hong Kong cuenta con una economía estable, cuyo ritmo de crecimiento ha sido del 4,3% en el último año y roza el pleno empleo, el salario medio apenas supera los 1.400 dólares en una ciudad donde el precio medio del metro cuadrado alcanza los 14.000 dólares.

Alquilar una vivienda, y aún más comprarla, se ha convertido en misión casi imposible para las nuevas generaciones y en su principal fuente de frustración.

Alquilar una vivienda, y aún más comprarla, se ha convertido en misión casi imposible para las nuevas generaciones y en su principal fuente de frustración

"Nuestro problema es que hemos aceptado como algo normal lo que desde otras partes del mundo se ve como una locura", dijo a Efe Tracy Leung, una hongkonesa de 31 años, responsable de una empresa de distribución de vino y que acaba de mudarse con su pareja a un apartamento de alquiler sin intención de invertir sus ahorros en una hipoteca.

"La gente de mi edad ya empieza a mentalizarse de que no podrá adquirir una vivienda al menos hasta dentro de diez años y si acaso los ahorros alcanzan para pagar la entrada", añadió.

Para las nuevas generaciones recién estrenadas en política, "Hong Kong afronta un serio problema de distribución de sus recursos. Solo desde una perspectiva pública de redistribución del suelo y de las ganancias de una forma más equitativa podremos hacer frente a este gran problema", explicó a Efe Agnes Chow, activista y secretaria general de Demosisto, uno de los partidos políticos de corte radical surgidos en los últimos años en Hong Kong.

A la insatisfacción financiera se acumulan nuevos problemas sociales y culturales frutos de ese flujo transfronterizo que ha reavivado el sentimiento pro Hong Kong en una ciudad de siete millones de habitantes.

"En realidad, enfatizar la identidad de Hong Kong y el sentimiento anti-China no son ideas nuevas", dijo a Efe Yau Wai-ching, líder de la agrupación Youngspiration y una de los dos políticos que el año pasado año fueron expulsados del Parlamento por expresar sus sentimientos antichinos durante la toma de posesión de su cargo.

El resurgimiento de este sentimiento "está siendo cada vez más fuerte, precisamente por la intromisión del Gobierno chino en la vida de Hong Kong", apuntó Chow.

El descontento social y político fueron los catalizadores de la conocida como 'Revolución de los paraguas', que sacó a las calles a decenas de miles de hongkoneses en 2014

El descontento social y político fueron los catalizadores de la conocida como Revolución de los paraguas, que sacó a las calles a decenas de miles de hongkoneses en 2014 durante casi tres meses.

Desde entonces, los jóvenes son la mayor fuente de preocupación y frustración del Gobierno chino en Hong Kong, acostumbrado a una sociedad contestataria pero no revolucionaria.

Para Yau, "China ha tratado de aprobar algunos proyectos que invaden los derechos y el espacio del pueblo de Hong Kong". En este contexto, solo un cambio en la soberanía de la ciudad podría traer soluciones, añade esta política, cuyo partido aboga abiertamente por la independencia.

Las protestas de 2014 propiciaron la aparición de nuevas fuerzas políticas de corte más radical, algunas incluso defensoras del independentismo.

Así se abrió el abanico del bipartidismo en el Parlamento hongkonés a una mezcla más amplia de ideologías que pondrán a prueba la resistencia del Gobierno local, y también del central en Pekín, a la democratización de la ciudad.

Una tarea a la que deberá ponerse al frente Carrie Lam, elegida jefe del Gobierno de Hong Kong en las pasadas elecciones de marzo y que asumirá el cargo el próximo sábado, día del aniversario del retorno a la soberanía china.

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