Los hijos de Gadafi: muertos, exiliados o maniobrando para recuperar el poder

Amantes del lujo y adictos al capricho, los descendientes del dictador salen de las sombras

Al Saadi Gadafi, del que se desconoce su verdadero paradero. (EFE)
Al Saadi Gadafi, del que se desconoce su verdadero paradero. (EFE)
Javier Martín

17 de agosto 2020 - 10:49

Túnez/(EFE).- Amantes del lujo y adictos al capricho, los hijos del dictador Muamar al Gadafi –asesinado por una turbamulta en 2011– salieron en los últimos años de la tiranía de la sombras de las sanciones internacionales para convertirse en un grupo de excéntricos millonarios que se codeaban con estrellas como Beyoncé o Diego Armando Maradona, y políticos de prestigio como Hillary Clinton.

Casi una década después, una campaña mediática lanzada por nostálgicos del antiguo régimen en Túnez y en Libia para conseguir la liberación de uno de ellos –Hannibal– ha devuelto la actualidad a una saga que fluctúa entre la muerte, el exilio, y las presuntas maniobras políticas para recuperar el trono vacío de su vilipendiado padre.

Hannibal, conocido por el abuso a una camarera en el hotel Claridge de Ginebra, fue detenido hace cuatro años en Siria, donde vivía con su mujer, la modelo Aline Akaf, y llevado al Líbano por su supuesto conocimiento de la desaparición en 1978 en Libia del líder de los chiitas libaneses, el iman Musa Sadr, cuyo paradero aún se desconoce.

Liderados por el abogado tunecino Bechir Essid, los activistas anunciaron esta semana que habían entregado a la organización Human Rights Watch un informe en el que exigen no solo la liberación del cuarto hijo de Al Gadafi si no también de "otras figuras del antiguo régimen que han sido arrestadas y encarceladas erróneamente, de forma opresiva e injusta".

De los siete hijos que Al Gadafi engendró con su segunda mujer, Safia Farkash, tres murieron durante la revolución

"No se le puede imputar ningún delito tipificado como ocultación de información ya que en aquel tiempo tenía menos de dos años", asegura el comité, que ha elevado el informe también a la Unión Africana y a la Misión especial de la ONU en Libia (UNSMIL).

De los siete hijos que Al Gadafi engendró con su segunda mujer, Safia Farkash, tres murieron durante la revolución. Jamis, el benjamín, oficial de alto rango formado en España y en escuelas militares de EE UU y al mando de la fuerza de elite del Ejército, pereció en una batalla en Tarhouna. Saif al Arab, protector de los negocios de su padre en Alemania, murió durante un presunto bombardeo de la OTAN, y Mutassim, conocido por sus fiestas con Mariah Carey y Beyoncé en la isla caribeña de San Bartolomé, fue traicionado por su guía cuando trataba de huir hacia Níger.

Quien sí logró escapar junto a su madre y el propio Hannibal fue su única hija, Ayesha, una abogada famosa por mediar con dictadores como Sadam Husein, pero también con políticos y empresas europeas.

Ayesha, que fue embajadora de buena voluntad de la ONU, se refugió en Argelia y en 2012, tras ser expulsada, logró asilo político en Omán, desde donde sigue su cruzada para denunciar la ofensiva de la OTAN y esclarecer las muertes de sus hermanos.

Sin embargo, los dos hijos más famosos de Al Gadafi son Al Saadi, un caprichoso futbolista que llegó a jugar en Italia y convenció a Maradona para que asistiera a su boda, y Saif el Islam, el primogénito de Safia, el hombre que en plena guerra, cuando se postulaba como sucesor de su padre, advirtió que lucharían hasta la última bala y que "ríos de sangre inundarán Libia".

Al Saadi, que se jactaba de haber alquilado el Camp Nou, logró huir a Níger, país que finalmente lo extraditó a Libia en 2014 para que respondiera por su presunta participación en el asesinato de Bashir al Rayani, estrella del fútbol libio.

Se desconoce el verdadero paradero de Al Saadi: algunas fuentes apuntan a que sigue en la prisión y otras, que logró salir y huir hacia el este, donde se hallaría su hermano Saif al Islam

Internado en la cárcel de Al-Habda, fue declarado no culpable en 2018 tras un juicio que quedó mediatizado por un vídeo, difundido por una cadena árabe, en la que aparecía con signos de tortura.

Desde entonces, se desconoce su verdadero paradero: algunas fuentes apuntan a que sigue en la citada prisión y otras aseguran que logró salir y huir hacia el este, donde se hallaría su hermano Saif al Islam bajo la protección del controvertido mariscal Jalifa Hafter, tutor del gobierno no reconocido en la ciudad de Al Bayda, y de su principal aliado, Rusia.

Formado en la prestigiosa London School of Economics –aunque después se demostró que había comprado el título–, Saif al islam fue capturado tras el asesinato de su padre cuando trataba de huir por una milicia de la ciudad oriental de Zintan, que se negó a entregarlo a la Corte Penal Internacional para que fuera juzgado por presuntos delitos de lesa humanidad.

En julio de 2015 fue condenado a muerte en ausencia por un tribunal de Trípoli en un juicio criticado por las fuerzas políticas de Libia, la ONU y organizaciones de derechos humanos.

Liberado en junio de 2017, tampoco se sabe donde está: una versiones apuntan a que es prisionero de Hafter y otra a que es la baza de Rusia, que también apoya la liberación de Hannibal.

La última noticia que se tiene de Said, quien en los tiempos en los que se presentaba en Europa y EE UU como el sucesor que reformaría Libia fue recibido por diversos líderes mundiales como Hillary Clinton, banqueros como el barón de Rothschild y empresarios como el oligarca rudo Oleg Deripaska, es un comunicado emitido en su nombre en 2018.

En él aseguraba que se postularía en unas futuras presidenciales para "proseguir con las reformas".

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