Miles de migrantes se refugian en Puebla antes de viajar a Ciudad de México

Más de 4.000 migrantes se dispersaron en una docena de municipios, bajo la consigna de reagruparse en la ciudad colonial

Los migrantes se dirigen a la capital después de su paso por Puebla. (La Jornada)
Los migrantes se dirigen a la capital después de su paso por Puebla. (La Jornada)
Edgar Ávila Pérez

05 de noviembre 2018 - 10:51

Veracruz (México)/(EFE).- Miles de migrantes centroamericanos dispersados en grupos en el estado mexicano de Veracruz se dirigen a pie o en todo tipo de vehículos al estado de Puebla, a donde ya han llegado muchos, como escala previa a Ciudad de México.

Desde diversas ciudades y pequeños poblados del sur y centro del estado de Veracruz, hondureños, salvadoreños y guatemaltecos se suben a camiones de carga para dirigirse al oriental estado de Puebla, puerta de entrada de la capital del país.

Desde el viernes cuando llegaron a Veracruz, más de 4.000 migrantes, que entran en México desde el 19 de octubre, se dispersaron en una docena de municipios, bajo la consigna de reagruparse en la colonial ciudad de Puebla.

El mayor número de centroamericanos que emprendieron la peregrinación salieron de las ciudades de Córdoba y Amatlán de Los Reyes

El mayor número de centroamericanos que emprendieron la peregrinación salieron de las ciudades de Córdoba y Amatlán de Los Reyes, lugar donde muchos durmieron en el refugio de Las Patronas, un grupo de mujeres altruistas que alimentan a migrantes que viajan en tren.

En el comedor La Esperanza del Migrante ubicado en la congregación La Patrona, municipio de Amatlán, las mujeres -quienes hace tres años fueron nominadas al premio Príncipe de Asturias- otorgaron los pocos los alimentos que había.

La coordinadora del movimiento, Norma Romero, dijo que lo más urgente es comida enlatada, agua embotellada, botellas vacías, artículos de aseo personal, ropa y calzado para las otras caravanas que vienen detrás.

A esta caravana de avanzada le siguen los pasos una segunda de otros 2.000 migrantes, en su mayoría hondureños, que ingresaron al país el 29 de octubre y que transitan por el estado de Chiapas.

El tercer grupo, de unos 500 salvadoreños, que solicitaron de manera legal asilo en México, también permanecen en Chiapas, y un cuarto grupo, de unos 2.000 salvadoreños que entró el viernes caminando por el río Suchiate, va rumbo a la ciudad de Tapachula, también en Chiapas.

Franklin Javier Jiménez Rivera, natural de San Pedro Sula, lleva 25 días de marcha, viaja con su esposa y su hijo de dos años y medio. Hoy transita por las carreteras federales del sureste mexicano hasta llegar a la Ciudad de México.

"Soy albañil, allá trabajamos un día o dos y a veces descansábamos toda la semana. Es poco lo que se gana y no alcanza para lo que requiere el niño", afirma a Efe.

"Soy albañil, allá trabajamos un día o dos y a veces descansábamos toda la semana. Es poco lo que se gana y no alcanza para lo que requiere el niño"

El hondureño explicó que el gran contingente se dividió para poder avanzar después de que se percataran de que las autoridades migratorias y la policía federal los han dejado transitar por el territorio mexicano. Incluso, dijo, los han cuidado.

"Aquí nos han tratado bien, solo hay que tener cuidado en los 'raids' que nos dan, pero nos han tratado bien aquí. La 'migra' nos ha estado apoyando", agregó.

Junto con Franklin miles de centroamericanos que conforman la primera oleada del éxodo masivo se dirijan al corazón de México, la antigua Tenochtitlán.

En la ciudad de Puebla, las autoridades esperaban durante el día la llegada de unas 4.500 personas en los albergues instalados en las parroquias "La Asunción" y "San Juan de los Lagos" además del polideportivo Xonacatepec, al norte de la ciudad.

En Puebla, los migrantes llegados recibieron servicio médico, alimentos, atención psicológica y jurídica.

La mayoría sufren enfermedades respiratorias debido a las noches a la intemperie, las largas caminatas y a las bajas temperaturas que han sufrido desde su ingreso a México el pasado 19 de octubre.

"Mucha gente viene enferma, al día siguiente se levanta y sigue caminando", señala a Efe Cindy Morales Fuentes, originaria de Honduras.

Glenda Patricia, otra hondureña que viaja con sus dos hijos, de 14 y 16 años, también ha padecido las inclemencias del clima. "Todos vamos enfermos", comenta a Efe, "ahorita nos están dando albergues pero hemos caminado hasta 10 horas, nos caía la lluvia y después y dormíamos bajo la lluvia".

María Martínez viaja con su pequeña de 6 años; "quiero un futuro para mi hija y para mi hijo que dejé en Honduras".

"Como madre no retrocedo porque Donald Trump diga que tiene bombas; la necesidad nos obliga y vamos para adelante"

Para apartar a sus hijos de la violencia Glenda Patricia Avilés salió de Honduras con sus dos hijos y su sobrina. "Vamos a la frontera" señala firme ante la cámara. "Como madre no retrocedo porque Donald Trump diga que tiene bombas; la necesidad nos obliga y vamos para adelante".

La hondureña aprovecha la ocasión para enviar un mensaje al gobierno de Estados Unidos: "Le pido al Gobierno de Estados Unidos, a este señor (Trump) quizá él nunca ha tenido necesidad porque todo lo ha tenido en la vida; somos gente pobre que va buscando una oportunidad; ojalá Dios le toque ese corazón porque él no es más poderoso que Dios y si actúa contra nosotros que espere la ira de Dios contra él".

En la capital mexicana los centroamericanos serán acogidos en el estadio Jesús Palillo Martínez, que se ubica dentro del complejo de la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhiuca, a unos pasos del autódromo Hermanos Rodríguez.

A la instalación, preparada para acoger a unos 5.000 centroamericanos, han llegado ya unos 300 migrantes quienes viajaron en diversos medios de transporte desde el estado de Veracruz durante prácticamente todo el sábado y la madrugada del domingo.

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