Del aislamiento a la Casa Blanca: el primer año de la nueva Siria
Siria
El gobierno de transición avanza en la recuperación diplomática
Damasco/Siria cumple un año desde el derrocamiento del régimen de Bachar al Asad, un periodo marcado por el regreso del país al escenario internacional, la reconstrucción institucional y episodios de violencia sectaria. La nueva Administración encabezada por Ahmed al Sharaa ha logrado levantar gran parte de las sanciones tras ganarse la confianza exterior, mientras intenta contener los estallidos internos. Su visita a la Casa Blanca en noviembre, la primera de un jefe de Estado sirio a Washington, simbolizó este retorno una semana después de que el Consejo de Seguridad de la ONU retirara las sanciones. A lo largo del año, Al Sharaa y sus ministros mantuvieron una intensa agenda exterior que incluyó países del golfo Pérsico, donde Arabia Saudí y Catar saldaron la deuda siria con el Banco Mundial.
Siria cumple un año desde el derrocamiento del régimen de Bachar al Asad
En enero, la Unión Europea reabrió su delegación en Damasco, condicionada a reformas, y en marzo celebró una conferencia de donantes que reunió miles de millones para la reconstrucción. En octubre, el mandatario viajó a Moscú para afianzar una relación pragmática con los antiguos aliados de Al Asad, que reconocieron errores pasados pero conservaron sus bases militares. Turquía, primera nación en restablecer su embajada tras la caída del régimen, continúa como aliado estratégico del nuevo Gobierno.
En el plano interno, en marzo se formó un Gobierno de transición con una estructura reducida y en febrero se creó un comité de notables para elaborar la nueva constitución. En octubre se eligió el primer Parlamento sin Al Asad, con 210 miembros designados en parte por el presidente interino y en parte por asambleas locales, sin participación popular directa. Las autoridades mantienen su plan de celebrar elecciones generales en un plazo mínimo de cinco años, mientras avanza la redacción constitucional.
La relación con Israel ha oscilado entre la confrontación y el contacto diplomático. Israel bombardeó Al Sueida en julio, alegando defender a la minoría drusa tras enfrentamientos con clanes beduinos, y mantuvo su presencia militar en la zona desmilitarizada de los Altos del Golán. EEUU medió un cese al fuego aceptado por vecinos como Turquía, mientras Donald Trump instó a Israel a evitar interferencias y a buscar un diálogo sólido. En paralelo, el Gobierno intentó recomponer los vínculos con las Fuerzas de Siria Democrática para resolver la situación de las zonas autónomas kurdosirias. Desde octubre existe un alto el fuego, mientras Damasco conversa con EEUU sobre la integridad territorial del país.
La relación con Israel ha oscilado entre la confrontación y el contacto diplomático
El nuevo presidente aseguró en diciembre que Siria no sería como Afganistán y que las mujeres tendrían pleno acceso a la educación. En el Gobierno de transición, una mujer cristiana asumió la cartera de Asuntos Sociales y, en las elecciones parlamentarias, las candidatas alcanzaron el 14 %. Sin embargo, la violencia sectaria golpeó con fuerza a la minoría alauita.
El 7 de marzo, en aldeas como Snoubar, facciones armadas presuntamente afines a Damasco ejecutaron a hombres sacados de sus casas, según relataron testigos. Roula, que perdió a su marido aquella noche, describió cómo los combatientes irrumpieron a tiros y se llevaron a todos los hombres, que luego fueron asesinados. Rania, otra vecina, contó que distintos grupos entraron uno tras otro, interrogando, golpeando y finalmente llevándose a su esposo e hijo para ejecutarlos. Salma, enferma de cáncer, relató que su hijo Ali fue asesinado por su nombre, asociado al alauismo, y que su cuerpo quedó tres días sin sepultura. Según una comisión investigadora, más de 1.400 personas murieron aquella semana, en su mayoría en asesinatos cometidos al margen de las operaciones oficiales.
Mientras Siria atraviesa esta transición, Al Asad vive exiliado en Moscú, adonde fue trasladado tras huir de Damasco. Fuertemente vigilado, reside con su familia en un complejo de lujo y pasa gran parte del tiempo aislado, mientras persisten rumores sobre su salud y sobre las tensiones entre él y el nuevo Gobierno sirio, aunque nada de ello ha sido confirmado oficialmente. Su familia continúa entre Moscú, Emiratos Árabes Unidos, el Líbano y Siria, donde algunos allegados han sido detenidos en el contexto de la violencia contra la minoría alauita.