El candidato apoyado por EE UU es declarado vencedor de las polémicas elecciones de Honduras
Honduras
Rixi Moncada, del partido gobernante, aliado del régimen cubano, recibió apenas el 19,19% de los votos, pero no acepta la victoria de Nasry Asfura
Tegucigalpa/La proclamación de Nasry Asfura como presidente electo de Honduras ha cerrado uno de los procesos electorales más tensos y prolongados de los últimos años en Centroamérica. Tras más de un mes de recuentos, fallas técnicas y escrutinios especiales, el Consejo Nacional Electoral (CNE) confirmó que el candidato del conservador Partido Nacional obtuvo el 40,26% de los votos en las elecciones generales del pasado 30 de noviembre, superando por un estrecho margen a su principal rival, el liberal Salvador Nasralla, también de tendencia conservadora.
La victoria de Asfura –empresario de la construcción conocido popularmente como Papi a la orden– no solo implica el retorno al poder del Partido Nacional tras cuatro años en la oposición, sino también una derrota clara del oficialista Partido Libertad y Refundación (Libre), que gobierna desde 2022. Su candidata, Rixi Moncada, heredera política de la presidenta saliente, quedó relegada al tercer lugar con apenas el 19,19% de los sufragios, un resultado muy por debajo de las expectativas del aparato oficial.
El nuevo presidente electo asumirá el cargo el 27 de enero de 2026, en sustitución de Xiomara Castro, quien llegó al poder como figura emblemática de la izquierda regional y bajo la tutela política de su esposo, el ex presidente Manuel Zelaya. El Gobierno saliente, gran perdedor de las elecciones, mantuvo durante su mandato una estrecha relación con el régimen de Cuba, tanto en el plano diplomático como en el discurso ideológico, alineándose con La Habana en foros regionales y respaldando abiertamente sus posiciones frente a Estados Unidos.
Ese alineamiento fue visible también en el giro de la política exterior hondureña durante el mandato de Castro, especialmente con la ruptura de relaciones diplomáticas con Taiwán en marzo de 2023 para establecerlas con China, una decisión celebrada tanto por Pekín como por La Habana. Para sectores empresariales y parte de la oposición, aquel movimiento simbolizó la subordinación de Tegucigalpa a los intereses del eje político que integran Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Su candidatura recibió, además, el respaldo público del presidente estadounidense Donald Trump
Asfura, en cambio, hizo campaña con la promesa de revisar ese viraje. Durante la contienda electoral planteó abiertamente la posibilidad de restablecer los lazos con Taiwán y fortalecer las relaciones con Estados Unidos e Israel. Su candidatura recibió, además, el respaldo público del presidente estadounidense Donald Trump, quien expresó su apoyo apenas tres días antes de los comicios.
Nacido en Tegucigalpa en 1958 y de origen palestino, Asfura llega a la presidencia tras dos intentos fallidos. Fue alcalde de la capital durante dos períodos y construyó su imagen política sobre una gestión centrada en obras de infraestructura visibles, especialmente proyectos viales de acero y cemento que modernizaron varias zonas urbanas. Su estilo personal –camisa arremangada, pantalón vaquero y discurso centrado en “trabajo y más trabajo”– conectó con un electorado cansado de la retórica ideológica y de la crisis económica persistente.
La proclamación oficial de los resultados no ha cerrado del todo la polémica. Salvador Nasralla, que quedó segundo con el 39,54% de los votos, rechazó la declaratoria del CNE y denunció que el resultado “no refleja la verdad completa” de la voluntad popular. Exigió un nuevo recuento voto por voto y afirmó que, por cuarta vez consecutiva, se le ha negado la victoria en las urnas.
El presidente argentino Javier Milei calificó el resultado como “una derrota contundente del narcosocialismo”
Desde el oficialismo derrotado, el mensaje de Xiomara Castro aseguró que permanecerá en el cargo “ni un día más ni un día menos” de lo que establece la Constitución, y aprovechó su mensaje navideño para lanzar críticas veladas a Estados Unidos, al que acusó de fomentar una cultura de dependencia a través de las remesas. La mandataria defendió su gestión, reivindicó indicadores económicos y sociales y evitó cualquier autocrítica sobre el desplome electoral de Libre.
En el plano internacional, la victoria de Asfura fue celebrada por líderes de la región. El presidente argentino Javier Milei calificó el resultado como “una derrota contundente del narcosocialismo” y una señal de que “la libertad vuelve a imponerse en Honduras”.
Mientras tanto, Taiwán expresó su disposición a mantener una actitud “abierta y pragmática” ante el nuevo Gobierno, en espera de una eventual recomposición de relaciones diplomáticas. China, por su parte, aseguró que respeta la decisión del pueblo hondureño y manifestó “su voluntad de seguir cooperando” con Tegucigalpa. El triunfo de Asfura marca la interrupción de un ciclo político estrechamente vinculado a La Habana y a la izquierda regional.