El duro castigo electoral al PP marca un cambio de rumbo político en España

Ada Colau será probablemente alcaldesa de Barcelona tras la victoria de la agrupación ciudadana Barcelona en Comú. (@bcnencomu)
Ada Colau será probablemente alcaldesa de Barcelona tras la victoria de la agrupación ciudadana Barcelona en Comú. (@bcnencomu)

25 de mayo 2015 - 10:29

Madrid/(agencias). - El duro castigo al Partido Popular en las elecciones municipales y autonómicas, sumado a la irrupción de las nuevas fuerzas políticas ha revolucionado el escenario político de España.

El PP sigue siendo el partido más votado en el conjunto nacional con un 27% del total de votos, lo que supone una pérdida de hasta 11 puntos y 2,5 millones de votos. Se deja así buena parte de la hegemonía municipal de la que disfrutaba desde 2011 perdiendo algunos de sus grandes feudos, como Madrid, Valencia o Sevilla. Además, el partido conservador pierde la mayoría absoluta en todos los parlamentos autonómicos y está obligado a pactar si quiere conservar el gobierno de algunos de ellos.

El Partido Socialista sigue siendo el segundo más votado, con un 25% del total y una caída de 2 puntos respecto a 2011. El PSOE ha recibido 5,5 millones de votos frente a los 6,2 de las anteriores elecciones.

La irrupción de Podemos y, en menor medida, de Ciudadanos, abren un cambio de ciclo en un país que a partir de ahora precisará de pactos en todo el territorio.

Las dos ciudades principales de España serán, casi con total seguridad, gobernadas por dos agrupaciones ciudadanas apoyadas por partidos de izquierdas y lideradas por dos mujeres independientes. En Barcelona, la activista antidesahucios Ada Colau ha obtenido la mayoría de concejales y podrá convertirse en alcaldesa en minoría o con apoyo de otras formaciones. Su plataforma, Barcelona en Comú, ha conseguido 11 diputados, superando al partido nacionalista catalán Convergència i Unió (CiU), que ostentaba el poder en la capital catalana tras años de ayuntamientos socialistas.

En Madrid, el Partido Popular obtuvo 21 concejales, solo uno por encima de su principal oponente, la plataforma Ahora Madrid que con casi toda probabilidad gobernará la capital de España con el apoyo del Partido Socialista. Este pacto, que se da casi por hecho, llevaría a la alcaldía madrileña a Manuela Carmena, jueza emérita del Tribunal Supremo y exrelatora en la ONU.

La posible futura alcaldesa de Madrid procede de una lista apoyada por Podemos pero es crítica con algunos postulados del partido de Iglesias

Tanto Barcelona en Comú como Ahora Madrid eran plataformas apoyadas por Podemos y con integrantes de la formación, que no concurría a las municipales (sí a las autonómicas). Sin embargo, analistas en España llaman la atención sobre que los mejores resultados conseguidos por Podemos sean precisamente los de ambas candidatas independientes. Manuela Carmena, en concreto, ha marcado distancias claramente con la formación de Pablo Iglesias (presente ayer, pese a ello, en la celebración de los resultados de Ahora Madrid) y criticado la "condescendencia" de Podemos con Venezuela, a la que exigió la liberación inmediata de los presos de conciencia.

En Valencia, otro de los feudos tradicionales del Partido Popular, el derrumbe de los conservadores es notable. Marcados por los escándalos y la corrupción en todo el territorio autonómico y municipal valenciano, la alcaldía de la capital regional irá a parar a manos del líder de la coalición de izquierdas Compromís, Joan Ribó que tendrá con toda probabilidad el apoyo del PSOE y Valencia en Comú poniendo fin así al mandato de Rita Barberá, al frente de la ciudad desde hacía 24 años.

La participación fue del 64,66%, ligeramente inferior a la registrada en las anteriores, en las que se cifró en el 66,16 por ciento. Han votado más de 22 millones de personas y más de doce se han abstenido para elegir a 67.611 concejales en toda España.

Estas elecciones son percibidas en España como preludio de las generales, que tendrán lugar a finales de año (sin fecha anunciada) y donde se pondrá a prueba la vigencia de un bipartidismo que no se ha roto aún pero ha sufrido un fuerte golpe que augura el fin de una era.

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