El día que Nicaragua se paralizó contra Daniel Ortega

Comercios, escuelas y avenidas vacías. Esa era la imagen de Nicaragua en un paro nacional en repudio a la política del presidente Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo

Vista del paso a desnivel de la Centroamérica durante el paro nacional. (Confidencial)
Vista del paso a desnivel de la Centroamérica durante el paro nacional. (Confidencial)
Wilfredo Miranda y Maynor Salazar

16 de junio 2018 - 14:34

Managua/A las 9:15 de la mañana de este jueves la parada de buses del mercado Israel Lewites, en Managua, estaba vacía. Las unidades de transporte colectivo operaban al mínimo ante la nula demanda de pasajeros. El primer bus que partió para el balneario Pochomil trasladó doce pasajeros, todos ellos guardas de seguridad que salían de turno. “Está palmado”, dijo uno de los cobradores. Las imágenes desérticas de terminales de buses, comercios clausurados, bancos sin actividad, calles y mercados populares desolados fue el panorama que dejó el “Paro Nacional” convocado por la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia.

La huelga general que duró 24 horas fue un mensaje de protesta inequívoco al gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Una jornada histórica en la que el llamado del sector privado a cesar por completo actividades fue respaldado por la población.

El mercado Israel Lewites fue solo uno de los escenarios de la parálisis. Los tramos estaban cerrados con candados. Apenas una venta de tortilla y una que otra verdulería prestaban servicios. Los principales mercados también registraron una gran disminución de compradores y vendedores. En el mercado Roberto Huembes, precisamente en la terminal de buses, pocos comerciantes abrieron sus tramos. Y los que lo hicieron, alegaron “necesidad” además de que sus productos “no pueden quedar almacenados porque se pierden”.

“Yo no estoy a favor del Presidente, porque ha matado a muchas personas. Pero no puedo dejar de trabajar porque tengo que darles de comer a mis hijos. Eso sí, apoyo el paro aunque esté trabajando, porque sé que es para bien del país”, expresó Lucía Gutiérrez, vendedora de verduras.Erick Wilson, vendedor de calcetines y otros productos, coincidió con Gutiérrez y agregó que si de él dependiera estaría apoyando el paro desde su casa, sin salir a vender en el mercado, sin embargo, tuvo que trabajar porque “las cosas no se pagan solas y me afecta dejar de vender”.

“Yo sé que los empresarios y las demás personas se fueron a paro porque quieren que el presidente salga del poder. Y eso es lo que quiere todo el pueblo, yo lo quiero, pero no pude dejar de vender, es que necesito el billetito”, afirmó con aplomo Wilson.

En la concurrida parada de buses de El Zumen la actividad era de muy baja intensidad. Las dos tiendas de electrodomésticos que acostumbran a tener parlantes con el volumen al límite para anunciar sus ofertas estaban cerradas con cortinas metálicas. Uno que otro ciudadano esperaba rutas, ya que el servicio no fue suspendido por orientaciones del gobierno de Daniel Ortega para contrarrestar el efecto del paro total.

En el Gancho de Camino, en el mercado Oriental, había más personas. Pero las rutas iban igual de vacías. En varias unidades vistas ninguna transportaba a más de una docena de pasajeros. Los choferes esperaban más de lo habitual en las paradas a la espera de pasajeros que no llegaban. Muy cerca de las paradas, las personas que se miraban eran los mismos comerciantes que se habían apostado a defender los tramos ante la amenaza de saqueos. Con piedras canteras levantaron barricadas para impedir el paso de vehículos.

Comercios como Metrocentro, Galerías Santo Domingo, Multicentro las Américas y gasolineras estaban cerrados. El paro fue total: Zonas francas apagadas, las micro, pequeñas y medianas empresas sin operar y el sector financiero sin demanda. En las calles de Managua habían escasos taxis. Pese a la orden den gobierno de abrir las instituciones públicas, pocos ciudadanos realizaban gestiones. Aparentar normalidad era imposible. El país había parado.

La casi siempre atestada carretera hacia Masaya estuvo desolada. La cantidad de vehículos que a diario transitan por esta autopista se redujo a una mínima parte, casi nula. Los negocios que están apostados sobre esta vía cerraron sus portones y en los establecimientos solo estaban los guardas de seguridad encargados de custodiar el mobiliario de cada negocio.

Tal y como se informó el pasado martes, muchas empresas se sumaron al paro cívico nacional. Las gasolineras Puma y UNO, tampoco atendieron. Solo la estatal DNP Petronic trabajó con normalidad, y aunque su horario se extendió hasta en horas de la noche, muy pocas personas llegaron en sus vehículos a rellenar combustible.

Sobre las avenidas que conectan Metrocentro, Tiscapa, Pista El Edén y Roberto Huembes, muy pocos taxis brindaron servicio. A pesar de que en estos días los conductores de ambos turnos (día y noche) han trabajado con normalidad a cualquier hora, esta vez fueron pocos los que prestaron el servicio.

Sergio López, conductor de taxi, afirmó a CONFIDENCIAL que solo salió a la calle para trasladar a su mamá de su casa a la de su hermana y que a su regreso, si bien había puesto su torre, no pensaba quedarse más tiempo trabajando. “Es que no es seguro, además que estamos en paro, hay que apoyar”, aseguró.

Algunos ciudadanos llegaron en motos a tratar de retirar dinero de los cajeros ubicados dentro de las sucursales de los bancos. Sin embargo, se encontraron con la negativa de los guardas de seguridad.“No vamos a abrir. Es una orden. No hay nadie trabajando hasta mañana”, dijo un guarda. La misma tónica se repitió en las sucursales bancarias que no estaban dentro de los establecimientos comerciales.

“Hemos andado buscando un cajero en las gasolineras, en los bancos, aquí en Multicentro, pero no encontramos nada. Ya sabemos del paro, pero creímos que iban a trabajar. Ni modo, será hasta mañana”, manifestó un poblador.

Los departamentos también pararon

El paro no fue solo en Managua. Las principales avenidas y puestos comerciales de Matagalpa también amanecieron desoladas. Esta ciudad, que estaba parcialmente paralizada por tranques como manifestación del paro ciudadano, se sumó en casi su totalidad a un paro general.

Rubén Vagas, miembro del Movimiento 19 de Abril de esa ciudad, asegura que más del 80% de la población se sumó al paro. “Hay calles completamente vacías, comerciantes independientes se nos han unido, están cerrado los negocios, comerciantes del mercado norte y mercado sur han cerrado, también los transportistas. Se puede decir que en Matagalpa ha sido un éxito”, afirmó.

Por otro lado, las instituciones públicas trabajaron “normal” en Matagalpa. Los centro educativos públicos realizaron exámenes y pruebas evaluativas para obligar la asistencia de los estudiantes. Sin embargo, algunas escuelas se vieron obligadas a suspender las clases por la poca afluencia.

“Es una forma de represión que la mayoría del pueblo matagalpino está repudiando, los intimidan de que no les aplicarán los exámenes y que hasta pueden perder su año escolar por faltar un día”, lamentó el dirigente del Movimiento 19 de Abril. Jinotega atrincherada y en paro

Alcides Zeledón, propietario del Supermercado Guadalupe en Jinotega, aseguró que la población en esa ciudad apoyó el paro. Él cerró su negocio para sumarse a esta medida, a pesar de que en redes sociales, le han amenazado con saquear y destruir el supermercado. “Todos los negocios estuvieron cerrados”, insistió.

Según él, este jueves hubo enfrentamientos en la ciudad y hay zozobra por “un montón de armados, francotiradores ejerciendo presión. En respuesta, el pueblo de Jinotega tiene las calles cerradas con barricadas”, denuncia.

Zeledón estará atento a lo que suceda en el Diálogo este viernes, para “poder comenzar a trabajar y levantar este país”, resaltó. A este pequeño empresario, el alcalde Leonidas Centeno y la Policía de Jinotega, lo han acusado de financiar y dirigir los tranques: “Estos muchachos me apoyaron en que no me quemaran mi negocio, los muchachos del barrio, los muchachos del tranque, me han custodiado el negocio”, aclara. Él, admite, lo que ha hecho ha sido ayudarles a trasladar heridos y regalarle cigarrillos y gaseosas.

También en Somoto y Chinandega

En Chinandega, a pesar de que el MTI emitió un comunicado en el que obligaba a las cooperativas de buses urbanos e interurbanos, a trabajar con normalidad, la terminal “El Bisne” estuvo completamente vacía durante todo el día. Los ciudadanos no salieron de sus casas y los comerciantes tampoco. “Parecía viernes santo”, manifestó Ricardo Delgado, periodista de la localidad.

Los mercados populares de Chinandega tampoco tuvo gran afluencia de compradores ni de vendedores. La mayor parte de negocios no abrieron sus puertas y los pocos que lo hicieron, cerraron temprano por temor al saqueo de las turbas sandinistas.

La cadena de supermercados Distribuidora Selecto y el super La Colonia, se sumaron al paro. “Se notó un gran apoyo de las personas en el paro nacional. Las calles permanecieron vacías durante todo el día. La gente se preparó muy bien para quedarse en sus casas y no arriesgarse en la calle, porque también aquí está la inseguridad de los últimos días”, manifestó Delgado.

En Somoto, pese a que las instituciones del Gobierno y las escuelas públicas abrieron sus puertas, la ciudadanía no llegó a realizar ninguna gestión y los padres de familia no enviaron a sus hijos a clases. De hecho, los colegios tuvieron que cerrar poco antes de las once de la mañana y cancelaron las actividades vespertinas.

Los bancos y el único super que tiene esta ciudad no abrieron. En las calles de Somoto no había personas caminando como normalmente ocurre. Sobre los caminos lo único que podía notarse fue los vehículos de la ciudadanía, que estuvieron estacionados durante todo el día.

“El sentimiento de Somoto, de la gente de aquí, fue patrio. Estábamos claros que un paro nos iba a afectar a todos, pero entendimos que era necesario para ejercer presión. Teníamos que sumarnos y detenernos”, expresó Ana Hooker, docente y teóloga.

La terminal de buses también estuvo vacía. Las unidades de transporte pasaron sin encender sus motores, pues la población, este jueves 14 de junio, decidió no viajar y sumarse al paro nacional.

Cinco muertos durante huelga general

Aunque el “Paro General” era pacifico, la Policía Nacional y los grupos paramilitares causaron al menos cinco muertos en varias ciudades durante la jornada.

León y Nagarote fueron los primeros en ser golpeados durante el día del jueves. En la “ciudad universitaria” fue asesinado junto a su madre, mientras levantaba una barricada en la esquina de su casa, Sándor Manuel Dolmus de 16 años de edad.

Los paramilitares asediaron León desde la madrugada del jueves. Anibal Toruño, director de Radio Darío, denunció que paramilitares rodearon por varias horas su casa de habitación y le impidieron salir. Aunque el cerco cesó por algunas horas, la madrugada del viernes fue reactivado.

“Están a menos de cincuenta metros de mi casa. Los paramilitares lanzan balas y morteros. Responsabilizo a Daniel Ortega por lo que pueda pasarme a mí y mi familia”, advirtió Toruño.

En Nagarote fue asesinado por un francotirador Alberto Urroz, de 55 años de edad. El balazo le destrozó el pulmón derecho. El hombre murió durante una procesión que el cura de la localidad realizó para tratar de aplacar los enfrentamientos. La madrugada del miércoles fue asesinado Winston Eliécer Saballos Martínez, de 29 años, por turbas paramilitares.

En la ciudad de Tipitapa, los autoconvocados que estaban en una truchera fueron superados en número por un grupo de policías que abrieron fuego contra ellos. Murió Ezequiel Mendoza Mejía, de 22 años. Estos cinco asesinatos no incluyen los otros cuatro registrados en la ciudad de Masatepe el día anterior.

En Nindirí, los antimotines y paramilitares lograron superar los tranques que inician desde Ticuantepe. Ingresaron a la ciudad abriendo fuego de forma “indiscriminada”, dijo el párroco Jesús Silva a CONFIDENCIAL.

Uno de los heridos en Nindiri. También se sumaron paramilitares al ataque. Pobladores me reportan balacera en estos momentos


“Entraron en camionetas. Disparaban a todos lados con armas de guerra. No sabemos cuántos heridos hay en el pueblo”, dijo Silva. El sacerdote denunció que los armados irrumpieron en la Iglesia de Santa Ana y se llevaron “a todos los hombres” que estaban adentro, incluido los médicos que brindaban atención y hasta el sacristán del templo.

Nota de la Redacción: Este texto ha sido publicado inicialmente en el diario Confidencial. Lo reproducimos con la autorización del digital nicaragüense.

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