Ex militares peruanos piden expulsar al embajador cubano en Lima
Espionaje
'El Gallo' Zamora y su esposa son acusados de usar la embajada en Lima como tapadera para operaciones encubiertas de La Habana
Madrid/La petición de un grupo de oficiales de la Marina de Guerra del Perú en situación de retiro ha colocado a la embajada cubana en Lima en el centro de una tormenta diplomática. En un pronunciamiento dirigido a la presidenta Dina Boluarte, la Unión Naval exhortó a reducir las relaciones bilaterales con Cuba a un nivel estrictamente consular y a expulsar al embajador Carlos Rafael Zamora Rodríguez y a su esposa, señalados desde hace años como agentes de Inteligencia.
Los militares retirados justifican su demanda alegando que el régimen de La Habana representa “una amenaza para la seguridad y la estabilidad” del Perú, especialmente ante las elecciones generales previstas para 2026, y recuerdan que no existen grandes vínculos comerciales entre ambos países que justifiquen mantener un alto nivel diplomático.
El ex oficial cubano Enrique García –exiliado en EE UU–, declaró que conoció personalmente a Zamora en el edificio de la Dirección de Inteligencia de Cuba
No es la primera vez que el nombre de Zamora aparece en la prensa peruana con acusaciones de espionaje. Desde su llegada en 2021 como jefe de la misión diplomática, los medios locales han señalado su historial dentro de los servicios secretos de La Habana. En diciembre de ese mismo año, el ex oficial cubano Enrique García –exiliado en EE UU–, declaró a Peru21TV que conoció personalmente a Zamora en el edificio de la Dirección de Inteligencia de Cuba, ubicado en Línea y A, en El Vedado habanero. García aseguró además que tanto el Embajador como su esposa ostentan grados de coroneles dentro de esa institución.
La trayectoria de Carlos Zamora, apodado “El Gallo Zamora”, ha sido seguida con lupa en diversos países de la región. Un reportaje del portal peruano El Montonero, publicado en mayo de 2023, lo describe como un cuadro formado en la KGB y con una extensa carrera diplomática al servicio del espionaje. Según ese medio, Zamora habría operado en Naciones Unidas durante los años 70 y, posteriormente, en países como Ecuador, donde se le vinculó con sobornos a candidatos presidenciales en 1988.
El gobierno interino de Jeanine Áñez acusó directamente a la embajada de Cuba de estar detrás de la violencia que sacudió Bolivia durante la crisis de 2019
Zamora fue enviado entonces a Panamá, y más tarde a Brasil, durante el gobierno de Dilma Rousseff. Se desempeñó igualmente como Embajador en El Salvador, antes de llegar a Bolivia, en la época de Evo Morales. El gobierno interino de Jeanine Áñez acusó directamente a la embajada de Cuba de estar detrás de la violencia que sacudió Bolivia durante la crisis de 2019, señalando a Zamora como parte de una estrategia para financiar y organizar protestas violentas a favor del MAS.
En aquel momento, la ministra de Comunicación, Roxana Lizárraga, afirmó que agentes cubanos pagaban a simpatizantes de Morales para ejecutar actos de sedición, e incluso responsabilizó a Zamora de trabajar con grupos de choque para “atemorizar a la población” y quebrantar su resistencia. Además, se llegaron a detener a al menos cuatro funcionarios cubanos acusados de incitar manifestaciones violentas y portando miles de bolivianos destinados a ese fin, aunque luego fueron liberados y deportados tras ejercer presión diplomática.
Finalmente El Gallo Zamora fue enviado al Perú, donde asumió la embajada en tiempos de Pedro Castillo. En todos esos destinos, se le acusa de realizar actividades encubiertas, de proselitismo político y de maniobras de influencia, siempre bajo el paraguas de la diplomacia cubana.
Denuncian la presencia de un equipo de 85 supuestos médicos y enfermeros cubanos que, hasta la fecha, “no se sabe qué hicieron”
En Perú, las denuncias han encontrado eco no solo en medios críticos, sino también en sectores políticos preocupados por la vulnerabilidad del país ante injerencias extranjeras. Para los marinos retirados, la presencia de un embajador con semejante historial constituye un riesgo inaceptable en una coyuntura ya marcada por la inestabilidad desde la caída de Castillo y el frágil equilibrio que sostiene el gobierno de Boluarte.
En su pronunciamiento denuncian la presencia de un equipo de 85 supuestos médicos y enfermeros cubanos que, hasta la fecha, “no se sabe qué hicieron”. Los ex militares también citaron el caso de una reunión que sostuvo Zamora, durante el Gobierno de Castillo, con el ministro del Interior peruano. La reunión trataría sobre “seguridad ciudadana”, pero “sospechosamente no se registró en el portal de Transparencia del sector Interior”.
Las denuncias sobre El Gallo Zamora apuntan a que sus tareas en el extranjero no se limitan a trasladar información sensible hacia La Habana, sino también a influir en la política local y a reclutar simpatizantes dispuestos a trabajar para la inteligencia cubana.
Ese modus operandi no es ajeno a lo que se ha visto en otros casos descubiertos en la región: la analista puertorriqueña Ana Belén Montes, captada en su juventud y condenada en 2002 a 25 años de cárcel en Estados Unidos por entregar secretos de la Agencia de Inteligencia de Defensa a Cuba. También está el más reciente escándalo del exembajador estadounidense Víctor Manuel Rocha, quien admitió en 2023 haber servido en secreto a la Isla durante más de cuatro décadas desde sus puestos en el Departamento de Estado y en varias embajadas, hasta recibir en 2024 una condena de 15 años de prisión.
La presencia de Zamora en Lima representa no solo una amenaza de espionaje clásico, sino también la posibilidad de que se repita el patrón de penetración y manipulación de la Inteligencia cubana
Para los marinos peruanos que exigen su expulsión, la presencia de Zamora en Lima representa no solo una amenaza de espionaje clásico, sino también la posibilidad de que se repita el patrón de penetración y manipulación que la inteligencia cubana ha demostrado en otros países.
Desde el lado cubano, la respuesta ha sido el silencio. Los medios oficiales se limitan a presentar a Zamora como embajador, sin hacer referencia a las acusaciones que lo persiguen desde hace décadas. En portales de noticias independientes y en testimonios de antiguos agentes, en cambio, la figura del diplomático aparece rodeada de sospechas y de una carrera vinculada directamente a los intereses de la inteligencia de La Habana en América Latina.
La situación plantea un dilema para la presidenta Boluarte. Mantener a Zamora en Lima podría interpretarse como una señal de debilidad frente a las advertencias de sus propios oficiales navales, pero su expulsión significaría un gesto político fuerte que alteraría las relaciones con La Habana. Con elecciones en el horizonte, el fantasma de una embajada convertida en plataforma de operaciones políticas pesa cada vez más en el debate interno.