El líder del mundo libre en un país sin libertad

El presidente de EE UU, Barack Obama, en Etiopía. (Casa Blanca)
El presidente de EE UU, Barack Obama, junto a miembros del Congreso de Etiopía. (Casa Blanca)
Desirée García

27 de julio 2015 - 18:21

Nairobi/(EFE).- El presidente de EE UU, Barack Obama, inició hoy lunes una polémica visita a Etiopía que para muchos abrirá la puerta a una mejora de los derechos humanos en uno de los regímenes más represivos de África y, para otros, solo persigue ganar influencia en una de las economías que más crecen en el continente.

Desde que se supo que Obama, el primer presidente estadounidense con raíces africanas, incluiría Etiopía en su cuarto viaje oficial a África tras pasar por Kenia, han arreciado las críticas por honrar con su presencia al régimen autoritario del presidente etíope, Hailemariam Desalegn.

Hace apenas dos meses Etiopía celebró elecciones legislativas en las que el gobernante Frente Revolucionario Democrático del Pueblo Etíope (EPRDF) y sus aliados obtuvieron una aplastante mayoría en el Parlamento Federal al ganar 546 de los 547 escaños que lo componen.

Antes de la cita con las urnas, se había anulado más de la mitad de las candidaturas y se había extremado la represión contra opositores, activistas y periodistas, que fueron amenazados o encarcelados al amparo de una ambigua ley antiterrorista.

A pocas semanas de la visita de Obama, las autoridades etíopes liberaron a seis periodistas y blogueros en lo que muchos consideraron un lavado de cara ante la visita del presidente estadounidense. Esta medida fue celebrada como un "paso" por la principal asesora de seguridad de Obama, Susan Rice, quien admitió que todavía quedaba "mucho camino por delante".

La polémica visita para muchos abrirá la puerta a una mejora de los derechos humanos en uno de los regímenes más represivos de África y, para otros, solo persigue ganar influencia en una de las economías que más crecen en el continente

El Gobierno de Obama viaja a "muchos países de Asia, África y Oriente Medio donde manifestamos nuestras preocupaciones sobre los derechos humanos, el respeto a la democracia y el Estado de derecho", abundó Rice, en respuesta a las críticas por el viaje del presidente estadounidense a la dictadura etíope.

"La administración Obama ha hecho declaraciones públicas y privadas criticando a gobiernos africanos represivos, pero no ha adoptado una política más amplia que ayude a rechazar o modificar de forma sustancial leyes represivas", ha reprochado Human Rights Watch.

Al igual que en Kenia, donde defendió sin ambages la igualdad de derechos de los homosexuales en África, Obama ha hecho alegatos en Adis Abeba en defensa de los derechos humanos.

En una rueda de prensa celebrada hoy junto a Desalegn, exigió a Etiopía que amplíe su espacio a los periodistas y fortalezca sus instituciones si quiere que EE UU siga apoyándole, aunque también utilizó el calificativo de "democrático" para referirse al Gobierno emanado de los comicios etíopes.

Menos público es el contenido económico de su visita a Etiopía, donde EE UU, al igual que en Kenia, debe redoblar sus esfuerzos para parar los pies al implacable avance de China.

Mientras que las inversiones de EE UU siempre han exigido una mejora en los derechos humanos en contrapartida, China no pide nada de esto a cambio

Etiopía es una de las principales economías africanas no productoras de petróleo, con un crecimiento durante la última década superior al 10%, y la presencia de China en su territorio es tan llamativa como en la vecina Kenia.

China está construyendo las mayores carreteras de Etiopía y participa en el ambicioso proyecto de la "presa del Renacimiento" para el desvío del Nilo Azul, valorado en unos 5.000 millones de dólares que financian actores locales con préstamos chinos.

El gigante asiático, como reconoció recientemente el Gobierno etíope, aspira además a "convertir a Etiopía en la gran central manufacturera del continente".

Las buenas relaciones que Adis Abeba mantiene con Pekín no se cimentan solo en inversiones en infraestructuras hidráulicas, agrícolas o en su apoyo financiero, sino también en las lecciones recibidas para el control político.

Mientras que las inversiones de EE UU en Etiopía y otros regímenes africanos siempre han exigido una mejora en los derechos humanos en contrapartida, China, una de las mayores dictaduras del mundo, no pide nada de esto a cambio.

Obama tiene la oportunidad en este viaje de hacer ver al Gobierno etíope que el desarrollo que impulsa solo ha tenido una transformación cosmética que ha agravado las desigualdades y ha elevado a 25 millones el número de etíopes pobres, y de que eso podría volverse en su contra.

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