Marco Rubio evita confirmar si busca deponer a Maduro: "Estamos protegiendo intereses de EE UU"
EE UU
Sobre Cuba, el secretario de Estado reconoce que cualquier Administración estadounidense preferiría un cambio radical en la Isla
Washington/El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, evitó este viernes confirmar si la Administración de Donald Trump persigue explícitamente la salida de Nicolás Maduro del poder en Venezuela, pero dejó claro que Washington considera ilegítimo al Gobierno chavista y lo ve como una amenaza directa a la seguridad nacional estadounidense. En una rueda de prensa de fin de año en el Departamento de Estado, Rubio insistió en que la estrategia oficial no se formula en términos de “cambio de régimen”, sino en la protección de los intereses de Estados Unidos y en la estabilidad regional, una fórmula ambigua que, en la práctica, mantiene abiertas todas las opciones.
Rubio describió al Gobierno venezolano como un “régimen ilegítimo” que coopera abiertamente con actores considerados hostiles por Washington, entre ellos Irán, Hizbulá y redes vinculadas al narcotráfico. Aseguró además que grupos armados colombianos como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las FARC operan “abiertamente” en territorio venezolano, lo que, a su juicio, convierte a Venezuela en un foco permanente de inestabilidad y amenaza para la región. “¿Consideramos legítimo a Maduro? No”, enfatizó, marcando una línea política clara aunque sin verbalizar un objetivo final concreto.
El jefe de la diplomacia estadounidense eludió también pronunciarse sobre la necesidad de una autorización del Congreso para eventuales ataques contra territorio venezolano. Según Rubio, no se ha producido hasta ahora ningún hecho que obligue al Ejecutivo a solicitar el aval del Legislativo, una respuesta que no despeja las dudas sobre los límites legales de una posible escalada militar. La Constitución estadounidense exige la autorización del Congreso para declarar la guerra, y el Partido Demócrata ha insistido en que Trump necesita ese respaldo incluso para las acciones militares contra embarcaciones vinculadas al narcotráfico venezolano.
El hecho de que Trump no descarte una guerra supone un giro relevante en su discurso político
Las declaraciones de Rubio se producen en un contexto de creciente presión sobre Caracas. En una entrevista con NBC News, el propio Trump afirmó que no descarta una guerra con Venezuela y se negó a confirmar si su objetivo final es derrocar a Maduro. “Él sabe exactamente lo que quiero”, respondió el mandatario, en alusión al líder chavista, con quien mantuvo una llamada telefónica en noviembre. La frase, deliberadamente críptica, refuerza la estrategia de ambigüedad calculada que ha caracterizado la política exterior de Trump en la región.
Esa ambigüedad convive con medidas concretas. El martes, Trump ordenó bloquear la entrada y salida de Venezuela de todos los petroleros sancionados por Estados Unidos, apenas una semana después de que las autoridades estadounidenses incautaran un barco cargado con crudo cerca de las costas venezolanas. Washington acusa al entorno de Maduro de liderar el llamado cartel de los Soles, una red de narcotráfico que Caracas niega. La presión se ha intensificado tras meses de bombardeos contra lanchas en el Caribe y el Pacífico, acciones que elevan el riesgo de un conflicto abierto.
El hecho de que Trump no descarte una guerra supone un giro relevante en su discurso político. Durante la campaña electoral, el presidente se presentó como un líder contrario a la implicación de Estados Unidos en conflictos extranjeros, distanciándose de la tradición intervencionista del Partido Republicano. Sin embargo, este endurecimiento de la política hacia Venezuela ha generado críticas incluso entre sus bases, que le reprochan dedicar demasiada atención a la política exterior mientras persisten problemas internos como el aumento del costo de la vida.
Rubio definió al Gobierno cubano como “terrorista” e “incompetente” y sostuvo que ha destruido el país
En paralelo, Rubio volvió a cargar con dureza contra La Habana y reconoció abiertamente que a cualquier Administración estadounidense le gustaría ver un cambio radical en la Isla. Preguntado sobre si Washington desea un cambio de régimen en Cuba, el secretario de Estado aseguró que no se trata solo de una política de la actual Administración, sino de una aspiración compartida por cualquier Gobierno de Estados Unidos ante lo que calificó como un “desastre” prolongado durante más de 65 años.
Rubio definió al Gobierno cubano como “terrorista” e “incompetente” y sostuvo que ha destruido el país, no solo por su ideología marxista, sino por su incapacidad para gobernar. Hijo de inmigrantes cubanos y figura clave del gabinete de Trump, el secretario de Estado ha sido históricamente uno de los críticos más duros de los Gobiernos de Fidel y Raúl Castro y de su sucesor, Miguel Díaz-Canel. Sus declaraciones conectan con el discurso tradicional de la política estadounidense hacia Cuba, especialmente influyente en Florida.
Las palabras de Rubio sobre Cuba coinciden con el aumento de la presión contra Maduro, uno de los aliados más estrechos de La Habana. Washington vincula ambos escenarios dentro de una misma lógica regional y, con el regreso de Trump al poder, ha desempolvado la Doctrina Monroe bajo nuevas formas de intervención en América Latina. La estrategia, presentada recientemente, revela el interés de Estados Unidos en influir de manera directa en los asuntos internos del continente, reactivando viejas tensiones y confirmando que, más allá del lenguaje diplomático, la confrontación sigue marcando el pulso de la política hemisférica.