Putin ofrece a Occidente un nuevo orden mundial y Kiev lo acusa de ser el "típico dictador" ruso
El presidente ruso inicia su quinto mandato y alega que el diálogo con Occidente depende de "ellos"
Moscú/El presidente ruso, Vladímir Putin, ofreció este martes diálogo a Occidente en materia de seguridad y estabilidad estratégica, aunque defendió la creación de un nuevo orden mundial tras ser investido para un quinto mandato al frente del Kremlin.
"Nosotros no rechazamos el diálogo con los países occidentales. Depende de ellos", dijo tras jurar el cargo con la mano derecha en un ejemplar de la Constitución rusa durante una ceremonia oficial en el Gran Palacio del Kremlin.
Putin se preguntó: "¿Tienen intención de seguir intentando frenar el desarrollo de Rusia, proseguir la política de agresión y la presión que no ha cesado durante años sobre nuestro país, o buscar vías de cooperación y paz?". "Hemos estado y estaremos abiertos a fortalecer buenas relaciones con todos los países, que ven en Rusia un socio fiable y honesto. Y esa es efectivamente la mayoría mundial", añadió.
"¿Tienen intención de seguir intentando frenar el desarrollo de Rusia, proseguir la política de agresión y la presión que no ha cesado durante años sobre nuestro país, o buscar vías de cooperación y paz?"
Subrayó que el diálogo con Occidente en materia de seguridad y estabilidad estratégica es "posible", pero advirtió que éste no debe transcurrir "desde una posición de fuerza", sino "sin arrogancia, prepotencia ni exclusividad personal, y sólo en igualdad de condiciones, respetando los intereses de cada uno". Mientras, destacó que Rusia continúa la labor de "formación de un mundo multipolar y un sistema de seguridad equitativo e indivisible".
Putin resaltó la importancia de que Rusia sea "autosuficiente" y "competitiva", y de que el sistema sociopolítico sea "absolutamente robusto" ante cualquier desafío y amenaza. Además de asegurar que la seguridad del pueblo ruso es una prioridad para él, recordó a los "héroes" de la campaña militar en Ucrania, la asignatura pendiente para su quinto mandato.
Tras el fracaso de la operación relámpago lanzada en febrero de 2022, la guerra en Ucrania se alarga más de dos años y tampoco hay visos de arreglo pacífico.
El ingente gasto en armamento y su cooperación militar con regímenes como Corea del Norte o Irán le permiten prolongar casi indefinidamente la actual guerra de desgaste, pero la sociedad necesita resultados y las familias de los movilizados reclaman su rotación.
Precisamente, la posibilidad de una nueva movilización para sustituir las bajas en el frente sin provocar un estallido de descontento popular es uno de los principales desafíos de Putin a corto y medio plazo. Se trata de una medida muy impopular entre la población –tal y como demostró la llamada a filas de septiembre de 2022– que provocó un éxodo masivo de Rusia de hombres en edad militar.
Durante el nuevo mandato de Putin, otra de sus tareas será gestionar las maltrechas relaciones con Occidente, en particular con la Unión Europea, otrora el principal socio comercial de Moscú y cuya ausencia trata de compensar profundizando sus lazos con Asia, África y América Latina.
Moscú trata de compensar el alejamiento de la UE profundizando sus lazos con Asia, África y América Latina.
Rusia ha logrado mantener un buen ritmo de crecimiento pese a las sanciones occidentales. Así, en 2023 el Producto Interior Bruto del país creció en un 3,6%. El Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que la economía rusa se ha fortalecido porque los volúmenes de exportación petrolera se han mantenido estables debido al comercio con los países no alineados con las sanciones.
Sin embargo, la inflación en 2023 se situó en más del 7% y el crecimiento de los precios de los alimentos se hace cada vez más notable no solo para los habitantes de ciudades pequeñas sino también para los residentes de la capital y otras grandes urbes.
Mantener a flote la economía y no permitir el desplome del rublo –como ya ocurriera en 2022, tras el inicio de la guerra– será uno de los retos que esperan a Putin durante los próximos seis años.
Otra asignatura pendiente será reducir progresivamente la dependencia de la industria militar, que se ha convertido peligrosamente en una de las locomotoras de la economía nacional.
Tras la muerte en prisión del líder opositor, Alexéi Navalni, considerado el enemigo número uno del jefe del Kremlin, Putin no tiene rivales dentro del país capaces de hacerle sombra o poner en entredicho su liderazgo. Figuras destacadas de la disidencia rusa se vieron obligadas a exiliarse en el extranjero tras la aprobación en el país de una serie de leyes represoras que les amenazaban con largas penas de cárcel por criticar al poder o las acciones del Ejército ruso en Ucrania.
También los medios independientes se vieron obligados a trasladar sus redacciones al extranjero para poder informar sobre la realidad rusa y contrarrestar la propaganda. Putin se propone seguir apretando las tuercas con el fin de impedir el resurgimiento de una oposición interna -él la llama quinta columna- que saque provecho del hartazgo con la guerra.
Tras reformar la Constitución rusa en 2020, Putin eliminó los obstáculos legales para perpetuarse en el Kremlin casi de forma ilimitada.
Tras reformar la Constitución rusa en 2020, Putin eliminó los obstáculos legales para perpetuarse en el Kremlin casi de forma ilimitada
Tras las elecciones de este marzo, el líder ruso, de 71 años, podrá seguir gobernando hasta 2030 y, entonces, presentarse a una nueva reelección para otro mandato de seis años. Sin embargo, en caso de que decida retirarse en 2030, Putin deberá comenzar a preparar a su delfín ya durante este mandato, algo que por el momento parece muy lejano en el tiempo.
Al término de la ceremonia, el asesor de la oficina presidencial ucraniana, Mijailo Podoliak, tachó a Putin, de “dictador”.
“No es un presidente, sino un típico dictador de la Federación Rusa sin educación”, escribió Podoliak, que suele ejercer de portavoz oficioso de la administración del presidente Volodímir Zelenski, en su cuenta de la red social X.
“No es una toma de posesión, sino una típica coronación rusa de otro criminal reincidente más”, continuó el asesor presidencial ucraniano en su mensaje, en el que también aludía a la condición de “dictadura” de Rusia y a sus “intenciones declaradas de incrementar la agresión, la expansión y la guerra” que actualmente libra contra Ucrania.