Los refugiados se apresuran a su paso por Serbia para llegar a Hungría

Las autoridades húngaras interceptaron este jueves a 3.601 refugiados, una nueva cifra récord

Los refugiados intentan cruzar la valla fronteriza para evitar ser registrados en Hungría o llevados a uno de los campos del país. (@LydsG)
Los refugiados intentan cruzar la valla fronteriza para evitar ser registrados en Hungría o llevados a uno de los campos del país. (@LydsG)
Snezana Stanojevic

11 de septiembre 2015 - 10:22

Belgrado/(EFE).- Unos 20.000 refugiados de Oriente Medio se encuentran actualmente en Serbia. Todos tienen prisa por cruzar la frontera hacia la vecina Hungría antes de que entre en vigor un endurecimiento de las leyes migratorias en ese país."Todos tememos ese día 15, qué va a pasar entonces", señala Rados Djuric, director del centro para ayuda y protección de asilados en Serbia.

La entrada en vigor de la ley "influirá con seguridad sobre la permanencia de la gente aquí", asegura en unas declaraciones a Efe.

"Se quedarán más tiempo y eso causará grandes problemas, por que ¿dónde alojar a esa gente?", se pregunta en referencia a los escasos medios que tiene el Estado serbio para abastecer a los refugiados.

El próximo martes, 15 de septiembre, entra en vigor una nueva ley de inmigración que declara como delito el paso ilegal de la frontera húngara, con penas de hasta tres años de cárcel.

La mayoría de los refugiados que viajan por la llamada "ruta balcánica" entran desde Macedonia en Serbia, a la pequeña localidad de Miratovac, donde se ha instalado un campamento con tiendas para primeros auxilios.

"Ayer había 5.000 personas en Miratovac. Es un éxodo masivo. La gente entra a pie y hay cada vez más mujeres y niños"

"Ayer había 5.000 personas en Miratovac. Es un éxodo masivo. La gente entra a pie y hay cada vez más mujeres y niños", cuenta Djurovic. De Miratovac se trasladan de forma organizada a Presevo, a unos siete kilómetros, donde hay un centro de acogida para refugiados y donde se registra a los inmigrantes, que llegan en su gran mayoría de Siria, Afganistán e Irak.

Ahí reciben asistencia de la Cruz Roja, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el comisariado serbio de refugiados, voluntarios y de organizaciones no gubernamentales.

En Presevo no suelen quedarse más de un día y siguen en autobuses rumbo a la capital, Belgrado, a unos 400 kilómetros al norte.

Una vez allí y antes de seguir hacia Hungría, los que se lo pueden permitir se alojan en algún hotel para descansar, sobre todo las familias que viajan con niños, según constató Efe en uno de esos establecimientos en el centro de Belgrado.

Otros permanecen en dos parques cerca de las estaciones de autobuses y trenes, en pequeñas tiendas de campaña donde duermen sobre la tierra. De media hay unas 800 personas por día en estos lugares, donde en los últimos días ha empeorado la situación debido a las lluvias y la fuerte caída de las temperaturas.

Cerca del parque se ha instalado un centro de información del municipio belgradense de Savski Venac, con el apoyo de varias organizaciones humanitarias y no gubernamentales.

Goran Ferko, representante de este centro, explica a Efe que unos 20 voluntarios e intérpretes informan a los inmigrantes sobre sus derechos y posibilidades. Además, les asesoran para que eviten hostales, taxistas y transportistas ilegales, y distribuyen ayuda humanitaria.

Pese a la fuerte lluvia, el centro mantiene instaladas este viernes tres tiendas: una para informaciones y dos para alojar a personas. También hay cuatro ordenadores con Internet gratis que muchos refugiados usan para comunicarse con sus familiares.

En el parque, convertido en un informal centro de acogida, se turnan a diario guardias médicas de diferentes zonas de Belgrado, que trabajan de 07.00 a 20.00 horas.

"En las primeras dos horas hemos examinado a 50 adultos y a 30 niños. Se trata en general de resfriados, dolores de garganta, cansancio y agotamiento. Por suerte, no hemos tenido pacientes con enfermedades crónicas", cuenta Dragana Trifunovic Balanovic, una de las doctoras que atiende a los refugiados.

Unos 20 voluntarios e intérpretes informan a los inmigrantes sobre sus derechos y posibilidades

A un centenar de metros del parque está otro centro de distribución de ayuda para los refugiados. "Normalmente atendemos a unos 500 refugiados por día. Pero hay días en los que se supera con creces esa cifra", explica Lissett Menéndez, una española que trabaja aquí junto con otros voluntarios.

Lo primero que buscan los refugiados es ropa de abrigo y zapatos, ya que los suyos están empapados por la lluvia. "No tienen ropa para el tiempo que hace aquí, van en chanclas de verano y con una simple camiseta, y ya está haciendo frío", cuenta la voluntaria española.

En el parque, un grupo de cinco jóvenes afganos, entre ellos una mujer que habla inglés, están analizando un mapa, anclado en un árbol, con la ruta que aún les espera hasta Hungría. "Nos gustaría seguir cuanto antes, buscamos dónde informarnos de cómo viajar. Tenemos prisa", señala uno de ellos. No tienen suficiente dinero para pagar un taxi, por lo que tendrán que ir en autobús, asegura.

Desde Belgrado hasta la frontera con Hungría faltan todavía 200 kilómetros, a ciudades como Subotica y Kanjiza. Desde aquí, son pocos kilómetros a Hungría pero primero hay que superar la valla alambrada que ha colocado el Gobierno magiar.

La puerta de entrada más sencilla es seguir las vías férreas, ya que la valla todavía está interrumpida para dar paso a los trenes. Pero incluso ese agujero será cerrado en los próximos días, anunció este viernes el Gobierno húngaro.

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