“Hemos comprado la muerte de mi hermano”

Las familias de los dos jóvenes cubanos asesinados en Colombia buscan la manera de repatriar sus cuerpos a la Isla.

Dunieski Eliades Lastre (I) y Edelvis Martínez Aguilar (D), migrantes cubanos asesinados en Urabá, Colombia. (Cortesía)
Dunieski Eliades Lastre (I) y Edelvis Martínez Aguilar (D), migrantes cubanos asesinados en Urabá, Colombia. (Cortesía)
Mario J. Pentón

18 de septiembre 2016 - 14:28

Miami/“Con el dinero de la venta de la casa de mi madre, hemos comprado la muerte de mi hermano”.

Dichas con una amargura indescriptible, esas fueron las palabras de Edgardo Nordelo Sedeño, hermano de Dunieski Eliades Lastre, de 25 años, asesinado en Colombia el pasado 8 de septiembre junto a la joven Edelvis Martínez. Ambos eran cubanos y trataban de cruzar furtivamente las selvas y fronteras que los separaban de su meta: Estados Unidos y el sueño de vivir libres.

Aunque Medicina Legal ha descartado por el momento la presunta violación de la joven Edelvis Martínez, la fiscalía ha revelado detalles macabros en el trágico fin de estos jóvenes migrantes que buscaban llegar a Estados Unidos.

Edelvis Martínez Aguilar era contadora en una paladar de la capital cubana. Partió junto a su novio Liover Santos Corria, de 35 años hacia Guyana. Tras cruzar Venezuela y Colombia se encontraron con Dunieski Eliades con quien presuntamente viajarían a Capurganá para adentrarse en la selva del Darién. Ese día, dos de ellos encontraron la muerte en una ciénaga colombiana.

“Hemos encontrado claros indicios de tortura a ambas víctimas antes del asesinato”

“No podemos decir que Martínez haya sido violada, al menos no hay evidencias macroscópicas de eso. Medicina legal que fue quien hizo las investigaciones, recogió muestras del cuerpo y se encuentran haciendo análisis concluyentes sobre el tema”, declaró a 14ymedio un funcionario de la Fiscalía colombiana que pidió mantenerse en el anonimato.

“Hemos encontrado claros indicios de tortura a ambas víctimas antes del asesinato”, agregó.

Los presuntos autores del crimen fueron los lancheros identificados como Johan Estiven Carreazo Asprilla, alias 'Play Boy' de 20 años, y Carlos Emilio Ibargüen Palacio, de 26. Según Liover Santos, el único sobreviviente, los migrantes cubanos pagaron 1.500 dólares para ser trasladados hasta Panamá, pero una vez en el Golfo de Urabá los traficantes exigieron más dinero. Cuando los cubanos explicaron que no tenían más efectivo, los lancheros los asesinaron con armas blancas y ocultaron los cuerpos atados a un tronco en el fondo de la Ciénaga de Matuntugo. Santos que vio como degollaron a su novia después de violarla -según él-, pudo desatarse y escapar de la escena del crimen.

“El joven está bajo protección en un buque de la Armada porque tememos por su integridad física”, explicó la referida fuente en la Fiscalía colombiana. Según el investigador, es muy probable que existan más personas implicadas en el asesinato de los cubanos por lo cual es necesario proteger al testigo principal.

“Los lancheros se declararon inocentes, pero la fiscalía tiene suficientes elementos para incriminarlos”, explicó la fuente.

Tras la detención de los supuestos implicados en el crimen se practicó un registro en los que se hallaron las mochilas de viaje de los asesinados, celulares, dinero en efectivo y ropa. Además se les incautó un arma de fuego rústica, una granada de humo, varias prendas de ropa al parecer relacionadas con la escena del crimen y un bote de madera en el interior del cual estaba uno de los zapatos de la mujer asesinada.

La identidad de los cubanos asesinados fue corroborada a partir de la colaboración con las autoridades de la Isla. Según ha podido conocer este diario la embajada estadounidense en Colombia ha tomado cartas en el asunto y se mostró interesada en conceder asilo al sobreviviente.

Aunque el consulado cubano en Bogotá se negó a dar declaraciones al respecto, la Cancillería colombiana aseguró que han estado en contacto con los familiares de los asesinados a través de la representación diplomática de ese país en la ciudad de Miami para asesorarlos en el procedimiento para la reclamación de los cuerpos.

“Colombia brindará toda la ayuda que se necesite para la repatriación, pero eso es competencia de la familia o de la embajada cubana en el país. Los familiares pueden delegar el poder en la sede diplomática o gestionar el proceso de manera independiente”, explicó la Cancillería.

“Dunieski era mi hermano menor, el delirio de mi madre. Tanto lo quería que vendió su casa para poder pagarle el pasaje y que él pudiera tener una vida mejor”, explicó Nordelo que llegó a Estados Unidos el pasado febrero, proveniente de Ecuador

Este diario conversó con los familiares de los asesinados en Cuba y en Estados Unidos. Para María Isabel Aguilar, la madre de Edelvis Martínez, su principal preocupación es que hasta el momento no saben cómo será el proceso de repatriación del cuerpo de su hija.

“Fuimos al Minrex (Ministerio de Relaciones Exteriores) pero allí nos dijeron que debíamos esperar por la autorización del Gobierno colombiano para traer los cuerpos. No sabemos cómo hacer para traer a mi hija. Yo solo quiero que esté aquí conmigo”, explicó.

Edgardo Nordelo Sedeño, hermano de Dunieski Eliades Lastre, el otro cubano asesinado, dijo que el costo para repatriar los cadáveres es de alrededor de 3.300 dólares por persona. Los familiares tuvieron que gestionar de forma privada el viaje puesto que el Ministerio de Relaciones Exteriores les explicó a través de una llamada telefónica que aunque autorizaban la entrada a Cuba de los cadáveres no se hacían responsables de los costos del traslado.

“Dunieski era mi hermano menor, el delirio de mi madre. Tanto lo quería que vendió su casa para poder pagarle el pasaje y que él pudiera tener una vida mejor”, explicó Nordelo que llegó a Estados Unidos el pasado febrero, proveniente de Ecuador.

“No entiendo cuál fue el motivo del asesinato. El otro muchacho (....) me contó que mi hermano les decía: no me maten, yo les doy el número de mi hermano que está en Estados Unidos para que él les mande más dinero. Por dinero no fue. No entiendo por qué hicieron eso”, dice.

Eliades Lastre logró hacer la travesía desde Guyana hasta Turbo en una semana. Según sus familiares tuvo un buen viaje hasta que llegó a la costa colombiana.

“Por mal tiempo no pudieron llevarlo hasta donde estaba el otro coyote. Lo regresaron a casa de un guía y unos minutos antes de salir de la casa donde estaban escondidos me escribió para decírmelo. Esa fue la última vez que nos comunicamos”, recuerda Edgardo Nordelo.

“La culpa de la muerte de nuestros familiares es de aquellos que los empujaron a la selva y a tener que agarrar coyotes para poder llegar a alcanzar su sueño de libertad”, concluyó.

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