Ladrones de patrimonio en Cienfuegos

La de Juan Dionisio Gil fue la primera talla de un dominicano en el extranjero. (5 de septiembre)
La de Juan Dionisio Gil fue la primera talla de un dominicano en el extranjero. (5 de septiembre)
Caridad Cruz

21 de julio 2016 - 10:25

Cienfuegos/"Esta obra es del pueblo, cuyos hijos deben conservarla y cuidarla". Así lo dejó escrito la Comisión encargada de la ejecución de la escultura de Juan Dionisio Gil, general de brigada del Ejército Libertador. Fue la primera talla de un dominicano en el extranjero, que por azares de la vida, o más bien de la muerte, terminó erigiéndose en Cienfuegos.

La ilustre comisión no contaba con que más de cien años después de la inauguración del monumento el bronce con que se fundió la estatua sería codiciado como un verdadero tesoro para inescrupulosas (o desesperadas) personas, que buscan vender a la Empresa Provincial de Recuperación de Materias Primas cualquier pedazo del metal a cambio de algunos centavos.

Fue así, al parecer, como la primera escultura de bronce de la ciudad terminó siendo mutilada. El sable del mambí que sobresalía paralelamente a su pierna izquierda fue arrancado de cuajo.

El sable del mambí que sobresalía paralelamente a su pierna izquierda fue arrancado de cuajo

"Seguramente fue alguna de esas personas que se dedican a vender materia prima, porque ¿quién más haría algo así? Los muchachos a veces juegan cerca, pero la verdad es que no le prestan mucha atención a la estatua", comenta Baby, una vecina del humilde barrio de Punta Cotica, donde se encuentra la escultura.

Según la cienfueguera, estos hechos no son casuales. "La situación está cada vez peor. La gente ya no sabe qué va a inventar y hace cualquier cosa. A más de uno han agarrado robándose los cables de la electricidad, imagínate lo que pueden hacer con una estatua. Cualquier día la levantan en peso y se la llevan", agrega.

En los últimos años se ha observado un incremento en las acciones vandálicas contra esculturas y otros bienes públicos de la ciudad. En algunos lugares han aparecido pintadas, afeando el rostro pulcro de Cienfuegos, que cultiva la limpieza y los valores tradicionales desde antes de que fuera catalogada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 2005. Solo otras cuatro ciudades cubanas cuentan con esa distinción: La Habana, Trinidad, Cienfuegos y Camagüey.

"Cienfuegos es un pueblo tranquilo, nunca había escuchado que hicieran algo así", dice Luisa, maestra de una escuela primaria cercana.

"Es terrible el ejemplo que puedan dejar a las nuevas generaciones. Esa escultura es parte del patrimonio local, debería estar mejor protegida, como la de Martí en el parque, que le colocaron una reja alrededor para que no la dañaran más", añade.

Juan Dionisio Gil, originario de la República Dominicana, perteneció al Ejército de su país y al iniciarse la Guerra de 1895 se incorporó al primer cuerpo de la Provincia Oriental. Participó en diversos combates y, posteriormente, formó parte de la columna invasora al mando de Antonio Maceo.

"La situación está cada vez peor. A más de uno han agarrado robándose los cables de la electricidad, imagínate lo que pueden hacer con una estatua", cuenta una vecina

El difícil carácter de Gil le valió las reprimendas del insigne mambí, que lo sancionó por indisciplinas en el servicio. Cuando se retiró del Ejército, el quisqueyano se radicó en Cienfuegos, ciudad por donde fue evacuado el último hombre de las tropas españolas de América y que, por aquellos años, era una de las más pujantes de la Isla.

El 28 de diciembre de 1899 el general tuvo una disputa con un inspector sanitario que, al parecer, ofendió al oriental que regentaba una fonda que acostumbraba visitar, en la Plaza de Armas de la ciudad. Al dirigirse a su casa, dos policías intentaron detenerlo y el encuentro derivó en trifulca, resultando muerto el patriota. Su fallecimiento causó conmoción en la sociedad de la época, que por suscripción popular recogió el dinero para erigir un monumento.

La escultura fue realizada por José Villalta de Saavedra, alumno del escultor Miguel Valls, quien esculpió también la primera talla de José Martí en el Parque Central de La Habana.

El sitio donde se encuentra la estatua, así como el pequeño parque que lo rodea, es conocido como Panteón de Gil por la intención original de colocar sus restos allí. La iniciativa nunca prosperó, pues sus restos no pudieron ser localizados en el Cementerio de Reina, donde se encuentra inhumado.

Los ladrones no tendrán idea de quién era ese general Gil, que "coqueteaba con la muerte [...], caracoleando en su caballo frente a las filas enemigas", como lo escribió un ilustre militar cubano de las guerras por la Independencia. Pero los vecinos de Cienfuegos, sí, y esperan que la Oficina del Conservador restaure pronto la estatua y la proteja de nuevos profanadores.

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