Pollo y coronavirus, dos obsesiones que recorren Cuba
El desabastecimiento se ha agudizado en los últimos meses y esas ansias de acumular para los días peores que vienen se ha topado con los anaqueles vacíos
La Habana/A la ansiedad crónica que experimentan los cubanos por el suministro de alimentos se le ha sumado ahora la necesidad de hacerse con reservas ante la inminente llegada del coronavirus a la Isla. El riesgo de quedar aislados en sus casas, sin poder salir a la calle por miedo al contagio como ha ocurrido en otros países, ha espoleado a la gente a buscar productos que puedan durar un largo tiempo como conservas, galletas y panes, pero también a abastecerse de comida congelada al estilo de pollo, picadillo y salchichas.
El problema es que el desabastecimiento se ha agudizado en los últimos meses y esas ansias de acumular para los días peores que vienen se ha topado con los anaqueles vacíos y las largas colas para comprar casi cualquier cosa. En la barriada del Nuevo Vedado los vecinos comenzaron a hacer cola desde bien temprano en la tienda ubicada en la avenida Rancho Boyeros a la altura de la calle Tulipán. El rumor se había extendido desde el día anterior de que hoy iban “a sacar pollo”, y así fue.
Al menos una hora y media de espera han invertido los preocupados usuarios para poder comprar los dos paquetes de cuartos de pollo por persona que comenzaron a despachar pasado el mediodía en la pequeña tienda. Algunos llevaron a varios miembros de la familia para poder conseguir más y no han faltado los que han hecho varias veces la cola. A diferencia de la fila típica cubana que es pura algarabía, en esta casi nadie habla ni interactúa, y cuando se topan dos amigas evitan besarse. El coronavirus planea sobre las cabezas como una presencia incómoda, una preocupación solo comparable con que el producto se acaba antes de que les llegue el turno.
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