Solo en Cuba es noticia la venta de autos usados

Colas y cámaras en el primer día de comercialización de vehículos en divisas

La prensa independiente y extranjera se ha aglomerado también en el lugar. (14ymedio)
La prensa independiente y extranjera se ha aglomerado también en el lugar. (14ymedio)
Marcelo Hernández

25 de febrero 2020 - 17:27

La Habana/Con la primera luz del amanecer empiezan a verse los rostros cansados y bostezos de quienes han ido formando una cola desde la madrugada. El inicio de la venta de autos de segunda mano en divisas ha atraído esta mañana a más curiosos que compradores a la tienda ubicada en la calle 20, entre 1ª y 3ª, en el municipio habanero de Playa.

"Creí que había llegado temprano, pero a las cinco ya había más de diez personas, que imagino que fueron llegando desde anoche", comenta el que es ahora primero en la fila esperando a que vuelvan a llamar a los próximos clientes. El siguiente asegura que "las mejores ofertas se acabarán en los primeros días, por eso es el desespero de la gente".

La ancha explanada donde están parqueados los carros cuenta con una oficina climatizada para atender a los clientes, donde se exhibe una lista con los precios de cada vehículo. El dato que no aparece en el listado es el año, ni el kilometraje o millaje del auto. "Si quiere conocer esos detalles, debe hacer la cola y empezar el proceso", dice a través de una rendija de la puerta un empleado.

La prensa independiente y extranjera se ha aglomerado también en el lugar. Luces, cámaras... y carros por toda la escena. Algunos se ríen de la excesiva cobertura. "Esto no es noticia en ningún lugar del mundo nada más que en Cuba", se burla un transeúnte que pasa con su hijo rumbo a la escuela.

Para entrar es indispensable mostrar la tarjeta magnética habilitada con moneda "realmente" convertible. Alguien pregunta si además es necesario que la tarjeta tenga ya la cantidad requerida para la compra y eso genera una confusión y una posterior consulta. A los pocos minutos una voz de hombre confirma. "Si va comprar de verdad, claro que tiene que tener el dinero, pero para ser atendido por el personal basta con que tenga la tarjeta".

Entre los curiosos abundan los que compiten en sabiduría automovilística mirando desde lejos y a través de la cerca. "Ninguno de esos carros parece tener más de diez años, el problema es averiguar cuántos kilómetros llevan recorridos", dice uno de los supuestos expertos, a lo que otro añade. "Y eso será difícil de saber porque el tacómetro puede manipularse y hasta dejarlo en cero kilómetros".

Casi todos los modelos que se ven son de color gris. Los hay más pequeños y otros más cercanos a la camioneta o el microbus. Algunos están cubiertos de una fina capa de polvo y ninguno lleva matrícula.

Unos señalan los modelos más baratos, que rondan los 34.000 dólares como los que probablemente se acaben más rápido, mientras otros consideran que es mejor "pagar más pero comprar un carro más fuerte". En la fila casi todos son hombres, aunque hay algunas mujeres que han venido acompañando a sus esposos y una vendedora de chucherías que pregona su mercancía.

"Cuando dieron la noticia yo pensé que iban a dejar a la gente que importara directamente", comenta un joven que aclara haber venido "solo para mirar". Su hermano, residente en Miami, tiene un auto de hace unos cinco años que ha querido mandarle "pero no hay ninguna manera de traerlo hasta aquí", añade.

La importación de los vehículos está controlada por las empresas estatales, especialmente la Corporación Cimex, un brazo comercial de los militares. "Por eso es que tienen esos precios, porque son ellos los que hacen toda la movida", opina uno de los clientes, que se suma a la conversación sobre las ventajas y desventajas de cada modelo.

La mayoría de los que aguardan parecen pertenecer a lo que ya muchos llaman "los nuevos ricos", conocidos como "macetas". El estatus social se nota en la ropa, el tipo de zapato, la manera en que alardean de sus conocimientos de autos y, claro está, en tener una tarjeta magnética con miles de dólares depositados en un país donde el salario promedio mensual no supera los 50 dólares.

A media mañana todavía no había salido un solo comprador con su auto. El trámite de revisión, prueba y entrega es largo y tedioso. "Hay que revisar hasta las bujías, porque cuando se salga de aquí quién va a poder reclamar", asegura un hombre que se ufana de ser mecánico de carros y acompaña a un amigo interesado en los Peugeots.

Aunque los autos Geely, de factura china, son más baratos algunos los rechazan por su mala reputación, ya que se han distribuido por años a precios subsidiados a militares, funcionarios y dirigentes del Partido, además de a la policía y miembros de la Seguridad del Estado.

Carlos, un joven que marcó en la cola cerca de las cuatro de la madrugada, lo explica a la perfección. "Creo que me voy a ir por un Kia de 40.000 porque aunque el Geely vale 5.000 dólares menos es un carro que da muchos dolores de cabeza para repararlo y además después voy a coger tremenda reputación de seguroso en el barrio", ironiza.

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