“Viva donde viva, seguiré trabajando por la libertad de Cuba”

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Marta Beatriz Roque, Cabello Ángel Moya, Arnaldo Ramos Lauzurique, Diosdado González Marrero y Eduardo Díaz Fleitas
Reinaldo Escobar

18 de marzo 2015 - 06:00

La Habana/A doce años de la Primavera Negra, 14ymedio conversa con algunos de los antiguos prisioneros políticos que viven actualmente en la Isla. Dos han sido las interrogantes a estos activistas condenados en marzo de 2003: una sobre su decisión de quedarse en Cuba y la otra sobre cómo ven el país en la actualidad.

Marta Beatriz Roque Cabello

Salí de la prisión a finales del 2004, pues por motivos de salud pasé al régimen de licencia extrapenal. A mí nunca me propusieron la posibilidad de salir al exterior, pero tampoco se me hubiera ocurrido. Mi familia más cercana, y la más lejana también, vive en el extranjero, pero nunca he tenido planes de abandonar la Isla. Soy ciudadana española porque mi familia hizo los trámites, visité la embajada de ese país el día que me avisaron para rellenar unos formularios y para luego a buscar el pasaporte, hace ya unos cuatro años.

Este ya no es el mismo país de aquella primavera del 2003. El Gobierno se ha visto obligado a retornarle a los ciudadanos algunos derechos, con independencia de que no puedan hacer uso de ellos. En aquella época, por ejemplo, al cubano no se le permitía hospedarse en los hoteles. Ahora no está prohibido, pero es la economía la que no le permite al ciudadano común y corriente hacer uso de ese derecho. ¿Quién que no sean los hijos de papá cuenta con el dinero para pagar una habitación? Otra cosa es la posibilidad de viajar al exterior. A los que quedamos aquí con licencia extrapenal no nos permiten viajar, a menos que lo hagamos sabiendo que no se nos permitirá regresar.

"El Gobierno se ha visto obligado a retornarle a los ciudadanos algunos derechos, con independencia de que no puedan hacer uso de ellos"

Recuerdo que el cardenal Ortega, en una declaraciones publicadas por Granma, dijo que todos nosotros quedaríamos en libertad, pero solo quedarían libres aquellos que optaran por el exilio. Esa es una forma de castigarnos por no haber aceptado la deportación, es un capricho del comandante en jefe y una burla a España y a la Iglesia. El 31 de octubre del año pasado hicimos una reclamación formal para tener un documento de libertad, pero nunca obtuvimos respuesta. Solo tenemos el carné de identidad.

Ángel Moya

Salí de prisión debido a las gestiones que hicieron el Gobierno de España y la Iglesia católica ante el Gobierno de Cuba, pero especialmente gracias a la presión interna que significó el accionar de las Damas de Blanco, la muerte de Zapata Tamayo y la huelga de Guillermo Fariñas. A mí nadie me presionó para salir de Cuba. El cardenal me llamó y me lo propuso y yo le dije que no. Mi decisión fue la de quedarme a seguir luchando por la libertad de Cuba y nunca me arrepentiré de eso. Fue muy importante el apoyo de mi esposa, Berta Soler, que siempre estuvo de acuerdo con que nos quedáramos.

"Mi decisión fue la de quedarme a seguir luchando por la libertad de Cuba y nunca me arrepentiré"

El país no ha evolucionado nada en términos de derechos humanos. Basta con ver los listados de detenciones arbitrarias que mensualmente emite el Comité de Derechos Humanos y Hablemos Press. Los métodos que emplea la Seguridad del Estado incluyen golpizas y atropellos de todo tipo. La represión se ha recrudecido para evitar que la población se sume al activismo. Es verdad que no han vuelto a cometer el mismo error de la Primavera Negra, porque aquello fue un fracaso que le costó caro al Gobierno, pero sí continúan encarcelando por motivos políticos y se siguen negando a ratificar los pactos internacionales de derechos humanos.

Arnaldo Ramos Lauzurique

Salí de prisión en noviembre de 2010. Poco antes, me había llamado el cardenal Ortega y me había contado que se estaba preparando la salida del país de los prisioneros de nuestra causa. Le dije que no estaba interesado. Fue una decisión y han pasado muchas cosas desde aquel momento, pero no tiene marcha atrás. Si ahora yo quisiera salir de Cuba, tendría que ser para siempre, pero no voy a aceptar ese chantaje. Al salir de la cárcel nos dieron un papelito para poder sacar el carné de identidad, pero nunca se manejó nada legal. Mi familia comparte esa decisión y cuando la familia lo apoya a uno, la decisión es más firme.

"Si ahora yo quisiera salir de Cuba, tendría que ser para siempre, pero no voy a aceptar ese chantaje"

Todavía no se ha podido consolidar una oposición. La migración constante de gente con experiencia nos hace mucho daño, esas salidas no permiten consolidarnos. Cuando salí de la cárcel ya casi no quedaba ninguno de mis conocidos en Cuba. Por supuesto que el régimen se ha visto obligado a tomar algunas medidas, pero lo ha hecho por puro pragmatismo. Ellos no tienen vocación de cambiar. En esta misma situación del restablecimiento de relaciones con Estados Unidos no veo claro si ellos están realmente interesados. Maduro desde Venezuela influye en eso, porque él no está feliz al ver que hay una posibilidad de arreglo con Cuba.

Diosdado González Marrero

En estos momentos, casi cuatro años después de que nos excarcelaron, sigo viendo como una cuestión de principios haber tomado la decisión de no ceder bajo la presión del Gobierno de aceptar el exilio como condición para salir de la cárcel. Lo vi así entonces y lo sigo viendo de esa manera. En más o menos una semana me reuniré con mi familia en el extranjero. Salgo de la Isla, pero me quedo en Cuba. Hice el intento de salir como una visita normal, pero no nos está permitido. Incluso mi esposa y yo fuimos a ver al cardenal para que intercediera, pero no fue posible solucionar nuestra petición. Salgo por dos razones: el deseo que tengo de reunirme con mis hijos y mis nietos y porque los cubanos debemos aprender a vivir en democracia. He hecho lo posible en favor de la unidad de la oposición, pero es muy difícil, hay demasiados intereses propios de cada organización. Viva donde viva, seguiré trabajando por la libertad de Cuba.

"Salgo de la Isla, pero me quedo en Cuba"

Después de haber estado ocho años en aquellos lugares que ni siquiera merecen llamarse prisiones y salir de nuevo a la calle, lo veía todo peor. Después uno se va aclimatando y se acostumbra otra vez a cualquier cosa. Ahora vemos cambios. Hay algunas cosas que el cubano tiene derecho a hacer que antes no podía. Acceder a un teléfono celular, conectarse a Internet, poder viajar, eran metas que parecían imposibles, lo mismo con el desenvolvimiento de los negocios particulares o la tierra en usufructo, pero políticamente nada. Hay que seguir luchando. Después que Fidel Castro se enfermó y dejó el poder a su hermano, se empezaron a eliminar prohibiciones y ahora, con las conversaciones entre el régimen cubano y el Gobierno norteamericano, las cosas mejorarán aun más, sobre todo cuando fluya el turismo desde Estados Unidos.

Eduardo Díaz Fleitas

Me soltaron cuando solo faltaban unos días para que cumpliera ocho años en prisión. Me llamó el cardenal Jaime Ortega para sugerirme que si yo aceptaba marcharme para España podría ser liberado. Le dije que no me interesaba irme de Cuba. Haberme quedado en la Isla ha sido muy importante porque mi dedicación es luchar por los cambios que necesitamos. Jamás me arrepentiré de haberme quedado aquí y no pienso irme bajo ningún concepto.

"Haberme quedado en la Isla ha sido muy importante porque mi dedicación es luchar por los cambios que necesitamos"

El cambio mayor que ha sufrido el país en estos 12 años es que lo veo más deteriorado. No hay respeto a la dignidad humana ni ningún tipo de mejoramiento en ningún orden de la vida. En lo político, desde el 17 de diciembre se ha abierto una nueva senda. Falta ahora que el régimen decida aceptar realmente los cambios y buscar la paz para el progreso de la patria.

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