Los cuentapropistas muestran escaso entusiasmo por los créditos bancarios

Los pequeños empresarios son reticentes a la hora de solicitar un préstamo debido a la desconfianza hacia las instituciones bancarias

Los trabajadores por cuenta propia recurren poco a los créditos bancarios. (Alex S.)
El cuentapropista Gustavo Romero despacha pizzas en una estrecha barra de madera que financió con un préstamo familiar. (Alex S.)
Reinaldo Escobar

31 de octubre 2017 - 15:57

La Habana/El abuelo de Gustavo Romero abrió una quincallería en los años 50 y una década más tarde se la confiscaron durante la Ofensiva Revolucionaria. El viejo canario perdió toda la mercancía, pero el dinero en efectivo lo protegió bajo el colchón. Una lección que su nieto recuerda ahora que trabaja por cuenta propia.

"El banco es el último lugar a donde iría a guardar o pedir dinero", dice el pequeño empresario, que gestiona una cafetería en Centro Habana. En su caso, como en el de tantos emprendedores, la desconfianza hacia las instituciones bancarias actúa como un gen que se hereda de generación en generación.

A pesar de que en noviembre de 2011 se implementó en la Isla una nueva política de créditos bancarios para favorecer al sector privado, los emprendedores recurren poco a esta alternativa y los montos que solicitan siguen siendo bajos, según demuestra una reciente investigación del economista Jorge Ignacio Guillén publicada en la revista Convivencia.

Hasta diciembre de 2016, menos del 7% de los cuentapropistas registrados en el país había recibido financiamiento a través de las entidades bancarias, y del dinero que disponen esas sucursales en sus carteras de créditos apenas el 2,1% se había destinado a apoyar el sector privado.

Hasta diciembre de 2016, menos del 7% de los cuentapropistas registrados en el país había recibido financiamiento a través delas entidades bancarias

Por el contrario, la porción más ancha del pastel de recursos con que cuentan estas carteras había ido a parar a la financiación del presupuesto del Estado, a las empresas estatales y a la población que los solicita para construir por esfuerzo propio y adquirir enseres de cocina.

El escaso entusiasmo de los pequeños empresarios por los créditos bancarios se reflejó en las declaraciones de hace dos años del vicepresidente del Banco Central de Cuba, Francisco Mayobre Lence, que tuvo que reconocer que el número de "trabajadores por cuenta propia" que había accedido a líneas de crédito aún no era "representativo del total inscrito en el país".

El funcionario aventuró un despegue en los números a partir de la creación de un nuevo tipo de créditos de hasta 10.000 pesos cubanos (400 dólares) sin necesidad de presentar avales económicos o una garantía en el Banco Popular de Ahorro, que opera en todo el país menos en La Habana. Sin embargo el alza de solicitudes no ha llegado.

En el caso de Gustavo Romero, la inversión inicial para su puesto de venta de pizzas fue de 500 dólares que un hermano le mandó desde Pensilvania, Estados Unidos, dice a 14ymedio. Un tipo de crédito común entre los cuentapropistas que prefieren apelar a vínculos familiares o de amistad antes de que tocar la puerta del banco.

Muchos emprendedores locales guardan sus ganancias o el monto para comenzar un nuevo negocio bajo la cama o en una gaveta, según los resultados de un millar de entrevistas realizadas por Guillén. Más del 70% de los cuentapropistas entrevistados para el estudio rechazó la opción de tener su efectivo en un banco y más del 85% nunca ha solicitado un crédito.

Más del 70% de los cuentapropistas entrevistados para el estudio rechazó la opción de tener su efectivo en un banco y más del 85% nunca ha solicitado un crédito

Las medidas impulsadas por el Gobierno hace más de seis años para que estos autónomos accedan a fuentes de financiamiento muestran resultados alarmantes, según el joven economista, "tanto en los términos normativos como en la práctica de los créditos a trabajadores por cuenta propia".

En un país donde durante décadas los ciudadanos escondieron de la vista pública sus recursos para evitar ser tildados de "macetas", "acaparadores" o "burgueses", todavía resulta un tabú hablar francamente con las entidades bancarias y verlas como aliadas en algún negocio, especialmente porque no existe banca privada en Cuba y todo el sistema de cuentas de ahorro, créditos o pensiones se gestiona de forma estatal. La conexión entre Banco, Estado, Ministerio del Interior y Contraloría de la República es una asociación recurrente cuando de colocar el dinero a buen recaudo se trata o de pedir un préstamo para comenzar un negocio.

Las garantías que debe ofrecer el solicitante también complican el trámite. El banco solo acepta bienes como casas de descanso, automóviles, joyas, obras de arte o depósitos bancarios propios y de terceros. Recursos que en muchos casos están lejos del alcance de un cuentapropista que vive al día y busca un préstamo justamente para "salir del hueco".

Las actuales normativas ni siquiera precisan con claridad cómo debe proceder el banco con esos bienes en caso de impagos. No existe un protocolo definido y público para que la institución venda, intercambie, ocupe o confisque la propiedad dejada en garantía.

Los que deciden iniciar un negocio tampoco lo tienen fácil. Los bancos solo facilitan créditos a quienes ya laboran como cuentapropistas, de ahí que el capital inicial de la mayoría de los emprendimientos provenga de remesas recibidas desde el exterior, ahorros personales y otro tipo de finanzas informales.

Un fenómeno creciente son los prestamistas del mercado negro, otrora garroteros, una de las figuras emblemáticas del pasado capitalista, "que fue barrida por la Revolución" y ahora resurge ante la necesidad de recursos para iniciar cualquier pequeña empresa.

A los obstáculos burocráticos para obtener un préstamo se suma el desconocimiento

A los obstáculos burocráticos para obtener un préstamo se suma el desconocimiento. Una opinión que sostiene Niclaus Bergmann, director general de la Fundación Alemana de Cajas de Ahorro, con sede en Bonn y que colabora con varias entidades bancarias cubanas, como el Banco Popular de Ahorro (BPA) y el Banco Central de Cuba.

En los bancos falta experiencia en la concesión de créditos y métodos para la evaluación de la solvencia de los emprendimientos. "Por eso, un componente de la cooperación" entre la Fundación Alemana y su contraparte en la Isla es justamente enseñar "a tomar decisiones empresariales y juzgar cuándo las inversiones son sensatas", precisa Bergmann.

La colaboración dio frutos en la creación de una Unidad de Negocio en la ciudad de Trinidad, de manera experimental, que acorta los plazos de entrega de créditos y trata de eliminar las suspicacias que permanecen en el sector cuentapropista en sus relaciones con las entidades bancarias.

A cientos de kilómetros de esa localidad patrimonial, Gustavo Romero despacha pizzas en una estrecha barra de madera que financió con un préstamo familiar. Bajo el colchón de su cama, como lo hizo el abuelo canario, guarda sus ganancias y el dinero que un día le devolverá al hermano que lo ayudó a abrir su negocio.

También te puede interesar

Lo último

stats