El pan del mercado racionado es un problema sin solución

La capital cuenta con 367 establecimientos destinados al “pan de la cuota”. La mayoría con graves dificultades técnicas. (14ymedio)
La capital cuenta con 367 establecimientos destinados al “pan de la cuota”. La mayoría con graves dificultades técnicas. (14ymedio)
Zunilda Mata

09 de julio 2017 - 15:55

La Habana/Con un cuchillo bien afilado y la destreza de un cirujano, Luis Garmendia, de 68 años, corta en seis pequeñas rebanadas el pan del mercado racionado. Como tantos cubanos, este jubilado no puede permitirse comprar en las panaderías liberadas y considera que, cada día, el producto normado tiene “peor calidad”.

En la barriada habanera del Cerro, donde vive Garmendia, el pan del racionamiento protagonizó la última asamblea de rendición de cuentas del delegado del Poder Popular. “Desde que comencé a ir a esas reuniones se plantea el mismo problema, pero no se soluciona”, protesta.

La capital cuenta con 367 establecimientos destinados al “pan de la cuota”. La mayoría con graves dificultades técnicas, según un reciente reporte de la televisión nacional. En los últimos tres años al menos 150 de estos locales han sido renovados pero las insatisfacciones de los clientes siguen acumulándose.

El sabor, el tamaño y la textura del popular alimento están en el centro de las críticas de los consumidores. Duro, chicloso y sin los 80 gramos de peso requerido, son las características que más se escuchan al describir el pan de la libreta. Su mala calidad lo ha convertido en un lugar común en el repertorio de los humoristas.La mala reputación del producto hace que las familias con una economía más holgada eviten consumirlo. “Ahora los cubanos nos dividimos entre quienes pueden comer un pan sabroso y los que tenemos que conformarnos con este, subvencionado y desabrido”, sentencia Garmendia mientras muestra el panecillo de este viernes.

Para María Victoria Rabelo, directora General de la Empresa Cubana de Molinería, “es triste y frustrante escuchar las opiniones de la población” con respecto al producto racionado. Su entidad se encarga de producir y comercializar la harina de trigo utilizada en todo el país para la confección de pan, repostería y sus derivados.

En el mercado informal la harina es altamente cotizada en especial por los dueños de negocios privados que confeccionan pizzas, dulces y panes. El desvío de recursos desde los establecimientos estatales se ha convertido en la principal fuente de suministro al sector cuentapropista y afecta la calidad del producto normado.

“Tengo que cuidar cada saco de harina como si fuera oro”, cuenta el administrador de una panadería en la barriada de Marianao, que prefirió el anonimato. “Se roban también otros ingredientes que intervienen en el proceso, como el mejorador, las grasas y la levadura”, detalla.

“Soy el tercer administrador que tiene este establecimiento en cinco años, los otros explotaron por robar”, asegura el empleado estatal. Durante años el negocio de las panaderías normadas “ha sido redondo, porque hay mucho descontrol y la demanda ha crecido en la medida que hay más cafeterías y restaurantes particulares”, apunta.

La profesión de panadero tiene un buen filón económico. A pesar de los bajos salarios del sector, que no superan el equivalente a 30 CUC mensuales, existe una alta demanda para entrar a trabajar en estos establecimientos. “Conozco gente que se ha hecho millonaria con la reventa de la materia prima o del producto”, asegura el administrador.“Hay locales donde las empleadas del mostrador se embolsan como mínimo 400 CUP diarios solo por vender por fuera el pan que está destinado a la canasta básica”. En el interior, cerca de los hornos, “los trabajadores pueden irse cada día hasta con 800 pesos cubanos”, confirma.

Cada ingrediente tiene su propio mercado. “El pan confeccionado es muy solicitado por paladares, cafeterías y gente que organiza fiestas”, agrega. Mientras que “la levadura y el mejorador terminan en los negocios de venta de pizzas y las grasas tienen una clientela más amplia”.

La administradora de la panadería de las calles 19 y 30 en Playa, Reina Angurica, opina que para evitar el desfalco hay que “hablar con los trabajadores, comunicarse con ellos y no permitir producciones ilegales”. En su local se reúnen semanalmente “para ver los problemas coyunturales de la panadería y erradicarlos”, según precisó a los medios nacionales.

La Empresa Cubana de Molinería importa cada año 800.000 toneladas de trigo que se procesan en cinco molinos a lo largo del país, en La Habana se ubican tres de ellos. El “trigo de fuerza o corrector” se mezcla con trigos “débiles” para producir la harina que se le vende a la industria alimentaria.

El pan del mercado racionado se elabora con una “harina débil o de mediana fuerza” ideal para lograr la corteza suave. Sin embargo, la mezcla de trigo se ha visto afectada por irregularidades en la importación y los locales estatales solo están recibiendo harina de fuerza, más adecuada para una barra de corteza dura.Con más de 7.500 trabajadores en la capital y un consumo diario de 200 toneladas de harina, la Empresa Provincial de la Industria Alimentaria es la responsable directa del pan de la cuota. Pero la entidad hace aguas por todas partes debido al descontrol, los problemas de higiene y la mala calidad de sus productos.

En unas 1.359 inspecciones realizadas en los últimos meses en las dependencias de esta empresa estatal se tomaron 712 medidas disciplinarias por irregularidades en la confección del producto. Los problemas detectados fueron desde indisciplinas y sustracciones de material hasta falta de limpieza.

Para María Victoria Rabelo, de la Empresa Cubana de Molinería, las dificultades tecnológicas o con la materia prima no son la clave para entender la situación actual: hay que “dignificar la profesión y, sin hablar con demagogia, ponerle amor a lo que hacemos”, asegura con determinación.

Pero en el Cerro, donde Garmendia espera cada día por un milagro que mejore el pan del racionamiento, las palabras de la funcionaria suenan a utopía. “No quiero nada de lujo, solo espero que sea sabroso y suave, nada más”, apunta el jubilado.

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