Bernie Sanders y ‘el manual del perfecto idiota norteamericano’

Clinton y Sanders se saludan al comienzo del debate demócrata este jueves. (NBC News)
Clinton y Sanders se saludan al comienzo del debate demócrata este jueves. (NBC News)
Carlos Alberto Montaner

10 de marzo 2016 - 22:03

El problema no es que el hoy senador estadounidense Bernie Sanders, precandidato del Partido Demócrata, dijera cosas disparatadas a propósito de las dictaduras sandinista y cubana a mediados de la década de los ochenta. Lo grave es que continúe repitiéndolas 30 años más tarde.

Este miércoles, en el debate que sostuvo con Hillary Clinton, María Elena Salinas, la periodista de Univisión, lo enfrentó a las viejas imágenes en las que describía a los dictadores Daniel Ortega y Fidel Castro de una forma benévola.

Este es el diálogo que vieron millones de personas a través de CNN y de Univisión:

María Elena Salinas: "Senador, volviéndolo a pensar, ¿alguna vez se ha arrepentido de la forma en la que caracterizó a Daniel Ortega y Fidel Castro en 1985?"

Bernie Sanders: "Lo importante aquí es preguntarnos si Estados Unidos debería patrocinar golpes de Estado en países latinoamericanos".

María Elena Salinas: "Usted no contestó la pregunta".

Bernie Sanders:"Creo que eso fue un error en Nicaragua y en Cuba. Cuba es un país autoritario y antidemocrático, espero que pronto se convierta en un país democrático. Por el otro lado, no podemos negar que Cuba ha obtenido avances en su sistema de salud. Están mandando doctores por todo el mundo. Han logrado avances en cuanto a la educación. Creo que el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba proveerá avances significativos en las vidas de los cubanos y ayudará a Estados Unidos y fomentará inversiones".

Arreglados estaremos los latinoamericanos si alguien como Sanders llega a la Casa Blanca

Es decir, Sanders no reconoce sus errores, critica a Estados Unidos por defender el establecimiento de las libertades en ambos países, no menciona que tanto Nicaragua como Cuba vivían un espasmo imperial que llevaba a los dos países a tratar de exportar la revolución a otras naciones.

Comportamiento, por cierto, al que Cuba no ha renunciado, como demuestra el Socialismo del Siglo XXI, el ALBA y otras aberraciones terceroimperialistas, como se le llama en la jerga al imperialismo practicado por las naciones subdesarrolladas.

Pero acaso lo peor es que Sanders justificara la dictadura cubana con la cansada falacia de la educación, la salud pública –hoy terriblemente fallidas–, y el hecho, muy condenable, de que los Castro alquilaran a miles de médicos y personal sanitario a otras naciones, como si fuera algo positivo, y no lo que es realmente: una expresión repugnante de la esclavitud de bata blanca. Por esa regla de tres, es posible exonerar al nazismo por el sistema de carreteras construido por Hitler en Alemania, o al fascismo porque los trenes, finalmente, llegaron a tiempo en Italia.

Afortunadamente, Hillary Clinton, cuando le llegó su turno de respuestas, sin dejar de apoyar la apertura del presidente Barack Obama hacia Cuba, puso las cosas en su lugar y censuró los peores rasgos del estalinismo cubano. Arreglados estaremos los latinoamericanos si alguien como Sanders llega a la Casa Blanca. Les avisaré a Plinio Apuleyo Mendoza y a Álvaro Vargas Llosa por si se animan a escribir el manual del perfecto idiota norteamericano.

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